EVANGELIO
Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunaran».
Palabra del Señor.
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“La puri”
Jesús está en nuestro interior, pero nos lo arrebata el pecado, nos alejamos de Él y somos incapaces de verlo. Sin embargo, hay un camino de vuelta y se llama purificación. “La puri”, para los amigos.
Pero ¿cómo purificarnos? Por los caminos contrarios a los que nos alejaron de Él. San Juan Pablo II dice que cada pecado tiene su origen en la falta de una gracia, y para recuperarla hay que acudir a la oración y los sacramentos. Por tanto, el primer paso es ir a la confesión y después a la Eucaristía, con frecuencia, y tener ese ratito diario con el Señor. Pero además, hay piedras en ese camino, estorbos que impiden que entre todo el caudal de la gracia, y son los malos hábitos consecuencia de dejarnos llevar por nuestra naturaleza caída. Puedes limpiar el agua sucia del alma, pero quedarán los posos, lodo, pedruscos, ramas secas… Para eliminar esos obstáculos o ir limándolos, es necesario el sacrificio: Ayuno, aceptar con alegría las dificultades del día a día, superar nuestros impulsos y emociones negativas, luchar contra los deseos egoístas… Es como llegar con una buena pala, un buen cepillo y un buen recogedor, y arremeter con dureza contra todos esos restos, rascando hasta dejar libre el paso para la gracia.
Cuando el pecado nos arrebata al Esposo, sacrifiquémonos para re-abrir el camino de vuelta que nos re-une con Él.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Raúl: Padre, me confieso de que veo muy mal a mi esposa.
Sacerdote: Uy! Mal asunto. Te voy a presentar a la puri
Raúl: ¿La Puri? Oiga, Padre, que yo pretendo seguir siendo fiel…
Sacerdote: (Le corta) No, hijo, no. No te confundas. Me refiero a la purificación. Es el camino para limpiar tu corazón. ¿Conoces esa bienaventuranza que dice: Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios?
Raúl: Sí, padre.
Sacerdote: Pues eso. Si ves mal a tu esposa y no ves a Dios en ella y en vuestro matrimonio, es porque tienes el corazón “embotado”. Así le llama el Señor. Embotar es quitar fuerza o eficacia a una cosa. Si te dejas llevar por tu naturaleza caída, tu alma se embota. Pierde fuerza y eficacia, y dejas de ver a Dios y de ver como Él mira y sentir lo que Él siente. ¿Comprendes?
Raúl: Perfectamente. Entonces ¿Cómo empiezo a sacrificarme para purificar mi alma?
Sacerdote: Ofrece 5 situaciones al día en la que te sientas ofendido o poco valorado ¿Vale?
Raúl: Uf! Vale… Y por curiosidad ¿Cuál será el siguiente paso?
Sacerdote: Ayuna de emociones 5 veces al día. No actúes conforme a tus sentimientos sino como debes actuar. Sonríe cuando debas aunque no tengas ganas. Actúa con paciencia aunque por dentro estés echando humo. Dile a tu esposa que la quieres aunque no sientas nada. Ten detalles con ella aunque sientas que no se los merece. Pídele perdón cuando se enfade aunque no te sientas culpable… ¿Ves? Todos estos esfuerzos, ofrecidos al Señor por amor a tu esposa, van purificando tu corazón. Ya sabes, el camino de “la puri”.
Raúl: Anda que, como se entere mi mujer de que ahora sigo a la puri… ¡Gracias Padre! Oiga. ¿Mi mujer le da comisión?
Sacerdote: Jajaja. Yo te absuelvo de todos tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Vete en paz, hijo.
Madre,
Tú eres la Purísima y, aunque no lo necesitabas, has recorrido con creces el camino de la purificación por nosotros. Sabes lo que duele y lo que cuesta. Pero quieres que yo también lo pase, por mi bien. Ayúdame, Madre. Reina de los esposos, ruega por nosotros.
En los días en que el bien entendimiento y la armonía en el matrimonio no sea la deseada , significan que llega el momento de aplicar todo lo que se dice en el evangelio y el comentario.
Consiste en que debes ser más cariñoso, esta más pendiente y reconocer que estamos faltando o actuando de modo improcedente en nuestra relación matrimonial.
Así que se debe estar siempre con la atención de observar si todo marcha bien y con el ánimo de actuar cuanto antes si no fuera así.