Archivo por días: 6 octubre, 2016

Protagonista de mi vida. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 5-13

EVANGELIO
Pedid y se os dará

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos:
-«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
«Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle»; y, desde dentro, aquel le responde:
«No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos»; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».

Palabra del Señor.

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Protagonista de mi vida.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Pedid y se os dará, insiste hoy el Señor, y su Palabra es la Verdad.

A veces puedo quejarme de que el Señor no me da lo que pido, y la respuesta puede que me la dé el Santo Cura de Ars en su Sermón sobre la Oración dice «Podéis pedir cosas temporales… mas siempre con la intención de que os serviréis de ellas para gloria de Dios, para salvación de vuestra alma y la de vuestro prójimo; de lo contrario, vuestras peticiones procederían del orgullo o de la ambición; y entonces, si Dios rehúsa concederos lo que le pedís, es porque no quiere perderos.»

La primera intención debe ser para dar gloria a Dios, después por los demás, especialmente por mi esposo y por mis hijos, y por último peticiones para mí. Sin embargo, es posible que el Señor no me dé perfecciones para no aumentar mi propio orgullo. Al fin y el cabo, que yo alcance una virtud que me falta ¿No es algo temporal?. No me salvará el número de virtudes que alcance, o lo perfecto que esa, porque eso será obra y mérito del Espíritu Santo, aunque requiera de mi esfuerzo. Lo que me salvará es la gracia de Dios y mi amor a Él, en la medida en la que luche por serle fiel.

Quizás es que me creo protagonista de las cosas. Me creo que yo consigo esta o aquella virtud, y no es cierto. Todo es obra del Espíritu Santo. Contemplo a María en la Anunciación y me pregunto ¿Quién decidió que fuera creada sin pecado? ¿Quién decidió que fuese la Madre de Dios? ¿Quién la llenó de gracia? ¿Quién la cubrió con su sombra?… El Espíritu Santo. Y ¿Cuál es el mérito de María? Decir: He aquí la esclava del Señor. Su humillación como esclava. Por eso Jesús, acaba este pasaje del Evangelio centrando todas las peticiones en una: El Espíritu Santo. Él es el protagonista de mi vida.

Señor, quiero ser un buen hijo de Dios y esposo. Sé que Tú resides en mí, sé que me has enviado Tu Espíritu, y sé que mi problema es que no digo “Sí” como María. Todo lo que quiero es darte gloria, alabarte por tanto como me has dado. Quiero ser dócil a lo que el Espíritu quiera hacer en mí a través de las cualidades de mi esposa, a través de las dificultades que me encuentro cada día en mi matrimonio y que se complican principalmente por mi orgullo, por mi falta de aceptación, por no considerar que el Espíritu está obrando en nosotros a través de las circunstancias de nuestra vida. Estás tan pendiente de mí, Señor, y yo tan poco pendiente de Ti y de tu voluntad. Envía Tú Espíritu Señor, que esta vez quiero ser dócil. He aquí el esclavo de la Esclava del Señor.

Oramos con el Papa Clemente XI en el primer párrafo de su «Oración Universal»: «Creo en Ti, Señor, pero ayúdame a creer con más firmeza; espero en Ti, pero ayúdame a esperar con más confianza; te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más ardientemente; estoy arrepentido, pero ayúdame a tener mayor dolor»