Archivo por días: 14 abril, 2020

Llantos y llantos. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 11-18

EVANGELIO

He visto al Señor y ha dicho esto.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

Palabra del Señor.

Llantos y llantos.

Señor, me haces ver en este Evangelio que hay llantos y llantos. Hay un llanto egoísta, por el que uno se lamenta de su mala suerte, de que no le quieren, de que no lo tienen en cuenta o no le dan lo que le gusta. Este llanto es desesperanzador, hace la vida amarga, la propia y las de los de alrededor, nos ahogan nuestras propias quejas y nos impiden reconocer a Jesús. El llanto sano es el del sufre por el dolor del Señor o el del que sufre por el padecimiento de otros, porque ahí también sufres Tú. Jesús, te miras tan poco a ti mismo y pones tanto la prioridad en mí, que estás dispuesto a presentarte a mí incluso dejando en espera ese gran momento de volver a reunirte de nuevo con el Padre después de toda una vida entre nosotros. ¡Impresionante el amor que me tienes!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Carmen, hoy en la oración me he dado cuenta de que no solo me quejo demasiado, sino que el centro de mis quejas siempre soy yo. Como si nunca llegase a estas suficientemente satisfecho. Cuando el Señor habla de “dichosos los que lloran”, desde luego, no se refiere a mi manera de “llorar”. Es importante que no esté tan centrado en mi mismo si quiero vivir contigo un buen matrimonio.
Carmen: Sí, a mí me pasa igual. Suelo ir de víctima y estar pendiente de lo que no haces por mí. El Señor nos enseña Su manera de amar, la que construye, la que glorifica a Dios. Vamos a esforzarnos para cumplir la misión que nos ha encomendado.

Madre,

Estar tan pendiente de mí, hace que muchas veces viva sin la conciencia de que Cristo está presente en todo momento. Es una maravilla tenerle entre nosotros, tan atento a nuestra vida y nuestras necesidades. Gloria al Señor.