La firmeza no está reñida con la bondad.
Hoy Jesús combina 2 virtudes que a nosotros nos cuesta unir. La firmeza y la bondad.
Jesús toma la decisión de ir a dar la vida. Sabe que es lo que le espera en Jerusalén. Tiene que ir a salvarnos y eso le cuesta su sangre. Otras traducciones dicen “arrostró con firmeza ir a Jerusalén”. Se decide firmemente a dar la vida.
1ª enseñanza: Tenemos que aprender a ser firmes en nuestras decisiones. No hay firmeza ni determinación en las decisiones pequeñas, ni en las grandes.
El Señor nos pide una cosa, le decimos que sí, pasa un tiempo, empezamos a dudar y no acabamos de darle el sí del todo. Seguimos acordándonos de lo que dejamos detrás, y nuestra decisión es tibia. Él dice “Nadie que pone la mano en el arado y mire hacia atrás vale para el Reino de Dios”. Tu corazón estará siempre dividido. Nunca gustarás del amor de Dios porque no has tomado una decisión firme.
En nuestro matrimonio, fijémonos objetivos a corto plazo y pequeños. Recemos por ellos, tengámoslos presentes en la Eucaristía… pero seamos firmes. No miremos atrás. Que siempre haya un avance.
Jesús siempre envía mensajeros por delante. El más grande mensajero es la Virgen, que prepara el camino de su Hijo como nadie. Es muy importante que para preparar la venida de Jesús en el corazón, acoger a María. Si Dios quiere, a final de noviembre en la peregrinación de Proyecto Amor Conyugal a Fátima, tendremos esta oportunidad.
2ª enseñanza: Los habitantes de Samaria pusieron motivos por delante para no acoger a Jesús. Él debe ser lo primero. No debemos poner nada por delante. Cuántas veces hemos visto caer matrimonios que han iniciado un camino de recuperación de su relación y han caído por no perseverar en este punto. Es imprescindible poner a Cristo por delante. El matrimonio, si no, es imposible. Puede conseguirse una convivencia, más o menos pacífica, pero no un matrimonio como Dios lo pensó.
3ª Enseñanza: Por último, cuando los discípulos proponen que baje el fuego y acabe con Samaria, Jesús les regañó. Y es que proponen una conversión por la fuerza. Es la terrible actitud de los islamistas radicales de hoy en día. Una conversión verdadera no nace del temor, sino del amor. Si nace del temor, cuando éste acaba, se abandonan las supuestas creencias. Cuando nace del amor, esa fe permanece. En el matrimonio, nada funciona por imposición y todo funciona por amor. Si regañas a tu esposo/a por algo que suele hacer y que en tu opinión con es correcto, es muy probable que lo haga a tus espaldas. Le incitas a mentir o a esconderse de ti. Este fin de semana hablábamos con un matrimonio sobre nuestras leyes, como puede ser la puntualidad. Es una virtud, pero si por motivo de la puntualidad se producen confrontaciones, deja de ser una virtud, porque ha dejado de ir acompañada del amor.
(Algunas ideas han sido obtenidas del Padre David Caja reinadelapaz.tv)
Por tanto, pongamos en nuestro matrimonio: Firmeza, a Cristo lo primero y al amor como el único capaz de hacer crecer a nuestro esposo/a e hijos.
Oramos con el salmo: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.