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Los signos de los que creen. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 16, 15-20

EVANGELIO
Proclamad el Evangelio a toda la creación
Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor.

Nota: Proyecto Amor Conyugal anuncia un retiro para matrimonios que se celebrará en Madrid entre los días 16 y 18 de junio.

Hay pocas plazas. Para más información pincha aquí:
https://proyectoamorconyugal.es/retiro-matrimonios-proyecto-amor-conyugal-madrid-16-17-18-junio-2017/

Los signos de los que creen.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hablemos hoy de esos signos que acompañan a los que creen. Para ello, proponemos algunas escenas conyugales:

Autoridad frente al mal (Echar demonios en Nombre de Cristo): Él ha superado ya los límites de su paciencia. Han ocurrido varias cosas de esas que le sacan de quicio, y ya no es dueño de sí. Ella se da cuenta, y en lugar de ponerse a la defensiva y echar más carne en el asador, decide rescatarle en el nombre de Jesús. Aguanta el chaparrón, porque él le dice cosas duras, pero ella, se ha preocupado de descubrir qué es lo que mejor le sienta a él en esas situaciones. Abrazarle, esa es la clave. Así que, en cuanto ve la oportunidad porque él está un poco más tranquilo, le abraza y le dice: “Anda, tontorrón, con lo que yo te quiero. Y le da un beso. Él se deshace y le pide perdón.

Capacidad de comunicar (Hablar nuevas lenguas): Lucía viene llorando. Su cuñada, le ha dicho cosas muy duras, a pesar de lo mucho que Lucía ha hecho por ella. Su esposo la recibe. Sabe que su mujer es muy emocional, así que, tiene que cambiar el chip y entrar en modo “diálogo de sentimientos”. Así que, su misión es que ella se sienta escuchada, comprendida, y que sienta que su esposo le acompaña en ese sufrimiento. Ella dice cosas duras de la hermana de su esposo, pero él no entra en defenderla o justificarla. Solamente escucha y profundiza en el dolor de su esposa. Le dice cuánto la comprende en su dolor. Él llega a sufrir por lo que ella está sufriendo, profundizando en su corazón. Al final, él no le da ninguna receta, ningún consejo, solamente comprenderla. Ella ha sentido que su esposo ha estado a su lado en aquella situación. Cuando ya está más tranquila, él le habla de cuánto le quiere Dios, que está con ella, que nunca la abandona y que utiliza su sufrimiento para redimir. Le anima a ofrecerlo, que su sufrimiento vale mucho.

Superará las propias tentaciones (Tomar serpientes en las manos): Ella está muy cansada y quedan muchas cosas por hacer. Una vez más, él se escaquea. Inmediatamente empiezan a entrarle pensamientos en la cabeza, sobre si ella nunca tiene descanso, que ella trabaja mucho más, que es la chacha de la casa… Pero no va a escuchar todo eso. Va a servir con amor, en el nombre del Señor, que también vino a servir y no a ser servido. Y además, va a hacerlo con alegría, porque el Señor está con ella, y porque por encima de ella, quiere agradar a Cristo en su esposo, quiere que el único espectador de aquel esfuerzo sea Dios. Quiere que su servicio no se note, para que no puedan pagárselo con alabanzas ni agradecimientos. ¡Gloria a Dios! Grita.

No verse afectados por las críticas (Beber veneno y no morir): Unos esposos opinan diferente, y su conversación acaba en discusión. Él le dice a ella que todo le molesta, y que no es capaz de aceptar que otros piensen de forma diferente. En estas situaciones, ella se solía quedar herida y le costaba mucho perdonar a su esposo porque se sentía despreciada. Pero en esta ocasión, decide no darle importancia a aquellas palabras. Son fruto de los nervios y seguro que el Señor no se lo habría tenido en cuenta ni se lo habría echado en cara. Así que, le perdona y ambos continúan pasando un día agradable juntos. Ya intentarán aclarar sus diferencias sin miedo en otra ocasión, porque saben que, aunque se enfaden, se perdonarán y recuperarán su unión.

Llevar a Cristo: esperanza, misericordia y caridad, a quienes necesitan de Él (Imponer las manos a los enfermos y que estos queden sanos): Un matrimonio está sufriendo. Son muy distintos y se creen incompatibles. Unos esposos que han descubierto el amor de Dios, van en su ayuda. Les hablan de la belleza del matrimonio, de que no han aprendido a amarse y eso se aprende, de que María les quiere ayudar, que Cristo está en medio y hará el milagro. Aquel matrimonio herido se llenan de esperanza y deciden recomenzar y luchar por su matrimonio y su familia, ese gran tesoro.

Madre,
Que seamos humildes para acoger todo lo que Dios quiere dar a través de nosotros. Que todo lo hagamos en Su nombre. Que todo sea para mayor gloria de Suya. Ayúdame a perseverar en el amor de Dios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Totalmente Suyo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 1-8

EVANGELIO
El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 1-8

Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? ».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Palabra del Señor.

Nota: Proyecto Amor Conyugal anuncia un retiro para matrimonios que se celebrará en Madrid entre los días 16 y 18 de junio.

Hay pocas plazas. Para más información pincha aquí:
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Totalmente Suyo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dos cosas son necesarias nos dice Jesús: Nacer de agua y de Espíritu. No es suficiente con haber recibido el sacramento del bautismo, si luego no nazco del Espíritu Santo, si vivo según la carne, mis pasiones, mis deseos desordenados, mis gustos… No basta con rezar e ir a la Eucaristía. ¿Cómo nacer del Espíritu? Dejándome transformar por Él en los sucesos de cada día, pequeños o grandes.

El Espíritu gobierna mi matrimonio, gobierna mi paternidad, en mi trabajo, con los amigos, con los familiares, en mis ratos de ocio. Cristo está presente entre nosotros a través del Espíritu Santo, y Cristo actúa en mi vida y en la vida de los que me rodean, pero tengo que dejarle ser Dios. Si le entorpezco con mis criterios, con mis decisiones o con mis caprichos, ya no sale Su obra como Él quería. Por tanto, sólo puede actuar si tiene la seguridad de que me he entregado a Él y sólo le sirvo a Él. Esto implica totalidad, todo de mí y para siempre. Siempre dispuesto a cambiar, a reconvertirme, sin tener dónde reclinar la cabeza como Él, abrirme al Espíritu imprevisible, que no sé ni de dónde viene ni a dónde va. Un poco drástico, sí, pero Dios es grande y generoso. En sus manos nada temo.

Retomamos la historia de Sandra. “Mantén la calma”, le decían las monjas Carmelitas, mientras por su parte, se comprometían a rezar por su esposo. Aquél egoísta y vanidoso empedernido que solamente le preocupaba él y su imagen pública. Sandra no sabía qué hacer para alcanzar esa capacidad de mantener la calma a pesar de los desplantes y las broncas de su impetuoso marido. Hasta que leyó la oración de Santa Faustina Cowalska “Jesús, confío en Ti”: “¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te ira mejor…” http://www.oblatos.com/jesus-en-ti-confio/

Sandra entiende que tiene que dejarse descansar en el Espíritu. Todo en Sus manos. Todo. Los errores de Su esposo, sirven también para que el Espíritu vaya actuando, aunque ella no los entendiera. El Espíritu va a actuar siempre. De la renuncia nace la unión, con Dios y con mi esposo. Aquella noche, su esposo puso música clásica a todo volumen, una vez más. A Sandra le pone muy nerviosa cuando hace eso. Encima, se metió en el cuarto de baño a leer los whatsapp. ¿Para qué pone la música, si se va al cuarto de baño?. Es que no piensa nada en mí… Comenzaron las tentaciones. Pero Sandra se había consagrado al Corazón de Jesús. Ya no se pertenece a sí misma, sino a su esposo y por medio de él, a Dios. Y pensó: “Si mi Señor quiere permitir esto, bendito sea el Señor”. Sandra se repetía una y otra vez: “Ven Espíritu Santo y purifícame”. No podía quejarse, no era ella de quien se tenía que preocupar, sino de agradar a su esposo y a Dios. De este ejercicio de renuncia de sí misma, moría a la carne y nacía del Espíritu. Así un día, y otro día. “Ven Espíritu Santo, purifícame”. Y la unión se iba construyendo por intervención Divina. Su esposo, como ya contamos, se acabó convirtiendo y poniendo a Dios y por tanto, su matrimonio, en el centro de su vida.

Madre,
Ayúdame a renunciar a mi yo, naciendo de la voluntad de mi esposo, para que el Espíritu pueda apartar de mí todo lo que me separa del amor a Él y a Dios. Te doy gracias porque a través de mi esposo, puedo nacer del Espíritu, puesto que el Espíritu está en nuestra unidad conyugal. “La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular”. Cristo ha resucitado en mi matrimonio. ¡Aleluya!

¿Testigos? ¿A quién creer? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 16, 9-15

EVANGELIO
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

Palabra del Señor.

Nota: Proyecto Amor Conyugal anuncia un retiro para matrimonios que se celebrará en Madrid entre los días 16 y 18 de junio.

Hay pocas plazas. Para más información pincha aquí:
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¿Testigos? ¿A quién creer?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús “les echó en cara su incredulidad”. ¿Cuántas veces ha ocurrido esto en el tiempo que estuvo entre ellos? No es habitual que Jesús eche en cara algo. Sin embargo, la incredulidad respecto al testimonio de otros, debe tener una importancia especial ¿No os parece?

El testimonio de otros, tiene tanta importancia para Dios y para la Iglesia, que se eleva al honor de los altares a muchos como beatos y santos. Muchos que se consideran modelos de identificación cristiana. Porque claro, también existe la mentira. ¿Cuándo creer y cuando no? Por un lado, tiene que haber una conexión entre el testimonio y la revelación, para que éste sea fiable. Por otro, cuando alguien da testimonio, se compromete personalmente con la causa, en algunos casos llegando incluso a dar la vida. Cristo habló de que resucitaría al tercer día (revelación) y vienen unos discípulos diciendo que lo han visto resucitado (se comprometen personalmente viniendo y dando la cara ante todos), y no les creen. Jesús, después de echarles en cara su incredulidad, les envía a proclamar el Evangelio, y ¡Ay! de los que no les crean.

Dejábamos ayer a medias la historia de Paco, que después de una vida de egoísmos y de utilizar a los demás en su propio beneficio, se convierte y decide aplicar el Evangelio en su vida. Obviamente, Paco había dejado muchas heridas en sus seres queridos y no tan queridos. Pero después de su conversión, Paco acabó teniendo muchas personas alrededor que le querían, aunque le costó mucho recuperar su confianza. Al principio, cada cosa buena que hacía por ellos, era interpretada como: “seguro que quiere algo a cambio”.

Pero Paco, continuaba hablando de Dios Amor, y siendo coherente con el Evangelio; ya no era dueño de su vida, dejaba que todo fuera hecho por Dios, entregó a Dios su voluntad curando así su orgullo. Como decíamos, había perdido poder en su trabajo y su “prestigio” se había visto muy afectado por aquel cambio. Se había implicado con la causa aceptando las consecuencias que pudieran venirle. Lo más importante en todo testigo es la autoridad de que éste está revestido, y la mayor autoridad la da la coherencia entre la verdad que se afirma y la vida que vive. Paco ya no era tan admirado en su trabajo, pero seguía entregándose por amor a Dios. No era tan “líder” en su casa, ni quedaba tan bien con sus amigos por saber tanto de todo, pero la Buena Noticia no es eficaz si no la proclama un “hombre nuevo”. Y eso, nadie lo negaba, ni su esposa, ni sus hijos. Paco era un “hombre nuevo”.

Ahora Paco es ante todo, testigo de la resurrección de Jesús, y su esposa está locamente enamorada del “nuevo” Paco.

¿Queréis conocer también la historia de la esposa de Paco? No os la perdáis. Continuará… mañana.

Madre,
Te doy gracias porque he creído. Tú has estado pendiente de mí, hasta que he creído. Cristo ha resucitado, y está aquí, a mi lado, en mí. Y me ama tan intensamente, que no me abandonará nunca. Y de eso, soy testigo, Madre. Alabado sea el Señor que nos ha salvado. ¡Aleluya!

Sorprendentemente abundantes. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 21, 1-14

EVANGELIO
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Sorprendentemente abundantes.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Podemos estar trabajando y esforzándonos toda la vida, y hacer muchas cosas, pero si no trabajamos en la dirección que nos dice el Señor, no recogeremos ningún fruto. Y viceversa, si nos ponemos en sus manos, si trabajamos para Él, los frutos serán sorprendentemente abundantes y nos esperará con la mesa puesta cuando volvamos a estar junto a Él en la otra orilla de la vida.

Paco, se cansó de ser un tiburón de los negocios. Son muchos sinsabores, muchos codazos, mucha tensión para que no te muevan de la silla que has conseguido a base de triunfos personales. Todo vale con tal de llegar más alto. Pero le faltaba paz interior, estaba irascible, era poco permisivo con los errores de los demás y como creía que todos los logros eran suyos, esperaba también mucho de la vida y de todos. Pero la realidad, no era así. Se sentía solo, rodeado de gente que le buscaba únicamente por el interés. Su esposa era un trofeo más, algo que había conquistado él con su esfuerzo y su atractivo personal. Así que, esperaba una buena compensación, un premio. Mucho cariño, atenciones, y que le acompañara cuando a él le venía bien y le dejara tranquilo también cuando le parecía necesitarlo. Paco era el centro de su mundo, pero su mundo se estaba comiendo su vida, y no generaba nada de interés. Así que Paco decide empezar a aplicar en su vida el Evangelio, para ver qué ocurría.

Le costó mucho despegarse de su ambición, y en cuanto se descuidaba, se descubría pensando en él mismo. Lo menos cansado, lo más cómodo, lo que más le apetecía… ¿Cuántas veces pensaba en él a lo largo del día? Era incapaz de contarlas. Pero poco a poco y con la ayuda del Señor, empezó a echar las redes pensando en los demás. Trabajaba por el bien común. En casa no buscaba atenciones, buscaba hacer feliz a su esposa. Se anticipaba a los olvidos de su esposa: Por ejemplo, como se le solía olvidar sacar dinero, cada vez que iba al cajero, sacaba también para cuando ella lo necesitara. Era él quien le solía bajar el volumen del móvil para que no le despertara por la noche, era él quien le tapaba, quien le apagaba la luz de la mesilla cuando se quedaba dormida. Ya no se olvidaba de dejar la cortina de la ducha descorrida para que se secase… En el pensamiento de Paco estaba la voluntad de Dios y estaba su esposa.

Ahora Paco gana menos dinero y tiene menos prestigio, pero hay mucha gente que le quiere, especialmente su esposa. El corazón de Paco está tan lleno del cariño que recibe sin buscarlo, que hay veces que le parece que le va a reventar.

Pero ¿Cómo recuperó Paco la confianza de los demás después de tantos actos de egoísmo? Continuará…

Madre,
Sabemos que el Señor está ahí, a nuestro lado, aunque no le veamos o no nos demos cuenta. A veces nos da la sensación de que le buscamos nosotros, y es al contrario, es Él quien nos busca y está atento a todo lo que nos ocurre y todo lo que necesitamos. Alabado sea y bendito sea por siempre nuestro Señor Jesucristo. ¡Aleluya!

Desandar el camino. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 24, 13-35

EVANGELIO
Lo reconocieron al partir el pan
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
– «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
– «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
– «¿Qué?».
Ellos le contestaron:
– «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
– «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrará así en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea a donde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
– «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
– «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
– «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Desandar el camino.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

A veces, como los discípulos de Emaús, tenemos un contacto con Jesús y con la fe, que interpretamos a nuestra manera, pero acaba por desilusionarnos.

Los discípulos esperaban que Jesús reinase en Israel, como cualquier otro rey conquistador y victorioso. Pero el reinado de Jesús no es de este mundo. Como dice San Juan Pablo II, es importante la experiencia de descubrir que lo invisible determina más nuestra vida que lo visible. Entonces Jesús, les explica las Escrituras y se hace presente entre ellos al partir el pan.

Tenemos que aprender a aplicar nuestra fe a nuestra vida, en nuestra vocación concreta de esposos.

Continuamos con la historia de ayer, de Laura y David. Laura estaba enamorada del Señor, pero era un enamoramiento emocional. Se sentía bien rezando, experimentaba paz cuando estaba en oración o iba a un retiro. Así que, Laura, que no se sentía amada por su esposo, se refugiaba en su relación con Dios, que no le daba quebraderos de cabeza. Su sed de comunión la saciaba de esa forma. Pero ella no tenía su interés puesto en su relación con David. Era como si las promesas del Señor no fuesen aplicables a su relación conyugal. Aquello era un sinsentido, porque si estaban unidos por un Sacramento ¿Cómo no iba a estar Jesús presente entre ellos? Pero los ojos de Laura, como los de los discípulos de Emaús, no alcanzaban a verlo.

Entonces, Laura, se interesó por la verdad del matrimonio. Era como si San Juan Pablo le abriese los ojos y le hiciera comprender, mientras ardía su corazón: Su relación con su esposo no era separable de su relación con Jesús. No podía dejar de amar a su esposo y amar a Jesús, a pesar de que no recibiese de su esposo lo que ella esperaba. Tenía que entregarle a su esposo el amor que había recibido de Dios, en lugar de estar siempre esperando recibir de él todo lo que ella consideraba que debería darle. Entregarle el amor de Cristo era su misión, su manera de ser fiel a Dios y a su sacramento.
Laura tuvo que desandar el camino que había iniciado en su relación con su esposo, y comenzar de nuevo, pero esta vez, de otra manera, después de haber comprendido las Escrituras. Después, le contaba a otras esposas lo que le había pasado…

Madre,
Queremos meter a Dios en nuestros parámetros, en lugar de meternos nosotros en los suyos, y esto nos hace perdernos de vez en cuando. Pero gracias por iluminarnos el camino. Alabado sea el Señor que nos muestra la Verdad y nos lleva a ella con tanta paciencia. Gloria a Ti por siempre, Señor.