EVANGELIO
Bienaventurado el vientre que te llevó. Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor.
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¿El roce…?
Jesús nos empuja a vivir una relación más allá de la puramente carnal. Es verdad que “el roce hace el cariño”, pero el Espíritu de Dios nos hace UNO. Todo en la vida tiene dos maneras de mirarse: Desde el punto de vista terrenal o dándole una dimensión trascendental, desde la mirada de Dios. Cuando miramos desde los ojos de Dios, vemos todo bueno, muy bueno. Vivimos en Su reino.
No es lo mismo cuando veo un problema que cuando soy capaz de ver en él una cruz que será un medio para la salvación de muchos. No es lo mismo que me mire y mire a mi esposo como es ahora, con nuestros “pegotillos”, que mirar nuestro matrimonio con la esperanza de lo que estamos destinados a ser por la gracia de Dios. No es lo mismo aspirar a que me valoren, que aspirar a una intimidad entre nosotros y juntos con Dios.
El Señor quiere la unión de los cuerpos a la par que se unen nuestros corazones y se unen nuestras almas. Sólo el matrimonio cristiano puede vivir esa experiencia, y es que, el matrimonio cristiano es mucho más. Es bienaventurado.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ana: Antes aspirábamos a tener pactados los servicios que debíamos realizar el uno y el otro para que fueran equitativos. Ahora nos servimos el uno al otro como al Señor.
Juanjo: Antes aspirábamos a valorarnos por lo que hacíamos, ahora nos valoramos por la dignidad de hijos de Dios que Él nos ha dado. Antes podíamos aspirar a admirarnos mutuamente, ahora sentimos veneración el uno por el otro.
Ana: Antes aspirábamos a tener unas relaciones sexuales placenteras sobre las que pudiéramos hablar con naturalidad. Ahora vivimos una unión íntima con Dios, que nos hace llorar de alegría.
Juanjo: Antes buscábamos el premio a nuestros esfuerzos en el descanso de las vacaciones o de los fines de semana. Ahora vivimos con la esperanza de alcanzar algún día la vida eterna, juntos.
Madre,
Ser cristiano es aspirar a lo más alto, a lo más feliz, a lo más verdadero, al amor más grande. El camino es el de Cristo y la cruz, pero merece la pena. Alabado sea el Señor que nos ha mostrado el camino. Amén.
Muchas gracias por sus meditaciones aplicadas a los matrimonios… Me son de mucha utilidad en el trato con mi esposo… Dios bendiga su Apostolado.
Nos ha impresionado, te pide leerlo una y otra vez.
Gracias