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EVANGELIO
No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».
Palabra del Señor.
Carta a un hijo:
Hay dos maneras de amar. Una es la concupiscente, propia del “amor” a las cosas y la otra es propia del amor a las personas.
Las cosas se “aman” cuando tienen una utilidad para mí. Digamos que se aman por el interés.
Las personas se aman por sí mismas. Se les ama porque se desea un bien para ellas y por tanto, no pretendo otra cosa que amarte, y nada más.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Carta a un hijo:
Marcos: Pensé que tu madre iba a ser siempre tan dulce como el día que la conocí.
Natalia: Pensé que tu padre iba a tener tantos detalles conmigo como cuando éramos novios.
Marcos: Pensé que yo iba a ser siembre el centro de su vida, y llegasteis vosotros, nuestros hijos… y sentí que yo pasaba a un segundo plano.
Natalia: Pensé que cuando tu padre llegase del trabajo iba a llegar deseando compartir conmigo todo lo que le había pasado durante el día…
Etc, etc, etc.
Marcos: Pero gracias a que tu madre no ha sido perfecta, he aprendido a quererla a pesar de sus limitaciones.
Natalia: Pero gracias a que tu padre no ha sido perfecto, he aprendido a amarle de verdad, tal como es.
Marcos y Natalia: Que sepas, querido hijo, que el amor de tu esposa tarde o temprano te va a defraudar. Ese día, en que ella no podrá pagarte con amor, podrás ser bienaventurado, porque Dios te pagará todo lo que tú seas capaz de amarla a ella. Y Dios es inmensamente generoso.
Que seas muy bienaventurado, o feliz, hijo.
Tus padres.
Madre,
El Señor se empeña en enseñarnos a amar de verdad. Nosotros nos resistimos, y por eso nos perdemos la grandeza del plan que Él tiene para nosotros. Alabado sea el Señor que nos creó para algo grande: Para amar.
A lo largo del matrimonio, se aprende a amar a la persona,y aceptas como es realmente. Amas su interior ,no por cosas intranscendente. . Lo aprendí, a lo largo de mis 54 años de matrimonio.
Amen.