EVANGELIO
Convertíos y creed en el Evangelio.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor.
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Sacarlos del abismo.
Jesús nos llama y nos invita a ir en pos de Él. Esto significa ir tras Él y por tanto, nunca ir por delante de Él marcando el camino. ¿Cómo hago para ir en pos de Jesús en mi día a día? Buscando en el Evangelio una circunstancia semejante a la que vivo yo y mirando lo que Jesús hacía o decía en esa situación. Después, le imito. Si lo hago Él me hará pescador de hombres, es decir que me dará el poder para salvar a otros (en especial a mi esposo e hijos) del oscuro abismo en que pueden encontrarse sumergidos.
Si voy en pos de Él, me hará partícipe de Su Reino de amor.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Fernanda: (Piensa: ¡Uf! Estoy cansadísima, deseando llegar a casa. En cuanto llegue, me quito los tacones, me pongo cómoda y me tiro al sofá a ver mi serie favorita. Menos mal que hoy Ramón llegaba antes y quedamos en que se encargaba de los niños. Cuando llegue, deberían estar acostados).
1h más tarde Fernanda entra por la puerta de su casa… Se encuentra un escenario muy diferente al que esperaba. A Ramón se le ha complicado la tarde con el trabajo y aún no ha bañado a los niños, ni han cenado. Encima, Ramón está nervioso y desesperado, grita a los niños que no colaboran en agilizar el cierre del día.
Fernanda: (De su interior brota una rabia hacia Ramón por no tener las cosas resueltas como acordaron. A ella se une un intenso dolor de verle gritar así a los niños.
Pero decide contenerse y busca en el Evangelio a Jesús en una situación parecida a la suya. Se lo encuentra llegando a casa de Pedro, cansado, después de un largo día de trabajo, como ella. Jesús se encuentra a la suegra de Pedro con fiebre. Fernanda mira a Jesús que lo tiene delante, muy cerca de su corazón, pues lo tiene presente en todo y ve cómo Él no mira su cansancio, no protesta, ni se queja. Con cariño coge la mano de la suegra de Pedro y le cura la fiebre.
Fernanda: (Le coge la mano a Ramón y le da un beso de saludo) ¡Vaya cariño! Tranquilo, que ya estoy aquí. Nos ponemos juntos para acabar antes ¿Vale?
Ramón: Hola bonita, no sabes cómo te lo agradezco, estoy desesperado, una tarde horrible, que gran alivio tenerte. Muchas gracias.
(Aquella noche, Fernanda consoló a Ramón y lo sacó de su estado de nervios. A la mañana siguiente, Ramón se levantó antes y se puso a servirla, preparando el desayuno a su esposa)
Madre,
Sólo imitando al Señor, podemos sanar a nuestros esposos. Damos gracias a Cristo que es Camino, Verdad y Vida. Amén.