Archivo por días: 1 julio, 2018

Contigo hablo, salva a tu esposo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 5, 21-24.35b-43

EVANGELIO

Contigo hablo, niña, levántate
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-24.35b-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente.
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levanto inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones:

  • Retiro en Córdoba: Fechas 29 y 30 de junio y 1 de julio. Rezad por los frutos.
  • Retiro en Madrid: 7, 8 y 9 de septiembre
  • Retiro en Madrid: 14, 15 y 16 de septiembre

Contigo hablo, salva a tu esposo.

La hija de Jairo estaba muerta. Nada se podía hacer por ella. “¿Para qué molestar más al maestro?” se preguntaban. Pero en realidad no estaba todo perdido.

Hay esposos que se preguntan cómo ayudar al esposo, cuando ha caído o/y no tiene fe. En esa situación, está incapacitado para salvarse a sí mismo, como la hija de Jairo. Pero Jesús, que está con nosotros en nuestro compromiso conyugal, me dice: “No temas (por tu esposo); basta que (tú) tengas fe”. El concilio Vaticano II afirma que el matrimonio está ordenado a la santificación no solo personal, sino mutua de los esposos: “Los esposos al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación” (Gaudium et Spes, nº 48)

Aterrizado a la vida matrimonial:

Matrimonio Tutor: Marisa, si tienes fe, puedes hacer que Jesús levante a tu esposo, aunque él no la tenga. Mira, te voy a leer una cita de un libro que conocemos: “Si el matrimonio es realmente una vocación, y es una vía de santidad que compromete juntos a los esposos, entonces se sigue de ahí una terrible consecuencia: Los esposos se vuelven mutuamente responsables de la salvación del otro y de su santidad” (Yves Semen. Espiritualidad Conyugal según Juan Pablo II). Reza por tu esposo, entrega sacrificios por tu esposo, acoge tú el don de Dios que tu esposo no ha sabido acoger, y Jesús le hará santo.
Marisa: Me gustaría, pero en el fondo sé, que no pongo toda la carne en el asador, porque me cuesta creerlo.
Matrimonio Tutor: Hoy hay una frase de Jesús para ti: «Talitha qumi»
Marisa: (Emocionada) Gracias, pedid para que Dios me dé la fe.

Madre,

Danos más fe, para que podamos hacer milagros en muchos matrimonios, en Su nombre. Estamos a tu servicio, Madre. Bendita seas por lo que estás haciendo en este retiro de Córdoba. Alabado sea Dios por la Madre que nos ha dado.