Archivo por días: 8 noviembre, 2025

Entrenarse en la fidelidad. Comentario para matrimonios: Lc 16,9-15

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16,9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».

Entrenarse en la fidelidad.

En este Evangelio Jesús nos advierte que, si no eres fiel en lo poco, tampoco en lo mucho serás fiel. Y la fidelidad es algo absolutamente esencial en el matrimonio. Cuando nos casamos, la fórmula más habitual quizás sea “Yo te acojo como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Nos prometemos fidelidad en lo bueno y en lo malo. Y la fidelidad es signo de nuestro amor y respeto, a imagen de la alianza de Dios con nosotros. Dios es fiel, Él cumple Sus promesas, y se ha comprometido con nuestro matrimonio en una alianza de amor para hacerlo posible. ¡Qué importante es que vivamos entre los esposos la fidelidad que nos prometimos, empezando por los pequeños detalles del día a día! Fidelidad que no lo es sólo respecto de la entrega de nuestros cuerpos, sino que se muestra también en los detalles más pequeños: volviendo pronto a casa después del trabajo para ayudar con los hijos o en las tareas de la casa, en vez de quedarse tomando una cervecita; fidelidad en nuestro rato de oración juntos, perseverando en ese tiempo que nos dedicamos el uno al otro y a nuestro matrimonio… Tenemos la oportunidad de entrenarnos en lo poco, en lo sencillo, para poder luego ser fuertes y fieles cuando de verdad la tentación sea grande, porque si vamos relajándonos, al llegar la prueba no podremos superarla.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Vicente: Carmen, no entiendo nada de lo de ganarse amigos con el dinero de la iniquidad.
Carmen: A mí me parece que quiere decir que no hay que apegarse a los bienes materiales, sino utilizarlos para ganar tesoros en el cielo.
Vicente: Pero habla de iniquidad, de hacer algo mal a conciencia. Eso sería como ganar dinero engañando, y yo gano nuestro dinero honradamente.
Carmen: Pero ganamos más dinero que el que realmente necesitamos ¿no?
Vicente: Sí, es verdad, pero eso es gracias al esfuerzo de muchos años.
Carmen: ¿Estás seguro que es sólo por eso, Vicente? ¿No crees que Dios te ha dado unos dones y te ha ofrecido unas oportunidades que otros no tienen?
Vicente: ¿Y? No caigo en lo que quieres decir.
Carmen: Pues que todo lo que tenemos, todo, proviene de Dios. Y que somos muy afortunados por todos los bienes materiales que el Señor nos ha permitido tener, en realidad más de los que necesitamos, mientras que otros no tienen ni lo imprescindible. ¿Qué crees que espera Dios de nosotros?
Vicente: Si, es verdad, Dios nos ha dado más de lo que realmente necesitamos. Supongo que espera que lo usemos para ayudar a quienes no tienen tanto.
Carmen: Eso es. Si nos apegamos a los bienes terrenales, serviremos al dinero, y no a Dios. Pero si utilizamos esos bienes generosamente en beneficio de otros, y lo hacemos por amor, serviremos a Dios, y ganaremos tesoros en el cielo,
Vicente: Gracias, Carmen, por iluminarme. No sé qué haría sin ti. Te quiero.

Madre,

enséñanos a ser siempre fieles a nuestro esposo, a nuestro sacramento y a Dios, y a hacer siempre Su voluntad, como hiciste Tú. ¡Bendita y gloriosa seas, Madre! ¡Alabado sea por siempre el Señor!