Todo lo que le hago a mi esposo/a, a Cristo se lo hago. Saciar su sed de amor, acogerlo/a o arroparlo/a cuando se siente extraño/a o desnudo/a. Esa es la forma de vivir mi vocación conyugal.
El sustituto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 25, 31-46
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