Amor Espiritual y amor carnal. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 27-29

Amor Espiritual y amor carnal.

 

Dice San Jerónimo. “No dijo: Que lo dejasteis todo (porque esto también lo hizo el filósofo Crates y otros muchos que despreciaron las riquezas), sino y que «me habéis seguido», que es propiamente de los apóstoles y de los creyentes.”

No se trata de dejar muchas cosas, sino de seguir a Jesús y para ello desapegarse de todo aquello que me aleja de tener una coherencia con el Amor de Jesús como Esposo.

“¿Cuándo es Cristo capaz de comunicar su amor?: Para responder hay que hablar del Espíritu Santo. Por el Espíritu se participa de la obediencia de Cristo al Padre como hijo suyo y en la entrega de Cristo a su Iglesia como su Esposo. Cristo ordena los corazones desde dentro, comunica su propio amor para que reproduzca su imagen en el hombre. El Espíritu tiene que transformar los corazones incluyendo los deseos y emociones del cuerpo.

Jesús, antes de entregarnos al Espíritu, Él mismo lo recibió, se dejó guiar por él y le acompañó en cada uno de sus pasos por la Tierra. Sólo cuando el agua pasa entre las rocas de la montaña, absorbe las sales. Puede el organismo recibirla y saciar la sed. El agua del Espíritu tiene que pasar primero a través de la vida terrena de Cristo. Entonces se convierte en un agua que ha surcado la experiencia humana. Por eso es un amor capaz de ordenar las distintas esferas de la vida, enseñando a los hombres a ser buenos esposos, padres e hijos.” (Llamados al amor)

¿Quieres un buen matrimonio, y una buena familia, donde reine la sensatez, la inteligencia, la prudencia, acierto en obras buenas… ?

Sólo el Espíritu puede hacerlo. Y para seguir a Jesús hay que elegir entre otros planes y la oración, la Eucaristía… Aquello que nos lleva a la fuente. Para hacer presente la experiencia del Señor en nuestra relación, hay que conocerlo y recibir su Espíritu. Con Él, nuestro matrimonio recibe cien veces más, heredamos un tesoro en nuestro corazón del que nada nos puede separar: el Amor de nuestro Padre. Su sabiduría para tratarnos, Su prudencia para decidir, Su fidelidad para siempre, Su Amor verdadero, Su misericordia y Su perdón hasta 70 veces 7, Su paz, Su gozo…

Oramos con el Salmo: Proclamad conmigo la grandeza del Señor… Contempladlo, y quedaréis radiantes… Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

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