Archivo por días: 8 julio, 2014

Un amor sin fe. Comentario del Evangelio para Matrimonios Mateo 10, 1-7

Un amor sin fe.

“…tener en cuenta el vínculo esencial entre la fe y la caridad, porque se iluminan uno al otro en su propia verdad. La caridad favorece la apertura y el encuentro con el hombre de hoy, en su realidad concreta, para llevar a Cristo y su amor a cada persona y a cada familia…” Benedicto XVI, 16 de febrero de 2012.

Hoy nos envía el Señor a acercarnos al misterio de la Iglesia que ilumina hondamente la vocación conyugal, los esposos no edificamos un hogar cerrado, no seguimos un camino de santidad casero, ya que nuestra gracia es gracia eclesial, proviniente del amor que constituye la Iglesia animados por su misma dinámica de comunión y misión.
Nuestro amor que viene de Dios está llamado a abrirse a los demás, hoy hay necesidad de que los matrimonios bautizados, en la celebración del matrimonio no solo generen una familia, un estado de vida: casado, sino que se genere Iglesia de modo que el amor mismo de la mano de Cristo, amor de comunión se vuelve misionero.

“Desde la teología del matrimonio puede entenderse bien que el punto de destino final de los siglos no esté en Cristo solo, sino en la unidad de Jesús y su Iglesia. Siendo relacional la vocación del hombre, como desvela la experiencia de la familia, relacional ha de ser también su construcción definitiva. A esto apunta la unión de Adán y Eva desde sus inicios creaturales,  según el símil desarrollado por san Pablo a los Efesios (Ef 5,21-33). Por tanto estudiar el matrimonio será necesario para entender quien es la Iglesia: cuerpo, Esposo, esposa, comunión, nuevo pueblo de Dios…(Una sola carne, un solo espíritu).

También hoy nos sorprende como a Judas Dios le da los mismos dones que a los demás. Le da poder para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Sin embargo luego acogerá en su corazón al padre de la perdición (Satanás) para entregar a Jesús.

Si no tenemos en cuenta el vínculo esencial entre la fe y el amor, también como Judas podemos ser esposos a los que Dios entregó el don, pero lo desaprovechamos por falta de fe. La caridad (Amor con mayúsculas) que nos da Cristo a todos, nos lleva a hacer muchas cosas por nuestro esposo e hijos: trabajar, lavar, cocinar, dedicarles tiempo… Llevaremos su amor a cada uno de ellos, pero no le llevaremos a Cristo, pues no le conocemos.Sin fe, destruimos la comunión, como le ocurrió a Judas,que lo dejó todo por seguir a un cristo a su medida. También nosotros a pesar de haber dejado todo por casarnos y formar una familia, podemos desperdiciar el don de Dios, quedando nuestro amor expuesto a intereses egoístas o juicios subjetivos, obrando desde sí y para sí impulsados por las modas de la sociedad … 

Si hacemos división entre fe y caridad, hacemos también división entre cuerpo y alma, mente y materia, conciencia y libertad…

Jesús, quiero corresponder a Tu llamada. Pronuncias mi nombre y en el altar yo también pronuncié mi nombre para entregarme a Ti através de mi esposo y los hijos que nos dieras, al don de la vida y de la gracia. ¡Qué sería de nuestras vidas sin Tu presencia en nuestras almas! Ayúdanos a valorarla y a cuidarla con mucho cariño, cada día.
Que demos testimonio de tu amor en medio de nosotros y de una sociedad que sufre por no conocerte.
Te pedimos por todas aquellas familias que aún no te han conocido y andan en tinieblas para que algún día abran los ojos de sus corazones al amor de Dios. También te pedimos por aquellos matrimonios que aun habiendo escuchado que eres la Verdad, el Camino y la Vida, no te buscan con fe en las cosas de cada día.

Para que todos con el Salmo busquemos continuamente el rostro del Señor: Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca.
El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Amén!

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 32-38

Esposos para la construcción del Reino.

Después de curar Jesús a los ciegos, cura a los mudos. Empezamos con la ceguera. No vemos nada y Jesús nos muestra la verdad. El siguiente paso es atreverse a hablar de ello. Algo (o más bien alguien) nos intenta convencer de que hacemos el ridículo, nos van a ver raros o mil razones para no dar testimonio. Pero la mies es mucha. De nosotros depende la curación de miles, millones de matrimonios y familias que viven aún en la ceguera autodestruyéndose.

Evidentemente, la acción eficaz que es causa del «mucho fruto» es la gracia de Dios. Por tanto, 2 cosas: 1ª No tengáis miedo. 2ª La comunión con él en la oración, es imprescindible. -. La oración que Jesús pide a la Iglesia se refiere a la petición de incrementar el número de quienes están al servicio de su Reino.[…] Así, primero nace dentro de nuestro corazón el asombro por una mies abundante que sólo Dios puede dar; luego, la gratitud por un amor que siempre nos precede; por último, la adoración por la obra que él ha hecho y que requiere nuestro libre compromiso de actuar con él y por él.- (S.S. Francisco, 16 de enero de 2014, Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones).

Después de que expulsó al demonio, comenzó a hablar el mudo. Así sucede con nuestra alma: aspira dones espirituales muy elevados y nosotros la tenemos callada con un demonio que le impide hablar todas las cosas buenas de Dios. Este demonio seguramente es nuestro orgullo, soberbia, miedos…
Permitiremos dejar hablar a nuestra alma todas esas Palabras que nos han curadoy dado Vida, que quiere transmitir de Dios, sobre la unión.

Cristo no se olvida de nosotros. Él desea seguir curando, pero «le faltan» pies y manos, «le faltan» corazones y bocas, «le falta» quien lo quiera acoger. Para que en las diferencias, el esposo y la esposa, alcancen una unidad dinámica, no fusional, que los saca de sí y les pone en un camino hacia una misma meta: Dios. Dios nos hace una sola carne cuando nuestra libertad empieza donde la libertad del cónyuge, integrando en la unidad todos los elementos que forman este amor en el alma y en el cuerpo.

Esta compasión que siente Jesucristo por tantos matrimonio y familias perdidas, que viven juntos apoyándose en su débil voluntad, dando lugar a vínculos muy líquidos, que les crean inquietud y grandes angustias. Alguien nos preguntaba este fin de semana ¿Por qué Dios permite esto?. Evidentemente Dios no lo quiere, pero ha de respetar nuestra libertad, pero si lo permite es para que se muevan nuestros corazones por Su compasión y hagamos algo por ellos. Dios necesita obreros que le asistan, entregados y generosos.

Pidamos a Cristo que nos envíe hombres y mujeres que no teman dar su vida para seguir a Cristo incondicionalmente, anunciando la belleza del matrimonio y la familia, el Proyecto de Amor, que Dios tiene para ellos y está deseando realizar en sus vidas, abrazándoles y sosteniéndoles. Dios busca matrimonios que quieran acoger este don.

De ti depende.