Archivo por meses: noviembre 2020

“Cada vez” Comentario para Matrimonios: Mateo 25, 31-46

EVANGELIO

Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos, más pequeños conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

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“Cada vez”

A la hora de enfrentarme a un examen ¡Cuánto me hubiera gustado haber tenido las preguntas por adelantado! ¿Verdad?
Pues Jesús nos ama tanto que nos da las preguntas del examen más importante de nuestra vida. Todos seremos examinados de amor y Jesús quiere que aprobemos para pasar a la vida eterna con Él. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos… conmigo lo hicisteis”. Y resuena en mi mente ese “cada vez”, “cada vez”. Puede ser ahora, puede volver a ser dentro de 10 min. Cuánto puedo entregarle a Jesús a través de mi esposo, “cada vez”, porque todo lo que le hago a mi esposo (y aún más especialmente por nuestro sacramento matrimonial) ¡A Cristo se lo hago!

Aterrizado a la vida matrimonial:

(Sed) Jaime: Miriam, gracias a ti porque tenía sed del Amor verdadero y no lo sabía. Tú supiste ayudarme a profundizar en la Verdad. Me diste lo que necesitaba mi alma.
(Forastero) Miriam: Jaime gracias por ayudarme a integrarme en tu familia de origen. Qué duro es para algunos esposos, que sus suegros o cuñados los traten como forasteros, y no los consideren plenamente parte de la familia. En cambio tú te has ocupado de hablarles a tus padres bien de mí, dándome un lugar preferencial y teniéndome siempre todo tipo de detalles para que no me sienta sola y te sienta a mi lado.
(Desnudo) Jaime: Miriam, me doy cuenta de que tienes la visión más positiva de mí de todas las personas que me rodean. Tú siempre me excusas y me transmites esperanza cuando equivoco el camino. Siempre encuentro en ti un apoyo, una mano a la que agarrarme cuando todos los demás me han retirado la suya. Puedo mostrarme desnudo ante ti, sin miedo a sentirme juzgado con dureza.
(Enfermo) Miriam: Yo valoro mucho cómo estás siempre a mi lado en la enfermedad, pendiente de mí, mientras he visto a otros esposos abandonar a sus mujeres hartos de tener que soportar sus problemas de salud. Dichoso tú, porque cada vez que lo hiciste conmigo, a Cristo se lo hiciste.
(En la cárcel) Jaime: Dichosa tú, porque cada vez que me has visto preso de mi pecado, no me has subestimado, no me has machacado pensando en el daño que te hacía, sino que has pensado en mí y me has ayudado a liberarme. Cada vez que lo hiciste conmigo, a Cristo se lo hiciste.

Madre,

Ruega por nosotros para que cada día nos amemos y eso nos una más a Cristo, viviendo el amor de comunión al que estamos llamados desde el principio, cuando fuimos creados. No hay mejor destino para nosotros. El Señor nos ama mucho. Alabado sea el Señor.

JORNADA en ZARAGOZA: LA PRUEBA EN EL MATRIMONIO

Jornada de Proyecto Amor Conyugal: «La prueba en el matrimonio«

ZARAGOZA

Cuándo: 28 de noviembre de 10 a 18h.

Lugar: Parroquia Santa Rafaela María (Zaragoza)

 

Solicita información e inscríbete enviando un correo a: proyectoamorconyugal.zgz@gmail.com o por Whashapp al número 678748646

Se dispondrá de una hora para comer a mediodía. Cada matrimonio debe llevar su propia comida y bebida, ya que se comerá individualmente.
Precio de la jornada: 10 € por persona para costear material, flores y otros gastos.

¿Qué nos esperará? Comentario para Matrimonios: Lucas 20, 27-40

EVANGELIO

No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano.” Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que lo muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos»
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

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¿Qué nos esperará?

Los sacramentos existen únicamente en esta vida. Aquí recibiremos la gracia, viviremos por la fe. Pero en el cielo, estaremos ya con Dios plenamente y no son necesarios los sacramentos. Tampoco será necesaria la unión en la carne porque ha habrá una unión plena con Dios y entre nosotros. Ya no habrá muerte, ya no habrá pecado, no existirá la limitación del cuerpo que sólo nos permite entregarnos totalmente a nuestro esposo. Allí seremos todos plenamente uno.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Nuria: A algunos nos preocupa este Evangelio porque parece que cuando nos muramos, la muerte nos va a separar de nuestros esposos.
Matrimonio Tutor: No es así. La fórmula “hasta que la muerte nos separe” no está en ningún sitio. Decimos que nos entregamos el uno al otro “todos los días de nuestra vida” que no es lo mismo. Hay una canción de la Hermana Glenda que se llama “Alianza de Amor” y que dice “hasta que la muerte nos una más”. Y es así, exactamente. En el cielo sí que seremos totalmente uno.
Nuria: O sea, que la muerte nos unirá más aún a los esposos. Eso me parece más coherente. No era normal que el cielo nos separara… Qué bien hace Dios las cosas.

Madre,

Si el matrimonio es un invento de Dios tan hermoso ¿Qué nos esperará en el cielo? Alabado sea Dios por siempre.

El trastero interior. Comentario para Matrimonios: Lucas 19, 45-48

EVANGELIO

Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: «Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos»».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él escuchándolo.

Palabra del Señor.

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El trastero interior.

Nuestro esfuerzo en el camino hacia Dios, no consiste en poner mucho de nosotros, sino en quitar mucho de nosotros para dejarle espacio al Espíritu y que Dios ponga de lo Suyo en nuestro interior. Imaginémonos un trastero, lleno de objetos sucios e inútiles que ocupan espacio. Nuestra tarea consiste en apartar trastos de nuestro interior y abrir una ventana para que pueda entrar la luz.
Ahora Dios no reside en un templo, sino que el templo es nuestro cuerpo. Su casa es mi corazón. Cristo viene a echar de nuestro interior todas esas tendencias interesadas, esos “bandidos” que nos roban tiempo para lo verdaderamente importante que es nuestro esposo. Hay otros que nos intentan tapar la verdad, pintándonos la vida de aparentes riquezas que son basura al lado de la riqueza de vivir una comunión en el matrimonio y en última instancia, la riqueza de vivir en Dios que nos lo da todo…
“Mi casa es casa de oración” dice el Señor. Nuestro cuerpo es la casa de Dios y es lugar de oración. Ni el narcisista más empedernido podría haber imaginado un destino más grandioso para su propio cuerpo. Y es que el cristiano no es el reprimido que no sabe disfrutar de la vida, es el que conoce la grandeza de la verdad y no se conforma con menos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

En mi relación con mi esposo, dentro de mí, hay como un diálogo interior:
Mi individualismo: Hoy voy a rezar solo. Cuesta mucho que coincidamos, y además, tenemos ritmos diferentes. Además, me concentro mejor cuando rezo solo.
Mi pereza: Deberíamos hablar mi esposo y yo, pero estoy súper cansado. Necesito sentarme y relajarme.
Mi orgullo: La última vez que hablamos, le conté cosas mías y después me lo ha sacado en discusiones. Mejor me reservo y no le cuento nada más.
Mi egoísmo: No me apetece nada irme con él/ella a compartir su afición favorita. Yo me aburro. Que se vaya solo y yo me quedo aquí viendo mi serie.
Mis deseos desordenados: (Él) Esta noche, me quedo levantado y cuando se duerma, tengo ahí unos vídeos eróticos… Estoy deseando que se duerma para disfrutar un rato. Me lo merezco. (Ella) Me gusta sentirme atractiva, que los ojos de los hombres se fijen en mí, me hace sentirme bien, segura de mí misma.
Mis rencores: Estoy muy dolido con él/ella. No quiero acercarme para no sufrir más.
Mi victimismo: No se da cuenta de todo lo que he hecho por él/ella, todo lo que me ha hecho sufrir… debería pedirme perdón, prestarme más atención…
…Son tantos los bandidos que me invaden por dentro…
Mi conciencia: Debes de abrirte más a tu esposo, y purificar tu corazón para verle como Dios le ve y amarle como Dios le ama.

En mí reside el Espíritu Santo, y no voy a permitir que Su casa sea una cueva de bandidos. Dios me ha confiado una hermosa misión y voy a llevarla a cabo.

Madre,

A partir de ahora, echaré todos estos ladrones fuera y, como Tú, seguiré el camino del Magníficat: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclavo…

Condúcete a la paz. Comentario para Matrimonios: Lucas 19, 41-44

EVANGELIO

¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Palabra del Señor.

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Condúcete a la paz.

El camino que conduce a la tan ansiada paz, es adherirme al plan que Dios tiene para mí. Sólo Él sabe construir la paz y sólo Él puede hacerlo. Esto que podemos tenerlo más o menos claro en nuestra cabeza, cuesta mucho integrarlo en nuestro corazón y por el corazón tira para otro lado. ¡Qué misterio! Sabemos el camino pero no lo seguimos porque hay otros caminos que nos distraen. Y nos lo vuelven a recordar y lo volvemos a olvidar. ¡Qué misterio! Desde luego que es para llorar, Señor.
¿Cómo vamos a diseñar nosotros un plan mejor que el de Dios? Está claro que es imposible, es de cajón. Pues bien, nos empeñamos en ello. ¡Qué misterio! Es para llorar.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ana: Sé que si rezamos juntos, salvamos nuestro matrimonio. Pero no lo hacemos.
Matrimonio Tutor: ¿Por qué?
Ana: No lo sé, un día por otro…
Alberto: Sé que si nos formásemos más sobre el matrimonio, salvaríamos el nuestro. Pero no lo hacemos.
Matrimonio Tutor: ¿Por qué?
Alberto: No lo sé. Llega el día y nos da pereza, o hemos discutido y pensamos que a dónde vamos a ir…
Matrimonio Tutor: ¿Y la tarea que os pusimos para trabajar el camino de virtud?
Alberto y Ana: La hicimos el primer día, pero luego lo dejamos.
Matrimonio Tutor: (Se echan a llorar) ¿No vais a hacer nada por salvar vuestro sacramento? ¡Está Cristo entre vosotros! ¿No vais a hacer nada por salvar vuestra familia? Es lo más hermoso que tenéis. ¿No vais a hacer nada por dejar de sufrir entre vosotros y alcanzar la paz en vuestro hogar? Está en vuestra mano ¿Y no queréis esforzaros?
(Alberto y Ana comprendieron la barbaridad que estaban haciendo y decidieron poner toda la carne en el asador. Ese día fue el más importante de sus vidas. Y su matrimonio fue precioso).

Madre,

Queremos ser dueños de nuestro matrimonio y no sabemos alcanzar la paz por nuestros medios. Necesitamos la paz que nos da Cristo después de resucitado. La paz de haber obedecido a la voluntad de Dios a pesar de las circunstancias. En tus manos estamos, Señor. Alabado seas.