Archivo por días: 26 febrero, 2024

Menos mal que el juez es Él. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 36-38

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EVANGELIO

Perdonad, y seréis perdonados.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor.

 

Menos mal que el juez es Él.

Con la medida que midiereis se os medirá a vosotros. Y ¿cómo mido yo a mi esposo? A veces nos puede dar escalofríos solo de pensarlo. Si el juez de mi vida fuese yo mismo con la medida que utilizo con mi esposo, tendría que empezar a preocuparme muy seriamente. El Señor es muy tajante con esto, y muy claro. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados. Creo que esta sentencia es para tomársela en serio ¿No os parece?

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marcos: Si mi corazón fuese el reino de los cielos, me pregunto si te habría admitido en él en este tiempo. Me doy cuenta de que te he tenido un poco desterrada últimamente, y por tanto, me merezco no ser admitido en el reino de Dios. Por ello, me arrepiento muchísimo, porque me parece un tema grave.

Arancha: ¡Qué buena reflexión, Marcos! Cuánto me ha ayudado. Creo que el Espíritu Santo me ha hablado a través de ti. Me parece un Evangelio súper potente, para tenerlo muy en cuenta en nuestro día a día a partir de ahora.

Marcos: Menos mal que mi juez es el Señor y no yo. Quiero volver a aceptarte en mi corazón, Arancha y pedirte perdón Arancha, por tanto tiempo de destierro. Ahora sí que sí me comprometo a acogerte y entregarme a ti.

Arancha: Gracias, Marcos. Llevo mucho tiempo sufriendo por esta distancia tuya, por esta indiferencia que se palpaba en tu corazón, sin más explicaciones. Llegué a pensar que era el sacrificio que Dios me pedía en este momento y estaba dispuesta a ofrecerme a vivir así el resto de mi vida. Y el Señor me ha permitido salir de esta situación. Doy gracias a Dios por haber tenido misericordia de mí.

 

Madre,

Somos tus hijos y nos quieres unidos. Alabado sea el Señor que nos deja bien clara Su voluntad en el tipo de relación que desea entre nosotros.