Admírate de lo que Jesús hace con tu amor.
“Viendo a la gente, le dio lástima”. Hoy Cristo mira a mi esposo (en genérico) y le da lástima, porque lo ve necesitado.
Hace un par de días, vimos cómo en el Catecismo habla de que los esposos hemos sido creados el uno PARA el otro como un AUXILIO en representación del auxilio que es Dios para nosotros. Otras veces hemos dado gracias a Dios por los dones que nos da a través de nuestro esposo.
Hoy en el Evangelio, Cristo nos dice a cada uno expresa y personalmente: – Dale de comer, porque tu esposo tiene un hambre que solamente a través de ti se puede saciar -. Es la llamada específica a ejercer nuestra vocación al amor conyugal. A Jesús le basta una pizca de disponibilidad y generosidad para transformar nuestro matrimonio: mis 5 panes y 2 peces al servicio de mi esposo. Es poco, ya lo sabemos.
Pero el Señor sigue hablando y le pide a mi esposo que se recueste y se prepare para saciarse de aquello que necesita. A mí me pide todo lo que tengo y todo lo que soy para entregárselo. Si damos a nuestro esposo lo que tenemos, no será suficiente, tiene sed de un amor infinito. Tenemos que ofrecérselo primero a Jesús y Él lo transformará y hará el milagro de la sobreabundancia. Aunque quede poco amor, aunque esté herido y maltrecho, dáselo a Jesús y Él lo multiplicará hasta que sobren 12 cestos llenos.
Levantemos los ojos al Padre con Cristo, bendigámosle con Él y pongamos nuestra confianza en la sobreabundancia con la que Dios responde.
No olvidemos lo que nos ama. Siente lástima por los que le necesitamos.
Oramos con el Salmo: Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores… cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.