Archivo por meses: octubre 2014

¿Administramos gracias o desgracias? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 47-54

EVANGELIO
Se pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-« ¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron!
Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros.
Por algo dijo la sabiduría de Dios: «Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán»; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Palabra del Señor.

¿Administramos gracias o desgracias?

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
El papa Francisco dice:
Estos escribas, estos fariseos, es como si dieran bastonadas a la gente. ‘Debéis hacer esto, esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cerráis –¡se lo dice a ellos! – la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejáis entrar, y vosotros tampoco entráis!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de la propia fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así. (Cf. S.S. Francisco, 14 de enero de 2014, homilía en Santa Marta)

Cuántos utilizamos este modo de “ayudar” a nuestro/a esposo, creyendo poseer la llave del saber y ¡dando bastonazos! imponiendo nuestra corrección exigente.

Estos bastonazos, no sirven más que para distanciarnos y hundirle cada vez más, como si en cada golpe lo claváramos en el suelo más y más.
Jesús nos advierte que así le cerramos la puerta del Reino de los Cielos ¡no dejáis entrar y vosotros tampoco entráis! Impedimos que entre nuestro esposo/a y nosotros tampoco entramos, porque quien así corrige, se crece tanto que no cabe por la puerta estrecha del Reino.

Vanidad de vanidades y mas vanidad aún cuando recogerá lo que ha sembrado: el otro no cambia o incluso miente, se aísla, se distancia…
No es como Dios quiere que ayudemos al esposo (genérico): Una ayuda adecuada, semejante a él, con la misma dignidad ante Dios.

Si Dios te ha dado la llave para transmitirte Su sabiduría para entrar en el Reino, en cualquier cuestión sencilla o compleja, haz como hace nuestro Señor Jesucristo para traer la Buena Noticia, que se despojó de su condición divina y se abajó para ponerse a nuestro nivel, e incluso servirnos. Así es como abriremos la puerta estrecha del reino de los Cielos, con la llave del Amor que Dios nos entrega al hacernos su esposo/a en el Sacramento del Matrimonio.

Dios nos vence ofreciéndonos su intimidad, porque solo el Amor sana. Administremos su gracia.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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Los peores trabajos de la casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 25-30

EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor.

Los peores trabajos de la casa.

Hoy, día de Santa Teresa, la Iglesia en España nos propone este Evangelio que habla de la humildad y la mansedumbre.

Dice Santa Teresa (en Camino de Perfección)
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La humildad no es el descontento de nosotros mismos, no es tampoco la confesión de nuestra miseria y de nuestro pecado, ni siquiera de nuestra pequeñez. La humildad supone en el fondo que se mire a Dios antes de mirarse a sí mismo y que se mida el abismo que separa lo finito de lo infinito. Cuanto mejor se ve esto, cuanto mejor se acepta verlo, más humilde se es.

Lo que nos da la humildad es una mirada aguda sobre la trascendencia de Dios. Cuando se ha comprendido la inmensidad de Dios, poco a poco uno se olvida de sí mismo y de sus derechos y así, se ve progresivamente liberado. Es la fascinación de Dios lo que nos hace humildes.

Hay quienes pasan el tiempo proclamándose pecadores y no son humildes porque no aceptan ser olvidados ni olvidarse. A medida que uno se interesa por Dios y se deja llevar por la corriente, aceptamos de buen grado ser sobre todo servidores inútiles y olvidados. El culmen de la humildad nos vendrá de la visión cara a Cara. Mientras tanto, cuanto más nos acercamos a Dios más crece Él en nosotros y más disminuimos nosotros. Dios solo puede vencernos ofreciéndonos su intimidad. La humildad corresponde a la medida de la intimidad que tenemos con Él.

¿Por qué razón es tan amigo nuestro Señor de la virtud de la humildad? Porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad. Más que conexión entre humildad y verdad, es equivalencia. La humildad es la verdad que ha bajado de la cabeza al corazón. Es la verdad informando la vida. Es andar en verdad ante Dios. La humildad surge y se alimenta de la contemplación de Dios.
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Después de esta definición de humildad, podemos entender que un matrimonio humilde no puede fallar. Y para llegar a ser un matrimonio humilde tenemos que acoger juntos esa intimidad que Dios nos ofrece.

Acojamos por ejemplo los peores trabajos de la casa, los que nadie ve ni valora. Esos son los que más le gustan A Dios. Son los que realizaba María, como nos recuerda el P. David Caja: Limpiar el polvo, recoger la casa, fregar… Sin embargo, los trabajos que más se notan, en los que uno “brilla” más, son peligrosos porque pueden hacer que crezca nuestra vanidad y nuestra soberbia. ¿A que funcionaría bien este planteamiento puesto en práctica en nuestro matrimonio y nuestro hogar?.

Oramos por el sínodo de la familia:
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La diferencia entre “vivir con” y “existir para”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 37-41

EVANGELIO
Dad limosna, y lo tendréis limpio todo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 37-41
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa.
Él entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo:
-«Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

Palabra del Señor.

La diferencia entre “vivir con” y “existir para”.

Con “dad limosna de lo de dentro y lo tendréis limpio todo”, Jesús nos anima a dar desde nuestro interior, con sinceridad, “hasta que duela” como decía la Beata Madre Teresa.
Hoy veíamos en el encuentro de matrimonios, la catequesis de San Juan Pablo II del 9 de enero de 1980. En ella, se nos dice que una característica de la persona es “existir para alguno”. Así, yo existo para mi esposo/a y viceversa.

Este “existir para alguno”, encaja perfectamente con el planteamiento de Cristo de hoy: “dar limosna de lo de dentro”. Cuando uno existe para otro, es porque este otro está necesitado de uno. Digamos que es pobre en algo que yo poseo, hay algo que Dios me ha dado a mí para que se lo entregue. Y ese algo, soy yo mismo con los talentos que me dio para que los administrase. Recordamos aquella frase que decía: “En un plato de huevos fritos con beicon, la gallina colabora y el cerdo se implica”. Podríamos decir que la gallina da de lo de fuera y el cerdo tiene que darlo todo. No es lo mismo “vivir con alguien” que “existir para alguien”. Lo primero no es un matrimonio cristiano. Lo segundo es un matrimonio santo.

Los actos de fuera, deben ser un reflejo de nuestra actitud interior. Hoy se habla mucho de que utilizamos un pequeño porcentaje de nuestro cerebro, y hay mucho interés en desarrollar nuestra capacidad de aprovecharlo. Pero ¿Y el corazón? Tiene unas posibilidades infinitas de desarrollarlo, y sabemos cómo.

Mirad en vuestro interior, desde vuestra oración juntos, para que Dios os muestre qué tenéis para ayudaros mutuamente. Os necesitáis mutuamente para llegar a Dios y tú existes para tu esposo/a. A medida que dejes entrar a Dios en tu interior, lo irá limpiando y ayudándote a entregarte más y mejor.

Rezamos por el sínodo de la familia:
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¿A qué esperas para cambiar? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 29-32

EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
-«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor.

¿A qué esperas para cambiar?

Leyendo la historia de Jonás, uno se pregunta por qué esa tozudez para no hacer la voluntad de Dios. Pero en cierto modo, a nosotros nos pasa igual. No paramos de sufrir calamidades de todo tipo por no seguir Su voluntad. ¿Cómo pedimos, entonces, una señal de fe si hemos cerrado, con esta actitud, el corazón a acoger el don del Sacramento del Matrimonio y por tanto la gracia del Señor?

La única señal será la del profeta Jonás, el hombre que predica la conversión por toda la ciudad de Nínive, a ver si libremente cada uno de nosotros acepta la propuesta, muda el corazón, y nos volvemos a Dios. Ya con esto habremos logrado la más grande señal que Dios haya podido obrar en el alma libre: la conversión por propia y deliberada iniciativa al Dios que da la vida, Fuente perenne del verdadero creyente, Verdad eterna del verdadero sabio.

La señal de Dios para los hombres es, Jesús mismo. Y lo es en su Boda, el misterio de muerte y resurrección. Creer en Él y seguirlo, es el gran signo de Dios.
Cristo lo ha hecho posible, Él nos lleva al Principio al hombre y la mujer que, libres de vergüenza, expresan en la carne la libertad interior mediante la comunión de personas, formándose recíprocamente y creativamente. Buscamos hacer nuestros los mismos pensamientos, sentimientos y actitudes del Señor. Es, en última instancia, poder repetir con San Pablo: «Vivo yo, mas no yo, sino que es Cristo quien vive en mi» (Gál 2, 20).

“La manera en que Cristo lleva a plenitud el encuentro entre Adán y Eva, es sobreabundante… Él no solo regenera la belleza del Paraíso, sino que la supera infinitamente. En efecto, en el Hijo está todo aquello que el Padre puede dar al hombre; una vez que ha entregado al Hijo, ya no le queda otro don que ofrecer; y así Cristo manifiesta el amor del Padre en le forma más elevada.” (Llamados al Amor, Pg. 110)

Jesús es “el signo de Jonás” (CEC 994) Él nos da signos todos los días en nuestra vida cotidiana conyugal y familiar. Si le seguimos, la bondad, el crecimiento, la alegría y la paz entra en nuestro hogar. En esta peregrinación hasta la conformación definitiva con el Señor, María ocupa un papel fundamental. El mismo Señor Jesús es quien nos señala a su Madre (Jn 19, 27). ¿A qué esperas para cambiar? Pídeselo a Ella.

Oramos por el Sínodo de la Familia:
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¿Recibiste al invitación de boda? ¿Qué te vas a poner?. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 22, 1-14

EVANGELIO
A todos los que encontréis, convidadlos a la boda

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
«Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.»
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
«La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.»
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
«Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?»
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
«Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor.

¿Recibiste al invitación de boda? ¿Qué te vas a poner?

Recibimos hoy la invitación del Padre a la boda de su Hijo. ¿La habéis abierto ya?. Dios Padre todopoderoso, tiene el placer de invitarles a la celebración del enlace nupcial de su Hijo Jesús con la Iglesia Santa, el día ___ en ___ a las ___. (No sabéis ni el día, ni la hora)

Un familiar cercano nos preguntaba que hasta dónde la entrega a los demás y la despreocupación por uno mismo, pues llega un momento en que habría que defender la propia dignidad. Vemos el comportamiento de Cristo en su desposorio con la humanidad. Podemos afirmar que, sin lugar a dudas que:

‘El amor de Cristo llega hasta el extremo porque no se vuelve atrás ni siquiera ante aquello que parece denigrar la dignidad del hombre. Sigue recibiéndole como don del Padre incluso en medio de su pecado, a la vista de su desprecio del otro y de su odio. Pues “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10)’ (Llamados al amor Pg. 199)

El contraste de la respuesta del hombre, lo vemos en la calle a diario y lo leemos en el Evangelio de hoy. No hay respuesta por parte de los invitados a participar del banquete nupcial. Frente a tal don, continúa recibiendo el desprecio de muchos.

¿Por qué el Señor soporta tales desprecios? Cada hombre es el don del Padre a Cristo. Esta afirmación debería calarnos hondo para captar su grandeza, lo mucho que vale el ser humano. Jesús, al acogerle, le ayuda a mirar su propia vida con aprecio. A esto hay que añadir que Cristo es también el don que el Padre hace al hombre (Cfr. Llamados al amor Pg. 199).

Bien, esposos, este es el modelo de Esposo que nos ha puesto Dios para nuestra vida conyugal. Nuestra manera de acudir al banquete nupcial es vestirnos adecuadamente, revestirnos de Cristo, es decir, de hijos en el Hijo y de esposos en el Esposo. Así participaremos de su Cuerpo glorioso.

Cuando en nuestro matrimonio nos alejamos el uno del otro, estamos tristes, nerviosos e irascibles. No estamos para celebraciones ni fiestas. El esposo (en genérico) es parte del Cuerpo glorioso de Cristo, que no estamos recibiendo. Según sean nuestras actitudes en el hogar, vamos configurando ese traje que nos prepara para el banquete final. En cada puntada, lo confeccionamos o lo descosemos. Dios nos invita a la fiesta del amor, donde sentirnos uno, plenamente amados. Dios no ha escatimado en nada, ha matado los terneros y las reses cebadas. Lo tiene todo listo.

Esposos ¿Cómo va vuestro traje para la fiesta del amor? ¿Os estáis ayudando mutuamente a confeccionarlo y engalanaros con él?.

Oramos por el Sínodo de la Familia:
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