Archivo por días: 17 febrero, 2024

Víctimas y verdugos. Comentario para Matrimonios: Lucas 5, 27-32

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EVANGELIO

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor.

Víctimas y verdugos.

El Papa Francisco pone mucho el acento en este Evangelio. No puedo permitirme verme «el bueno», o «la víctima» y a mi esposo el verdugo. ¡No! Eso es una tentación de satanás.
Como decía Santa Teresita: Si en algo no he tropezado, es porque el Padre bueno, en su infinita misericordia lo ha apartado de mi camino antes de que tropiece.
Si el Señor permite que mi esposo tropiece donde yo no lo he hecho es porque en Su mericordia ha decidido ese camino para poder rescatarlo. Así que, yo soy el amado del Señor y mi esposo representa al Señor. ¡Y punto!
Cuando deje de acusar a mi esposo, ese día empezaré a ser luz en las tinieblas, como dice la primera lectura de hoy. Mientras lo siga acusando, aunque sólo sea en mi corazón, habrá en mi más tinieblas que en mi esposo. Y yo quiero ser hijo, misericordioso, como nuestro Padre es misericordioso.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Isabel: Hoy Señor, vengo a pedirte que tengas compasión de mí por haber avisado a mi esposo en mi corazón. No era consciente de la gravedad de mis actos, y entiendo que de esa forma no he ayudado a mí esposo a acercarse a ti, sino que he sido, motivo de escándalo para él.
Nacho: Señor, contemplo tú misericordia con admiración, porque no me veo capaz de amar con la pureza con que tú amas. Permítenos estar en tu corazón y amar como haces tú.
Isabel: Perdóname Nacho. Dios te ama mucho. Siéntete amado por Él, ya que yo no estoy dándote el amor que necesitas.
Nacho: Perdóname, Isabel. Siéntete infinitamente amada por el Señor, ya que yo no estoy dándote el amor que necesitas.

Madre,

Que este Evangelio cale y transforme nuestro corazón de Esposos cristianos. Afortunadamente para nosotros, Dios es misericordioso y ve nuestro corazón arrepentido. Alabado sea por siempre.