Mirada en lo eterno. Comentario para Matrimonios: Marcos 13, 24-32

EVANGELIO

Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo el cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».

Palabra del Señor.

 

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Mirada en lo eterno.

Quizás hay síntomas en mi matrimonio, que son señales de que no estamos creciendo en el camino hacia la caridad conyugal. Me interesa conocer el origen en mí que impide ese crecimiento, porque la vida se acaba muy rápido, y es mi única oportunidad de llegar a Dios. ¿Qué hacer? ¡Lo que sea! Menos conformarme o abandonar. Lo primero es pedirle ayuda a mi esposo y eso implica mostrarle lo que hay en el interior de mi corazón, por muy malo que sea y muy mal que huela. Puede que me dé algo de vergüenza mostrarle lo peor que está adherido a mí, pero todo eso pasará y yo tengo que vivir con la mirada puesta en lo eterno.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Últimamente estoy en actitud de oposición hacia ti. Todo lo que haces lo critico en mi interior y mis pensamientos hacia ti, son negativos.
Marta: Vaya, esposo. Cuánto siento que estés viviendo esa situación. ¿Desde cuándo te ocurre?
Paco: Desde el miércoles pasado.
Marta: El miércoles, el miércoles… déjame que piense… Ah, sí. Ya lo tengo. Tuvimos una discusión porque había tomado yo la reserva de la escapada que teníamos programada, porque venía mi madre a vernos. Tú me dijiste que te sentías despreciado y yo te dije que eras un egoísta.
Paco: Sí. Eso. Me pediste perdón, y pensé que había perdonado. Pero es verdad que ese sentimiento de que no te importo, me dejó huella. Y lo viví además como una traición por haberlo decidido a mis espaldas.
Marta: Cariño, te pedí perdón y te lo vuelvo a pedir, pero es verdad que no he reparado por lo que te hice. Ahora mismo voy a llamar a mi madre, para decirle que no venga, que tengo algo muuucho más importante que hacer, y es estar con mi esposo un finde solitos. Lo hice mal y sin pensar, pero ahora te voy a compensar. Ya lo verás.
Paco: Muchas gracias, Marta. Me has aliviado mucho. No necesito que hagas eso. Al ver tu acto de amor hacia mí, me he dado cuenta de que estaba sospechando de tu amor. Lo he hecho mal yo tu generosidad me ha hecho verlo. Perdóname.
Marta: Perdonado.
(Y se abrazan para firmar una sanación y una reconciliación sincera que recupera la comunión entre ellos)

Madre,

Qué importante es vivir con los ojos puestos en lo eterno. Dispuestos a lo que sea con tal de ser fieles a la voluntad de Dios. Damos muchas gracias al Señor por esta luz del Evangelio de hoy. Alabado sea por siempre.

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