Archivo por días: 1 marzo, 2022

Dios, ¡Qué oferta! Comentario para Matrimonios: Marcos 10, 28-31

EVANGELIO

Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Palabra del Señor.

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Dios, ¡Qué oferta!

No se trata de dejar muchas cosas y hacer muchos sacrificios, sino de seguir a Jesús. Esto es, hacer lo que Él hizo: Entregarse por amor.
Puede que hagamos muchas cosas al día que nos cuestan mucho esfuerzo, pero que amemos poco en ellas. Pongamos algunos ejemplos: Las dietas, el ejercicio, ordenar, limpiar, crecer profesionalmente, corregir a los hijos… Si no lo hago con amor, no sirve. Es más, puede ser contraproducente puesto que esté alimentando mi vanidad, mi orgullo, apegarme a mis manías, etc. Hacer algo por amor, es siempre “para alguien”. Por tanto, si hago una dieta tengo que preguntarme ¿por amor a quién? O si me esfuerzo en tenerlo todo muy ordenado en casa ¿Por amor a quién?, o si corrijo a mis hijos ¿por amor a ellos para llevarlos a Dios?… no vaya a ser que me esté dejando llevar por mis manías… En cambio, si dejo muchas cosas por amor, el Señor me dará todo lo que necesito. Señor, yo me ocupo de tus cosas, ocúpate tú de las mías.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: No puedo ver la casa así. Me entra un agobio tremendo… pero a mi esposo le gusta dar un paseo por el campo los sábados, y si no nos vamos ya, no va a dar tiempo antes de comer, así que ¿sabes qué te digo? Que así se queda todo. Ya recogeré a la vuelta.
Jaime (Esposo de Marta): Mañana me toca correr, porque me estoy preparando para la media maratón del mes que viene, pero me he dado cuenta de que mi esposa necesita atenciones, que la tengo un poco descuidada. Así que, a freír monas la media maratón. Tengo una misión más importante que hacer.
Marta: Estoy a dieta, pero mi esposo me dice que estoy demasiado delgada. A mí no me lo parece, pero, como lo importante es gustarle a él, ¡se acabó la dieta!
Jaime: Iba a decirles a los niños que dejasen de gritar, porque molestan. Pero me he dado cuenta de que no es un pecado gritar, por eso no van a dejar de ir al cielo. Son niños y se lo están pasando pipa, así que, aunque me molesten, que sigan jugando y se diviertan. Mira, igual, dejo lo que estoy haciendo y me uno a gritar con ellos…
Marta: Mi madre me ha dicho que vayamos a comer, pero Jaime quería ir a ver a sus padres que hace más tiempo que no los vemos. Sé que le sentará mal a mi madre que le diga que no, pero lo importante es agradar a Jaime.
Jaime: Estoy entusiasmado con mi proyecto laboral. Pero estoy llegando demasiado tarde a casa y eso no puede ser. Mi esposa lo primero, así que trabajaré lo justo, pase lo que pase con mi prestigio profesional o con mi trabajo.
(Y Jaime y Marta recibieron cien veces más en esta vida. No hay más que ver cómo se miran.)

Madre,

A nosotros, los esposos, nos toca dejar atrás padre y madre, muchas comodidades y muchos caprichos. A veces también hemos renunciado a cierto apego a los hijos para dar prioridad a nuestro matrimonio. Todo ello, por seguir a Jesús, el Esposo. Pero sabemos que Dios cumple su promesa, y aunque con cruces, nos dará el ciento por uno en esta vida. Alabado sea por siempre.