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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Impregnados del Santo Aroma.
Cada vez soy más consciente de la acción de Dios en mi vida y en nuestro Matrimonio. Cada vez soy más consciente de que no soy yo quien lo hace, sino que es el Espíritu del Señor el que lo hace. Pero ¿Me acuerdo de alabarle y darle gracias cada vez? Muchos desean tener presente al Señor en todo momento. Pues este puede ser un buen camino para ello: Alabarle y darle gracias por todo lo que sucede en mi vida y en nuestro matrimonio.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Esteban: ¿Qué tal hoy, Nati?
Natalia: Un día maravilloso, Esteban. Estoy pletórica con los frutos que ha dado Ntra. Madre en tantos matrimonios a través del retiro.
Esteban: Qué bien. ¡Te veo radiante! Cómo se nota que el Amor de Dios ha pasado por tu alma y la ha dejado impregnada de Su Santo Aroma. ¿Le has dado las gracias?
Natalia: Nooo. ¿Cómo iba a hacerlo sin ti? Te esperaba para poder alabar juntos a Dios. ¿Nos vamos a adorar al Santísimo como cada día?
Esteban: Me parece una idea maravillosa. Me encanta estar con Él y contigo, las dos personas por las que he entregado mi vida. Le debemos tanto al Señor…
Madre,
Que nunca seamos desagradecidos ni por lo bueno que ocurre ni por lo malo que Dios permite, siempre para nuestra purificación y para un bien mayor. Bendito y alabado sea Jesús Sacramentado que tanto bien hace en nuestros corazones de esposos enamorados. Amén.