San Juan Bautista, mártir por el matrimonio.
Nos encomendamos hoy al San Juan Bautista. Es el primer mártir por el matrimonio. Él dio la vida por defender la verdad el amor humano entre hombre y mujer.
Y es importante esta Verdad, porque el matrimonio entre hombre y mujer nos ayuda a entender cómo Cristo en la Pascua se hace uno con su Esposa la Iglesia, de la misma manera, que para nosotros los esposos la entrega de Cristo, de su cuerpo, a la Iglesia y todo el proceso hasta llegar a esta unión, nos enseña a ser verdaderos esposos desde nuestro amor humano.
Por eso no es casualidad, que el Bautista, precursor de Jesús, el que lo antecede y nos anuncia su llegada, muera por defender la verdad del matrimonio. Viene para lo primero y muere por lo segundo. Es el nexo de unión entre al Antiguo y el Nuevo Testamento.
«Por un lado, el tema del amor humano pertenece al núcleo de la predicación del Bautista, que llegará a dar la vida por defender su verdad, la verdad del amor: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Mc 6,18). San Beda verá en Juan un mártir, aunque en sentido estricto no muera por confesar a Jesús; Y es que Jesús es la Verdad, y quien muere por la Verdad muere por Él. (San Beda: Homilía 23)» (Del libro Una sola carne en un solo Espíritu)
Por otro lado Jesús se presentaba como el esposo del Israel (El pueblo de Dios) y hubo cierta confusión con los discípulos del Bautista, que lo consideraban el Mesías (El Esposo). Juan responde que no merece ni desatarle las sandalias a Jesús. Este “desatarle las sandalias” significaba que pretendía a la novia según la ley del levirato. Todo el esfuerzo de Juan es que Jesús aumente, es decir, que vea descendencia abundante; y que él disminuya, porque no es el Esposo, como recordará a sus discípulos.
Por todo esto, Juan Bautista es todo un símbolo y un ejemplo para nosotros los esposos.
Hablemos ahora de Herodes.
Herodes respetaba a Juan, sabía que era un hombre honrado y santo y lo defendía, cuando lo escuchaba quedaba desconcertado y lo escuchaba con gusto. También en la etapa del enamoramiento los novios nos respetamos, vemos en el amado alguien maravilloso al que defendemos, nos escuchamos con gusto…
Sin embargo, un matrimonio que no ha edificado su amor sobre roca, llegada la ocasión, por diferentes motivos, la debilidad… permite que el esposo/a se vea arrastrado por las circunstancias incluso acabando con su matrimonio.
A veces, cuando nos dejamos arrastrar por el pecado, se va engordando nuestra falta hasta provocar un dolor desmesurado a nuestro alrededor. Es el camino de la destrucción. Un desorden lleva a otro y otro… A Herodes, la infidelidad le lleva a la lujuria por la hija de Herodías, de ahí a dejarse llevar por sus pasiones y le promete lo que quiera, de ahí al orgullo de tener que cumplir su promesa por la gente, del orgullo a la vanidad de creerse con autoridad sobre la vida de Juan, y acaba con el asesinato de un Santo (así lo reconocía él mismo) y desde luego, siente la tristeza.
Amar es mucho más que sentir, porque en el sentimiento amoroso buscado únicamente por sí mismo, puede haber realmente una búsqueda sutil de uno mismo. Para amar hay que salir de las impresiones y conocer al amado. El amor está llamado a madurar y madura en el compromiso y la fidelidad, está llamado a buscar el bien común. Consiste en decir “no mi voluntad sino la tuya” como Cristo en el preludio de su ceremonia nupcial, de su Pascua.
Oramos con el Salmo: Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú.