Archivo por meses: agosto 2024

Ser atractivo. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 41-51

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EVANGELIO

Yo soy el pan vivo que ha bajado del ciclo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51

En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

Palabra del Señor.

Ser atractivo.

Somos una unión indivisible de cuerpo y alma. Hoy hay mucho culto al cuerpo pero ¿qué tal luce nuestra alma? A mí personalmente me atrae mucho más el estado del alma que el estado del cuerpo. Quien se centra en su cuerpo pretende atraer hacia sí mismo, quien pone el foco en que su alma esté bien alimentada ese atrae hacia Dios. Y yo ¿pretendo ser atractivo para quién?
Las dietas del cuerpo son variadas según el fin que se pretende. Unas más energéticas, otras más sanas, otras más exquisitas… en el alimento del alma el menú es único, y se llama Cristo. No hay nada más que llene el alma, sólo Él. De alimentar el cuerpo depende la vida terrenal, y de alimentar el alma, depende la vida eterna.
Como decía San Juan Pablo: Descubrimos que lo invisible nos determina más que lo visible. El matrimonio es una relación de amor, y como tal, es una relación más condicionada por el estado del alma que por el cuerpo, aunque sea habitual fijarse más en el cuerpo en las relaciones entre hombre y mujer. Pero al matrimonio está mucho más condicionado por el alma que por el cuerpo, y el mejor alimento del matrimonio es la Eucaristía.
Esposos, fortaleced vuestra alma y veréis cómo mejora vuestra relación conyugal.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Muchos me preguntan qué hicimos para arreglar nuestro matrimonio y que ahora lo estemos viviendo como algo nuevo.
Marga: Y ¿Qué les dices?
Andrés: Está claro que tuvimos que esforzarnos, pero lo que cambió nuestro matrimonio fue introducir en él la Gracia de Dios. Cuando empezamos a vivir la Eucaristía a diario, eso fue lo que empezó a transformarnos.
Marga: Nuestro matrimonio pasó de ser algo casi exclusivamente corporal y terrenal, a un plano en el que se incorporaba lo más importante: Lo espiritual. Nuestra mera atracción se convirtió en la fuerza del Espíritu Santo, que es el único que puede hacernos uno. Desde que contamos con el Señor presente en nuestro matrimonio, todo lo humano ha quedado envuelto por un halo Divino, que lo engrandece, lo embellece y lo hace más fuerte que la muerte.

Madre,

Menudo don de Dios, poder recibir a Cristo en la Eucaristía. Él nos transforma y hace nuevas todas las cosas. Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

¿Tacañamente? Comentario para Matrimonios: Juan 12, 24-26

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EVANGELIO

A quien me sirva, el Padre lo honrará.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».

Palabra del Señor.

¿Tacañamente?

Hay una frase de San Pablo a los Corintios, que tiene que ver con este Evangelio, y que me parece buenísima para el matrimonio: «El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará». Así es el amor conyugal: ¿Das o te das? Hasta el punto de que, si no me entrego, no doy fruto y si me entrego daré mucho fruto.
Pero la frase de S. Pablo la 1ª no acaba ahí, sino que continúa, verás qué bueno: «Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama “al que da con alegría”». Porque todos tenemos experiencia de darnos “a la fuerza”, resistiéndonos en el fondo, y eso tarde o temprano pasa factura a la relación. ¿No encuentro alegría en darme? Eso es porque no he descubierto la belleza y la grandeza del matrimonio. ¿Quiero vivir un matrimonio hermoso y grande? Pues tengo que darme con alegría.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alberto: Me casé y empecé a centrarme en hacer feliz a mi esposa y cuidar y educar bien a mis hijos. Descubrí lo mucho que me costaba. Descubrí mi egoísmo. Continúo luchando cada día por darme completamente y así dejar de mirarme.
Susana: Me casé con un esposo austero. Se preocupaba de que no se tirase la comida y de no comprar cosas innecesarias. Al principio me molestaba que se quejase, pero luego descubrí que era una caprichosa y que no era capaz de valorar lo que tenía. Entonces me fui dejando llevar por él, para ir aprendiendo a aprovechar los bienes que Dios nos da. Ahora no necesito tanto como antes y poco a poco me voy liberando.
Alberto: Yo tengo mucho temperamento, y necesito llevar la razón. Me di cuenta de que mi esposa sufría mucho con eso, porque me enfadaba a menudo. Me empecé a esforzar por no hacerle daño. Cada vez voy controlando más mis impulsos, soy dueño de mis actos y estar con ella me va haciendo más manso y tengo mucha más paz.
Susana: Tenía una fe muy espiritualizada. Me encantaba estar con el Señor, pero luego llegaba a casa y no aguantaba los defectos de mi esposo. Me di cuenta que en realidad no seguía a Cristo, sino que buscaba en la fe mi propia complacencia. Así que fui pidiendo misericordia y me fui esforzando por amar como Cristo. Poco a poco el Señor me va liberando de mi orgullo espiritual.
Ambos: Damos gracias a Dios por nuestro matrimonio, porque constantemente nos permite salir de nosotros mismos para entrar en el otro y así ir haciéndonos cada vez más libres para donarnos mutuamente. Solo el que cae en tierra y muere, da fruto. Realmente el matrimonio es un camino de santidad.

Madre,

Hoy tomo más conciencia de que sólo entregándome a mi esposo daré fruto. El Señor quiere de nosotros un amor como el Suyo: Encarnado. Alabado sea el Señor.

RETIRO MATRIMONIOS ALICANTE  4 – 6 OCTUBRE 2024

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Esposos de corazón. Comentario para Matrimonios: Mateo 25, 1-13

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EVANGELIO

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Palabra del Señor.

Esposos de corazón.

El aceite podemos compararlo con el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios. Aquel que tiene su corazón predispuesto siempre a recibir al Esposo, que no se distrae con otro tipo de atractivos mundanos, ese puede descansar en el Señor, porque estará listo cuando venga a desposarse con él/ella.
Pero la conversión del corazón no es algo que se pueda producir de un día para otro. Hace falta un camino de purificación, de limpiar los malos hábitos, desapegarse de lo mundano, buscar a Dios en todo y en todos, y hacer todo con la motivación de glorificar a Dios. Nuestra Madre, fue Madre de Dios en su Corazón antes que en su vientre. Nosotros tenemos que ser esposos del Esposo en nuestro corazón antes de que llegue el día de nuestra muerte, el día en el que definitivamente nos haremos uno con Él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alicia: Si te ofrecieran cualquier cosa en este momento ¿Qué pedirías? Yo necesito retirarme, estar a solas con Dios. Llenarme del Amor de Dios.
Alejandro: Yo pediría tomar conciencia de todo lo que tengo. Seguir viviendo mi día a día, en mis mismas circunstancias, con las mismas personas, con las mismas dificultades, pero entender que todas esas circunstancias son medios para desapegarme. Lo que me molesta, me molesta precisamente por mi concupiscencia, y tengo que permitir que siga ahí, molestándome, hasta purificar mi corazón por amor a ti y a Dios.
Alicia: Creo que las dos cosas con complementarias y ambas purifican nuestro corazón. Necesitamos de la ascética y de la mística. Del sufrimiento purificador y de la gracia redentora.
Alejandro: Pues ayudémonos mutuamente a conseguirlo. ¿Te parece?
Alicia: Me parece. Te amo y quiero lo mejor para ti.
Alejandro: Y yo para ti.

Madre,

Ayúdanos a purificar nuestro corazón y prepararlo a través de nuestro matrimonio, para cuando venga el gran momento de la unión con Cristo. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

La otra piedra. Comentario para Matrimonios: Mateo 16, 13-23

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EVANGELIO

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23

En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mi piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

Palabra del Señor.

La otra piedra.
Tenemos muy claro que Cristo entregó su vida en la cruz por Amor a nosotros. Él nos enseñó a amar hasta el extremo en su propia carne. Pero nos cuesta mucho aceptar que nosotros tengamos que hacer lo mismo.
Cuando surgen en nuestro día a día situaciones que exigen una entrega, renuncia y/o sacrificio, el diablo nos susurra al oído: Él era Dios, tú no tienes por qué aguantar esto… «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo…».

Y la misma piedra (Pedro) que unos minutos antes era el apoyo de la Iglesia ni más ni menos, se convierte de repente en piedra de tropiezo para el Señor. Lamentablemente, muchos partidarios de Jesús podemos ser piedras de tropiezo para aquellos que, por evitarles un sufrimiento en su relación conyugal, les aconsejamos que no sufran más y que se separen o busquen la nulidad.

Nos guste o no, hemos sido creados para entregar la vida, y cuanto antes lo asumamos y descubramos la grandeza de la persona que así lo hace, antes empezaremos a vivir una vida plena. Entonces escucharás al Señor decirte: ¡Dichoso tú!, porque eso te lo ha revelado mi Padre que está en el cielo y lo has acogido.

Aterrizado a la vida matrimonial:
Lorenzo: ¿Qué ha significado para ti la conversión?
Ana: Para mí ha supuesto una transformación total. Lo que antes veía como un rollo, por ejemplo la oración, ahora me apasiona, es toda una experiencia. En cambio, lo que antes me apasionaba, por ejemplo, saberme atractiva para los demás, ahora no entiendo cómo alguna vez pude necesitarlo tanto para sentirme segura de mí misma.
Y para ti ¿Qué ha supuesto la conversión?

Lorenzo: Igual que a ti, un cambio radical en mi vida y mis anhelos. Te pondré algún ejemplo: Antes odiaba que me dijeses lo que tenía que hacer, ahora en cambio, valoro muchísimo la obediencia mutua. Creo que de ella depende la salvación, como la salvación del mundo dependió precisamente de la obediencia de Jesús. Son cosas que cuestan, pero después se descubre el verdadero valor que tienen.
Ana: Desde luego, no son fáciles de entender. Eso hay que vivirlo para reconocerlo.
Lorenzo: El Señor nos lo muestra en el Evangelio.

Madre,
Nos cuesta mucho dejar de pensar como los hombres y empezar a hacerlo como Dios. Sabes que estamos llenos de debilidades, manías y caprichos. Sabes que buscamos los resultados inmediatos… Madre, protégenos y guíanos para que construyamos un matrimonio santo, este es nuestro único deseo. Por Jesucristo nuestro señor. Amén.