Archivo por meses: abril 2025

El camino de vuelta. Comentario para Matrimonios: Lucas 24, 13-35

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

El camino de vuelta.

A veces, cuando miramos la cruz con nuestros ojos y nuestros razonamientos, nos viene la desesperanza, la huida hacia el individualismo, a encerrarnos en nosotros mismos autolamentándonos.
¿Cual es el camino de vuelta? Mirar al Señor e interpretar todo desde la Sagrada Escritura. Si lo interpretamos bien con ayuda del Espíritu, volverá a arder nuestro corazón, eso nos devolverá a la comunidad, y evangelizaremos como testigos de la acción de Dios en nosotros.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Marta: Cada vez que algo me molesta de tu comportamiento conmigo, me decepcionas y me distancio de ti, porque no entiendo cómo tú, precisamente tú, me causas ese daño.
Mario: ¿Y si resulta que la intencionalidad que hay en mi corazón es diferente a la que tú interpretas? ¿Y si resulta que Dios quiere que vivas esos sentimientos porque es necesario para tu purificación?
Marta: Ya, que a lo mejor estoy interpretando esa cruz con mis criterios y no consigo ver a Dios en esa situación.
Mario: Exacto. Y te alejas de mí, cuando yo, aunque a veces meto la pata sin querer, sigo pretendiendo quererte. Y tú mientras dejas de verme como un don de Dios para ti.
Marta: No sé. Lo rezaré a ver qué me dice el Evangelio.
(Marta leyó el pasaje de los discípulos de Emaús, ardió su corazón, creyó y volvió a ser una con su esposo).

Madre,

Que arda nuestro corazón interpretando lo que ocurre en nuestro Matrimonio desde la Sagrada Escritura. Alabado sea el Señor que nos la revela.

El mayor gozo. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 11-18

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

El mayor gozo.

No me puedo imaginar con qué gozo le daría la noticia Jesús a María Magdalena de que el Padre Suyo ya es también Padre nuestro. ¿Habrá una experiencia mayor de gozo en toda la historia de la humanidad? Tal era Su gozo que ni siquiera esperó a subir al Padre para dárnosla.
Era la gran victoria de Cristo, esa era Su Gloria: Habernos hecho Sus hijos. ¡Qué gran proeza! ¡Qué entrada triunfal haría en el cielo! ¡Qué orgullosa estaría de Él la Santísima Virgen!

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Jaime: Esta Semana Santa he entendido cómo se puede pasar de la mayor tristeza a la mayor alegría de un día para otro.
Tere: Me imagino que será el cambio del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.
Jaime: Efectivamente. Ha sido ver cómo se transformaba nuestro matrimonio de no tener a Dios como Padre a tenerlo como Padre. No tenerlo suponía una imposibilidad de llevarlo a cabo, una imposibilidad de mejorar en nada, un esfuerzo inútil que no surge para nada… Y con Dios Padre, una esperanza, una alegría, ver la acción de la gracia en nosotros…
Tere: Desde luego que no hay color. Que Dios sea nuestro Padre le obliga a cuidarnos y asistirnos. Nada que ver con ser solo criaturas Suyas.

Madre,

La generosidad de Cristo es tal, que viene al mundo a ser humillado para hacernos Sus hermanos. Impresionante. ¿Quién como Dios? Alabado sea.

Ligereza de ánimo. Comentario para Matrimonios: Mateo 28, 8-15

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Evangelio del día

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Ligereza de ánimo.

¡Alegraos! Es el gran mandamiento del Señor hoy. Es la consecuencia de todos los demás, porque uno no puede estar profundamente alegre si no es porque se siente profundamente amado por el Señor y porque ama profundamente a los demás.
Estar alegre es el testimonio de que el Señor está vivo y hace a Sus santos.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Almudena: Esta Semana Santa he vivido un gran cambio de ánimo.
Luis: Te lo he notado. Un gran cambio para bien.
Almudena: Sí, le verdad que sí. He pasado de tener un ánimo afligido, fruto de estar constantemente mirándome a vivir una ligereza de ánimo.
Luis: Ligereza de ánimo. Eso ¿Qué es?
Almudena: Básicamente ha sido dejar de mirarme a mí misma y a mis expectativas y pasar a mirar al Señor Resucitado y Sus designios para mí y para mí familia.
Luis: Entiendo que la ligereza de ánimo entonces consiste en pasar de un ánimo apesadumbrado, que pesa, que cuesta sobrellevarlo, a un ánimo vivo y llevadero.
Almudena: Así es. Lo has descrito perfectamente. Menos mal que te tengo para poner palabras a lo que experimento. Gracias mi vida.

Madre,

El Señor ha resucitado y estamos alegres. Bendito y alabado sea por siempre.

Sólo en un instante. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 1-9

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Sólo en un instante.

El poder de Dios no se quiso manifestar contra sus verdugos, pues estos eran víctimas del verdadero mal. El mayor arma del mal es la muerte, y contra ella se hace notar el inmenso poder de Dios. Fue cuestión de un instante, un solo acto redentor, y la muerte queda vencida para la eternidad. Sólo en un instante es vencido el diablo, sólo en un instante cambia nuestra desesperación por esperanza, la oscuridad se vuelve luz, la muerte se transforma en vida eterna. El hombre vuelve a tener acceso al “árbol de la Vida”. Es ahí donde se manifiesta el poder de Dios que supera toda la fuerza destructora con la que quedó marcada la creación, el universo entero, avocado a un final dramático.
Pero solo si formamos parte del Él, de Cristo, resucitaremos con Él en el único acto redentor. Un acto de una potencia descomunal, en el que se manifiesta el poder de Dios en el que cabe todo el universo.
Por fin el Esposo, se hará completamente uno con Su Esposa. Cabeza y Cuerpo harán uno solo. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Cristina, no merece la pena que sigamos compitiendo entre nosotros. Ni que nos defendamos el uno del otro. Así le damos al mal el poder que ha perdido. Yo propongo vivir como esposos que se saben salvados del mal, vivir aquí el Reino de Dios del que nos separa un pequeñito paso. Exhalar el último aliento, ¡Y ya! ¿Para qué esperar a ese momento si ya estamos salvados?
Cristina: Pues tienes razón, Andrés. Es perder el tiempo y amargarnos la vida a nosotros mismos. Tenemos el poder de Dios de nuestro lado, y ya hemos visto de lo que es capaz. Así que me apunto contigo al bando ganador.
Andrés: Dios quiere, así que, ya solo depende de nosotros. Él ya ha vencido a la muerte ¡Aleluya!
Cristina: ¡Aleluya!
Andrés: ¿Lo sellamos con un beso?

Madre,

Alégrate porque nosotros haremos lo que Él nos diga. Alabado sea el Señor que ha vencido a la muerte. Gloria a Él por siempre ¡Aleluya!

Y gritar. Comentario para Matrimonios: Lucas 24, 1-12

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Vigilia Pascual Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 1-12

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos, Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.

Y gritar.

Qué larga se hace la Cuaresma. Parece que nunca va a llegar el tiempo de la Pascua. Pero ¡Ha llegado la hora de la Salvación! Nos traen la noticia los ángeles, los mismos que trajeron la noticia a los pastores de Belén. Los mismos que se la trajeron a María en la Anunciación. Y nos dicen ahora: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado.»
Con esas palabras, ha llegado a nosotros nuestra Esperanza. La Vida, la gracia, los sacramentos, María como Madre… Esa Resurrección, significa tanto, tanto para ti y para mí…
Tomo conciencia y llega a mí ese grito de alegría: ¡Has resucitado, Señor! Por fin puedo volver a gritar: ¡Aleluya! Y otro ¡Aleluya! Y otro, poniendo detrás de cada uno de los beneficios que nos trae la Resurrección del Señor.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Lucas: Ayer estaba un tanto compungido, me parecía como que nada servía, que todo esfuerzo es inútil.
Myriam: ¿Y eso? ¿Qué pasó ayer?
Lucas: Nada, que volví a caer en las mismas cosas y contemplaba mi vida como una especie de rutina inevitable, y eso hizo que me viniera abajo.
Myriam: A veces pasa. ¿Y qué te ha sacado de la oscuridad?
Lucas: Contemplar la Resurrección del Señor. Empecé a repasar en oración todo lo que he recibido de Él, empezando por el perdón y por la vida, siguiendo por el Espíritu Santo, por haberme hecho hijo de Dios, por la esperanza contigo en nuestro Sacramento del Matrimonio, la esperanza para nuestros hijos… No sé. Una lista tan abrumadoramente interminable de bendiciones y promesas, que se me pasaron todas las tonterías y acabé alabando a Dios con todo mi corazón.
Myriam: Qué bonito. Me ha encantado. Me has emocionado. Gracias por hacerme consciente del don de la Redención.

Madre,

Damos gracias a Dios especialmente por ti. Sin ti, ¿a dónde iríamos? Gracias Señor por darnos a María cómo Madre.