Archivo por meses: agosto 2025

Obediencia al plan de Dios. Comentario para matrimonios: Mateo 17, 22-27

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Evangelio del día.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Sí».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños»
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

Obediencia al plan de Dios.

Cómo sería la cara de Pedro cuando Jesús le dijo que fuese a echar el anzuelo para pescar un pez y sacar de su boca la moneda con la que pagar los impuestos. ¿No podía haberlo hecho más fácil? Lo mismo pensarían los apóstoles cuando les contó cómo iba a ser nuestra salvación. Y el no entender y no aceptar el plan de Dios les llevó a ponerse «muy tristes».
Muchas veces no entendemos porqué el Señor permite situaciones difíciles o incomprensibles en nuestro matrimonio. Pero como Pedro, tenemos que ser dóciles al plan de Dios, por muy absurdo que nos pueda parecer. Solo Él sabe lo que necesitamos para que nuestro matrimonio llegue a ser como Dios lo pensó.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Pepe: Uff, llego cansadísimo, ha sido un día terrible de trabajo. Espero que la cena esté preparada. Uy, pero si todavía no has acostado a los niños…
Míriam: Pues mira, no vengas exigiendo porque también ha sido un día terrible con los niños. Sarita está con fiebre y he tenido que ir al médico con los tres… Dos horas esperando en la consulta. Así que, efectivamente, la cena no está hecha.
Pepe: Pues con lo cansado que vengo, solo me apetece una ducha.
Míriam: Buff, pues nada, ¡Niños! Todos a la ducha que vuestro padre no puede bañaros. Yo voy a haceros unas salchichas para cenar…
(Dos horas después, en la oración conyugal)
Pepe: Señor, Tú, aunque estás cansado, sigues atendiendo a todos con todo detalle. Yo he sido egoísta esta noche. No veo el trabajo que ha hecho Míriam y no la he ayudado.
Míriam: Señor yo tampoco he visto que Pepe se esfuerza por sacar adelante a esta familia con su trabajo y no se lo agradezco lo suficiente.
Pepe: Perdóname Míriam por dejarte muchas veces sola con todo el trabajo de los niños, por mirarme solo a mí, a mis necesidades y no ver todo lo bueno que haces por todos nosotros.
Míriam: Perdóname tú también por no valorarte. Estamos en una etapa complicada de la vida en la que tenemos que estar muy unidos y confiar en el Señor.
Pepe: Eso es, a confiar en Él, en Su plan para nosotros, aunque a veces lo veamos difícil. Vamos a cuidarnos, a cuidar nuestro matrimonio, a hacer todos los días la oración conyugal y así ver siempre la voluntad de Dios en todas las cosas.

Madre,

Enséñanos a hacer la voluntad de Dios en todo momento, cuando es fácil y cuando no nos resulta tan fácil, y así dar siempre gloria a Dios.
¡Alabado seas siempre Señor!

Vigila dónde está tu tesoro. Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 32-48

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

Vigila dónde está tu tesoro.

En estos versículos Jesús enseña con sus parábolas un camino de vida basado en la Confianza plena en Dios, con un amor responsable y vigilante. Sus primeras palabras son “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”. Siendo una llamada a la confianza en Dios Padre, a descansar nuestras preocupaciones en Él, cambiando mi corazón como el centro de mi vida por el del Sagrado Corazón de Jesús. Nos llama a vivir un amor responsable con el esposo bendecido por Cristo en sus palabras “bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar lo encuentre comportándose de forma fiel y prudente”, preguntándome si el Señor me llamaría bienaventurado por cómo estoy administrando el amor con mi esposo, de forma fiel, por acción , pensamiento u omisión, y prudente, buscando su agrado. Invitándonos a vivir en constante vigilancia, porque como nos expresa el Evangelio, “bienaventurados los criados, que al llegar el señor, los encuentre en vela”. ¿Estoy en constante búsqueda de la santidad de mi esposo?, ¿cuido mis actos para evitar el pecado de mi esposo?, y si mi esposo peca, ¿me entrego por él/ella como Cristo se entregó en la Cruz por su esposa la Iglesia?

Aterrizado a la vida Matrimonial:

María: Karsten, me han llamado nuestros tutelados y me han preguntado si les puedes ayudar a montar unos muebles en su casa nueva.
Karsten: María, sabes que ando sin tiempo porque tengo que entregar unos pedidos con los que ganaremos el dinero para comprarnos un coche que sabes que se nos ha estropeado.
María: Te parece que antes de contestarles lo recemos esta noche…
Karsten: Me parece muy bien María para no dejarme llevar por mi primer impulso.
(Llega la noche y en el compartir de la oración conyugal…)
Karsten: María el Señor en el Evangelio me llama a confiar más en Él, y a dejarme llevar más por su voluntad que por mi amor propio. Si el Señor me ha concedido este don no puedo negárselo. Y fíjate nos decía el Evangelio, que a quien mucho le dio, mucho se le pedirá. Así que si te parece también bien iré estos días a ayudar a los tutelados.
María: La verdad Karsten que a mí también me da pena lo del coche pero seguro que con este hecho el Señor también nos quiere purificar del apego a algunas seguridades mundanas.
Karsten: Gracias María por ayudarme a ponernos en Verdad perseverando en la oración conyugal. Además siento que cada vez que oramos más, estamos más en comunión con Cristo.

Madre,

Gracias por llevarnos en tu Inmaculado Corazón hasta el Sagrado Corazón de Tu Hijo, para mantenernos confiados y vigilantes. ¡Bendito y Alabado sea el Sagrado Corazón de Jesús!

Corazón alerta. Comentario para matrimonios: Mateo 25,1-13

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora»

Corazón alerta.

Si hay algo que tenemos claro, es que no sabemos ni el día ni la hora. Esto debe llevarnos a tener siempre presente que nuestro corazón ha de estar preparado para cuando venga el Esposo con mayúsculas.
Y esa preparación empieza ya, hoy mismo, en este instante, a través de la purificación y del proceso de conversión del corazón. Esta purificación consiste en poner nuestro esfuerzo en los actos del día a día (actos de entrega y acogida) y acudir a la Gracia de Dios, a través de la oración y los sacramentos, puesto que es Él quien lo hace.
Esposos, acudamos a nuestro sacramento del matrimonio con actos de entrega y acogida para estar preparados para el Esposo con mayúsculas.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carmen: ¡Hola Lartaun, ya estoy en casa!
Lartaun: ¡Hola Carmen!
Carmen: Mira, venía pensando en el coche que quizá podríamos ir unos días a la playa los niños y nosotros, que hace tiempo que no estamos los 4 tranquilamente.
Lartaun se queda pensativo y contesta: Puff… ¿a la playa? ¡si sabes que no me gusta y que hace un calor espantoso! No, no, mejor vete tú sola con los niños, total, en cuatro días nos vemos otra vez.
Unas horas más tarde, Lartaun vuelve de misa:
Lartaun: Cariño, perdona por rechazar tu propuesta, es que no me apetece nada ir a la playa. Pero es verdad que va a ser un buen momento para estar todos juntos, que hace mucho que no lo hacemos y además a tí te hace mucha ilusión.
Carmen: ¡Ay! ¡Gracias Lartaun! Te lo agradezco mucho, sé que estás haciendo un gran esfuerzo y es un acto de entrega muy grande hacia mi y hacia la familia. Quizá podríamos alternar la playa con la piscina para que no pases tanto calor. ¿Sabes qué? He notado que desde que acudimos a la Eucaristía, el Señor está haciendo grandes obras en nuestros corazones.
Lartaun: Sí, ¡es cierto, yo también lo he notado!

Madre,

Llévanos de la mano y enséñanos a preparar nuestro corazón para cuando llegue el momento. ¡Alabado sea el Señor!

Queremos ser luz. Comentario para matrimonios: Mateo 5, 13-19

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Queremos ser luz.

Jesús nos dice hoy que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Pero también nos advierte de que podemos volvernos sosos y que esa luz puede apagarse
¿Cuándo puede ocurrir esto? Cuando no vivimos unidos a Él, cuando no vivimos en su Sagrado Corazón. Porque esa luz y esa sal no son nuestras, son suyas, Él nos las da para que la llevemos a nuestro esposo, a nuestros hijos y a tantos matrimonios que hoy viven en tinieblas.
Por eso debemos alimentarnos de Él, acudiendo a la santa misa y reservando tiempos de oración. Porque queremos ser apóstoles del que es la luz, no sal sosa que pisa la gente.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Elvira: Paco, últimamente noto que me cuesta ser luz, encuentro mi corazón apagado, como dormido.
Paco: A mí también me está costando, veo que no tengo a Dios en el corazón como antes.
Elvira: La verdad es que, pensándolo bien, creo que estas vacaciones estamos olvidando esos ratos de oración que tanto nos ayudan y que si los niños, la playa, tanto salir. A veces la Eucaristía no nos “cabe“ en el día.
Paco: Tienes toda la razón, ¿así cómo vamos a vivir en El y a llevarle a otros?
Elvira: Tenemos que poner remedio. ¿Que te parece si hacemos un pequeño horario de vacaciones incluyendo esos ratos de oración y la santa misa?
Paco: Me parece maravilloso. En vacaciones también necesitamos descansar el alma, ¡el Amor no se toma vacaciones!
Paco y Elvira: Gracias Señor por nuestro sacramento del matrimonio. Gracias por el don que somos el uno para el otro.

Madre,

Te damos gracias por enseñarnos a vivir en Jesús y así poder ser transmisores de su luz. Bendita seas y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

¿A quién escucho? Comentario para matrimonios: Mateo 16, 13-23

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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

¿A quién escucho?

Señor, hoy con Pedro nos iluminas para que seamos conscientes de que no estamos solos, estamos en medio de una batalla, y de que o te escuchamos a ti, al Padre, al Espíritu, o escuchamos a Satanás. Escuchamos al Padre, como Pedro, cuando miramos al Cielo, cuando pensamos en clave de amor, de entregarnos por amor. Actuando como Hijos de Dios para, llenos de Su Amor, entregar la vida amando como Él ama. Eso es lo que hizo Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías. O escuchamos a Satanás cuando queremos imponer nuestro criterio “tan razonable”, nuestra forma de ver las cosas, cuando rechazamos la entrega, cuando rechazamos el sufrimiento, cuando rechazamos la cruz. La cruz duele, pero sin cruz no hay redención. La cruz, abrazada con Cristo, abrazándonos a Cristo, por amor, con el Amor, trae la gloria.
En cada momento del día podemos escoger: seguimos a Satanás siguiendo mi criterio, pensando en razones humanas, rechazando la cruz. O seguimos a Cristo, nos negamos a nosotros mismos, abrazamos esa cruz de cada día que tanto nos molesta y nos entregamos por amor con Cristo, en Cristo.
Como decía Santa Teresa, “En la cruz está la vida, y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.” Abrazando la cruz de cada día abrazamos y consolamos a Cristo crucificado. ¿Vamos a perder esas ocasiones que tenemos cada día para consolarlo, para amarlo más?

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Gonzalo: Claudia, estoy agotado, no puedo más. Saltas a la mínima y hay que ver cómo te pones.
Claudia: ¿Cómo que a la mínima? ¡Lo has vuelto a hacer, pasas de mí, no me tienes en cuenta!
Gonzalo: Eres una exagerada. ¿No ves que tengo que tener mi espacio?
Claudia: ¡Vete a la porra!, ¿tú espacio?, ¡soy tu mujer! (Y se va dando un portazo)
(A los 20 minutos vuelve)
Claudia: Gonzalo, por favor, ¿nos ponemos en oración? Me duele tanto que nos enfademos.
(En oración, tras unos minutos en silencio haciendo presencia de Dios)
Claudia: Señor, perdóname por haber hablado mal a Gonzalo. Es mi esposo, el mayor don que Tú me has dado, la persona que has puesto a mi lado para que aprenda a amar y a quien quiero con locura. ¡Tengo tantas ganas de tener un matrimonio como Tú quieres! Pero sé que el camino no es regañarle, ponerme así… Ayúdame a no fijarme en lo malo y sólo mirar su enorme corazón, esas ganas enormes que tiene por quererme cada día más.
Gonzalo: Señor, muchísimas gracias por Claudia. Me da la luz que no tengo. Sabes que la quiero muchísimo pero a veces hago las cosas sin pensar en ella, pensando demasiado en mí. Sin querer hacerle daño pero no está bien. Por favor, que no me quede en su genio. Ayúdame a hacer las cosas por ella, pensando lo primero de todo en ella. Ayúdame a olvidarme de mí. Es lo que tú hiciste Señor. Y ése es el camino para la felicidad, el camino de la entrega, del amor. El camino del Cielo. Claudia, perdóname. ¡Te quiero tanto!
Claudia: Jesús, muchísimas gracias por este maravilloso esposo que me has dado. Gonzalo, muchísimas gracias, eres maravilloso. ¡Dame un abrazo enorme!

Madre,

Mil gracias por todo. Por favor, ayúdanos a negarnos a nosotros mismos, a abrazar contigo la cruz de cada día y así seguir a tu Hijo, consolarlo y amarlo. ¡Alabado sea el Señor!