Archivo por días: 25 julio, 2018

El cáliz de la grandeza. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 20, 20-28

EVANGELIO

Mi cáliz lo beberéis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
¿«Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.

Notas: Próximas misiones.

  • Retiro en Madrid: 7, 8 y 9 de septiembre (Casa de espiritualidad de Cristo Rey) Completo.
  • Retiro en Madrid: 14, 15 y 16 de septiembre (Casa de espiritualidad de Cristo Rey) Completo.
  • Retiro Málaga y Mallorca en Málaga y campamento para los niños: 05, 06 y 07 de octubre. Casa Diocesana. Infórmate aquí: https://proyectoamorconyugal.es/?p=4926
  • Retiro en Barcelona: 26, 27 y 28 de octubre (Casa de Espiritualidad María Inmaculada. Tiana).
  • Retiro en Valladolid: 23, 24 y 25 de noviembre (Casa de Espiritualidad Sagrado Corazón)
  • Retiro en Pamplona: 14, 15 y 16 de diciembre (Casa de Javier)

El cáliz de la grandeza.

Celebramos hoy la solemnidad de Santiago Apóstol. Él pasó de querer ser el primero a perder su vida por amor a Cristo y a aquellas gentes difíciles de España a las que Evangelizó con la ayuda de la Virgen del Pilar. Eso le hizo grande.

Hoy, somos nosotros, los esposos, los que te pedimos: Señor, concédenos vivir el matrimonio, uno a Tu derecha y otro a Tu izquierda. Y Tu respuesta es la misma que en el Evangelio: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Es el Viacrucis del matrimonio, donde a veces nos sentimos juzgados injustamente, a veces no se nos valora con la dignidad que nos corresponde, otras cargamos con la cruz del pecado de nuestro esposo, otras tenemos sed,… y que en definitiva consiste en entregarnos como Tú.

Es un honor ser tus cirineos en Tu camino del Viacrucis, y más hermoso, sería vivirlo como Tú: En silencio, con ternura, con el «no os preocupéis por mí», o el «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»… La clave nos la das al final: Dar mi vida en rescate por mi esposo. No que me la quite, sino darla. Seguirte es lo que nos hace grandes.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Me he dado cuenta de que he estado toda mi vida buscando ser feliz en mi matrimonios, pero resulta que va cada vez peor. En el fondo sé que lo que buscaba era mi complacencia. Ahora hay mucha destrucción y mucha distancia entre nosotros. ¿Qué puedo hacer?
Matrimonio Tutor: ¿A qué estás dispuesta?
Marta: A todo.
Matrimonio Tutor: ¿A sacrificarte por la salvación de tu matrimonio?
Marta: Sí. A lo que haga falta.
Matrimonio Tutor: Bien. Pues tú eres una mujer lista, conoces a tu esposo, y sabes qué ir haciendo para ir recuperando tu matrimonio poco a poco. Atenciones especiales que sepas que le gustan, acompañarle en sus aficiones, servirle… Cuando tengas la lista, nos trazamos un plan juntos por la reconquista de vuestra unión. El amor se sana poniendo amor. Vertiendo agua cristalina en un vaso de agua sucia, se va limpiando hasta que queda transparente. ¿Te parece bien?
Marta: A luchar por mi matrimonio y mi familia!!
Matrimonio Tutor: Una maravilla. Así da gusto.

Madre,

Las batallas contra el amor, se ganan poniendo amor. Tu Hijo lo sabía bien, y lo entregó todo para ganar nuestras almas. Y Tú también. Por eso confiamos en ti, porque sabemos que nunca nos fallarás, como no le fallaste al apóstol Santiago. Bendita seas Madre, que te implicas hasta el final por la salvación de tus hijos esposos.