Archivo por días: 3 septiembre, 2017

Si no es mi vocación, digo ¡No! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 16, 21-27

EVANGELIO

Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 21-27

En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo; porque tú piensas corno los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a si mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».

Palabra del Señor.

Si no es mi vocación, digo ¡No!.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Puede que me ofrezcan una vida que me parezca más bonita, más cómoda o más fácil, pero si va en contra de mi vocación, es Satanás quien me está tentando. En realidad lo que me ofrece es una vida más vacía, de más sufrimiento y que me acabará destruyendo, porque lo que nos ofrece Satanás, siempre nos destruye.

Aunque la vida con mi esposo me parezca dura, me provoque sufrimiento o sepa que me lo va a provocar, es una vida de enriquecimiento, que llena, que nos aleja de Satanás y nos acerca a Dios. Me ayuda a integrar mi vida corporal y espiritual. A vivir una vida íntegra, un misterio, una misión Grande.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Hay un chico en el trabajo, que me parece súper agradable. Salimos a tomar café, y hablamos, me comprende muy bien y me siento muy a gusto con él. En cambio con mi marido, no sé qué pasa que no hay feeling. En seguida discutimos, no me comprende en absoluto, no tiene atenciones conmigo. No hay comparación posible.
Ana: Pues Marta, yo creo que con tu compañero de trabajo serías mucho más feliz. Hacéis muy buena pareja. Deja a ese petardo de tu marido que te tiene amargada.
María: Perdonad que me entrometa, pero no estoy nada de acuerdo. Yo pasé exactamente por esa situación, y abandoné a mi marido. Después de varios años, cuando se me pasó el enamoramiento, descubrí que llevaba una vida vacía, que no me llenaba nada dejarme llevar por lo cómodo y lo fácil. Hable con unos matrimonios de la Iglesia, porque me impresionaba ver cómo se miraban, tenían como una paz especial, había algo entre ellos que no parecía humano. Y me enseñaron el camino. Volví con mi esposo, y recuperé mi matrimonio y mi familia. Nos ha costado mucho, pero lo que vivo ahora, a pesar de seguir teniendo muchas dificultades, pero me llena, sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer y me siento orgullosa de los avances que estamos teniendo gracias a Dios.
Marta: Y ¿Me puedes pasar el contacto de esos amigos tuyos? La verdad es que yo tampoco acabo de sentirme bien del todo con estas tertulias de café que estoy teniendo con un hombre que no es mi marido. De verdad que me interesa muchísimo lo que me estás contando.

Madre,

Todo pasa por la cruz, y sentimos el rechazo y nos parece denigrante, pero cruz tenemos todos. La diferencia está en la actitud que adoptamos ante ella. Si es la de Cristo, después saboreamos la resurrección. Esa amistad entre esposos, esa comprensión, esa intimidad… Alabado sea nuestro Señor Jesucristo que nos ha mostrado el camino de la Cruz. Esposos, sigámosle.