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Ordenad en mí el amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 57-62

EVANGELIO
Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal organiza un retiro para matrimonios y familias en Madrid, entre los días 21 y 23 de octubre. Pedimos vuestras oraciones.

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Ordenad en mí el amor.

Este Evangelio está perfectamente explicado por San Agustín, así que expondremos sus comentarios.

Hay tres candidatos a seguir a Jesús. El primero que le dice “Te seguiré adonde vayas”, Jesús intenta disuadirlo ¿Por qué? Porque ve en su corazón, y su intención no es limpia, es egoísta y busca su interés. Jesús le responde haciendo alusión a las madrigueras de las zorras y los nidos de los pájaros. San Agustín interpreta las madrigueras de las zorras como escondrijos, que representan la doblez y falsedad de su interlocutor. Y los nidos están en las copas de los árboles, lo que él interpreta como un símbolo del orgullo de aquel que se postulaba para seguirle. Es evidente que un mentiroso y orgulloso, no puede seguir al Señor.

El segundo candidato no dice nada, sin embargo, el Señor le dice “Sígueme”, a lo que él responde que antes debía enterrar a sus muertos. Esto es una obra de piedad, y por tanto, le gusta al Señor, pero le responde “deja que los muertos entierren a sus muertos”. Interpreta San Agustín que viene a decirle: Hay algo más importante que el amor a los padres, y es el amor a Dios. Deja que los infieles entierren a los muertos, tú sígueme.
El último le dice que antes debe despedirse de su familia. Por si ellos tuvieran algo mejor que ofrecerle. Jesús le responde que seguirle es una determinada determinación y no se puede mirar para atrás, o no vales para seguirle.

En esta hermosa explicación, que podéis leer completa en esta dirección http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/13C/ev_Ag.htm San Agustín hace referencia a un texto del Cantar de los Cantares: “Ordenad en mí el amor (Cant 2,4)”. Creo que esta es la clave. Creo que en mi respuesta a la llamada de Dios, es muy importante que ordene en mí el amor: Primero Dios, después mi vocación de esposo, después mis hijos, después otros hijos de Dios y por último, yo. Siguiendo este orden de prioridades, puedo seguir al Señor.

Madre:
Aparta mis dobleces y mi orgullo, ordena mi amor y no dejes que otras cosas me distraigan y vuelva a desordenarlo. Quiero seguir al Señor, Él me ha llamado. Me someto a ti para que Tú me guíes hasta Él. No busco comodidades, ni un sitio donde reclinar la cabeza. Sólo busco recostarme en su pecho, como Juan. Todo por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¿Dónde me duele? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 51-56

EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal organiza un retiro para matrimonios y familias en Madrid, entre los días 21 y 23 de octubre. Pedimos vuestras oraciones.

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¿Dónde me duele?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

No recordamos otro pasaje del Evangelio en el que diga expresamente que Jesús regañó a sus discípulos. ¿Qué tiene de especial esta escena? Han sido ofendidos por los samaritanos, despreciados, y su respuesta es desearles un mal a cambio. Adelantaron el juicio, erigiéndose como jueces, los consideraron culpables y los condenaron. Incluso consideraban que podían disponer del “fuego divino”, como el castigo que infringió Elías contra los sacerdotes del Dios Baal. Dicen que aquel día, se inventó la barbacoa  (perdonad la broma).

Ante esta situación, hay dos tipos de dolor: 1. El de los discípulos, que ofendidos, se creen en posesión de la verdad y la justicia divina (mal entendida). 2. El de Dios, que desea que todos le acojan, se conviertan, sean hermanos y se amen.

Cuando creo que mi esposo debería haber tenido algún tipo de atención, me debería haber acogido tal como soy o alguna situación similar, ¿Siento dolor?, cuando en sus actitudes no acoge a Cristo ¿Siento dolor?. Pero ¿Dónde me duele? En el orgullo o en el alma. Cuál de los dos tipos de dolor siento, ¿Aquel en el que me miro a mí y las que considero sus obligaciones para conmigo? O aquel en el que enamorado, deseo que mi esposo se construya y crezca. Si tengo dudas, de cuál de esos dos dolores es el mío, puedo fijarme en mis reacciones: Si le recrimino o por el contrario rezo por él/ella para ayudarle en su camino hacia Dios.

Esta respuesta debe ser muy importante para Jesús, porque si recrimino a mi esposo, Él se daría la vuelta y me regañaría. La respuesta al mal debe ser la mansedumbre y la misericordia. Con los mismos sentimientos de Cristo, estaré listo para ayudar en el nombre del Señor.

Madre:
Cuántas veces nos corrige el Señor en nuestras actitudes ante nuestro esposo. Algunas nos las repite una y otra vez, pero lo necesitamos. Necesitamos ir tomando conciencia de cómo vivir el reino de Dios, el que Cristo nos ha traído. Perdona por mi tozudez y sí, sígueme insistiendo por favor. Necesito mucha insistencia porque soy un pecador. Alabado sea nuestro Señor, que nos ama y hoy nos regaña. Amén.

Imponer o acoger. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 46-50

EVANGELIO
El más pequeño de vosotros es el más importante

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir».
Jesús le respondió:
-«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

Palabra del Señor.

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Imponer o acoger.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor exige libertad. Obviamente, si el que entrega algo no lo hace voluntariamente, eso no es amor.
En nombre del amor, se intentan imponer muchas cosas. De ahí la obsesión de corregirnos mutuamente. Al final las cosas tienen que ser como yo digo, y si no…
Cuando nos imponemos provocamos dolor. Cuando acogemos al esposo, hacemos que se sienta a gusto. Primero se tiene que sentir comprendido y después tiene que sentir que no busco nada para mí, sino que quiero ayudarle y ante todo busco su bien o un bien común.

Los apóstoles hablan de imponerse (por vanidad) y el Señor les responde con “acoger a los más débiles” (por amor). ¿Cuál de las dos actitudes quisiera que tuviera mi esposo conmigo?. Al imponernos nos perdemos mucho. Perdemos la confianza el uno en el otro, se levantan defensas que no nos permiten construir una intimidad, ni nos permiten crecer en comunión.

Desterremos esta actitud de la imposición, como si de la peste se tratara, porque realmente es una enfermedad grave del matrimonio. Sustituyámosla por la de acoger “en nombre del Señor”. El matiz es importante, acoger como querría acogerle el Señor.

Madre:
Te pedimos que aprendamos a acoger en nombre del Señor. Así vino Cristo a Tu vientre, así acogiste Su sacrificio en la Cruz. Así quiero aprender a acoger a mi esposo, con ternura, compartiendo su dolor y uniéndome en su misión. Amén.

Un abismo entre tú y yo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 16, 19-31

EVANGELIO
Recibiste bienes y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
– «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
«Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas».
Pero Abrahán le dijo:
«Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros».
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también vengan ellos a este lugar de tormento».
Abrahán le dice:
«Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen».
Pero él le dijo:
«No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán»
Abrahán le dijo:
«Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto»».

Palabra del Señor.

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Un abismo entre tú y yo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Entre el pobre y el rico del Evangelio de hoy, siempre ha habido un abismo. Jesús en su parábola, le da la vuelta a la tortilla, y representa en el cielo la misma escena que había en la tierra, pero al revés. Efectivamente, el rico había abierto entre él y el pobre, un abismo infranqueable en la Tierra. Tanto, que el rico ni si quiera cae en cuenta de aquel pordiosero. Es el mismo abismo infranqueable que no separa hoy día de los más pobres: Los mares, la vallas, las fronteras… nuestra ignorancia, nuestra indiferencia…

El pecado del hombre rico, no parecía “mortal”. No robó ni mató, como dicen ahora ¿no?. El pecado del rico era lo mucho que se había distanciado de su hermano. El pobre hubiera querido acceder al mundo del rico, sin embargo, no le era posible alcanzarlo.

La pregunta ahora es para los esposos: ¿Cuándo abro yo un abismo entre nosotros? ¿En qué aspectos me distancio de mi esposo o qué me distancia de él/ella? Sí, porque he sido creado para que seamos uno entre nosotros, avanzar hacia esa unidad completa que es el reino de Dios. Podríamos decir, que la distancia que abramos entre nosotros, será la que nos distanciará del paraíso. Cuanto más insensible me haga a las necesidades de mi esposo, más me habré distanciado del reino de los cielos. Es la distancia y la indiferencia ante el necesitado lo que no soporta Cristo, y yo he sido creado como la ayuda adecuada de mi esposo.

Madre:
Más que ver a mi esposo con actitud de competitividad, de quedar por encima o de resentimiento o venganza por aquello que me hizo… que le mire con compasión, que le vea como ese pobre necesitado, que a veces me suplica un poco de atención, un poco de cariño… Que no haga falta que resucite un muerto para darme cuenta de esto. Ya tengo al Señor que me lo muestra hoy claramente. Bendito sea por siempre. Amén.

Vulnerable. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 43b-45

EVANGELIO
Al Hijo del hombre lo van a entregar. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 43b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Palabra del Señor.

Vulnerable.

En la preparación al matrimonio, nos gustaría poder transmitirles a los novios en medio de sus planes de boda, viaje de novios, etc.: Que vas a ser entregado en manos del otro. Sí, me hago vulnerable: Por mi amor a mi esposo y por mi compromiso con él/ella en el que ambos nos hemos prometido entrega total mutua, me comprometo a dar la vida por él/ella con tal de llevarle hacia Dios. Para ello, puedo unir todas mis oportunidades de sufrimiento al sufrimiento de Cristo Salvador.

Pero sabiendo esto, voy al matrimonio porque le amo y estoy dispuesto a ofrecerlo todo por él/ella. Porque el que no entrega su vida la perderá. Porque así lo hizo mi Maestro y fue entregado en manos de Su pueblo, y Su pueblo lo asesinó. Se hizo vulnerable a Su Esposa la Iglesia por amor, y por amor murió por ella. No hay amor más grande.

Tu Pasión, es puro amor, Señor. Te contemplo admirado, anonadado, lleno de tanto amor ante tanto odio y tantos desprecios. Veo cómo te desgarran el Corazón y te dejas, no te quejas, lo entregas al Padre voluntariamente, por los que te hemos traicionado. Tú conviertes la violencia en vida, mi traición a Dios en amor al Padre, porque lo das Tú por mí. ¡Oh Señor mío! ¿Qué pureza hay en ti para mirar así a quien tanto te ofende?

Y es que, si todo acabase ahí, en ser entregado en manos del otro, “no trae cuenta casarse”, como dirían los apóstoles. Pero el Señor da el ciento por uno, y cuando voy al matrimonio a entregarme, dispuesto a sufrir por amor a él/ella, puedo colaborar en su salvación con la Gracia de Dios. ¿No es una misión preciosa? ¿Para qué sirve la vida si no es para entregarla?

Madre:
Que nunca tenga miedo a colaborar con Tu Hijo en la construcción del reino de Dios en mi matrimonio y mi familia. No me importa sufrir con Él por ellos, con tal de que ellos se salven y vivan eternamente unidos a Dios. ¿Hay en la vida algo más hermoso? Glorifícanos en Ti, Señor. Amén.