EVANGELIO
Quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafárnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
Ni un día más.
Hoy el Señor se pone un poco serio conmigo. No se trata de una amenaza, sino de advertirme, porque me ama demasiado para que juegue con la posibilidad de perder la vida eterna. Sí, esto no es un juego. Aún no estoy salvado, y Dios me está dando muchas gracias que puedo estar desperdiciando.
Señor, dime si te estoy fallando. Háblame claro, porque por nada del mundo quiero desaprovechar el esfuerzo que hiciste por mi redención. ¿Y mi esposo? Señor, quiero que se salve y estoy también dispuesto a hacer lo que haga falta por su salvación. Sé que necesitas de mis sacrificios, Señor. Cuenta conmigo, pero dame las fuerzas para llevarlos adelante.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Juan: Deberíamos rezar más juntos, deberíamos hablar más, deberíamos estar compartiendo nuestra intimidad… Pero es que, un día por otro, con tanto trabajo, llegamos cansados y también nos cuesta levantarnos pronto… Tenemos que hacer algo.
Patricia: Juan, ¿Cuánto tiempo llevamos diciendo lo mismo? Y pasan los meses y no lo hacemos. Creo que tenemos que tomar una determinada determinación. No estamos respondiendo a todas las gracias que Dios nos está dando. Nos ha dado fe, formación, un matrimonio cristiano, unos hijos bautizados… Y ¿Qué lugar ocupa Él en nuestro día a día? ¿Qué lugar ocupa nuestra vocación en el día a día?
Juan: Tienes razón, Patricia. No puede pasar ni un día más. Además, nos estamos perdiendo las maravillas que Dios quiere que vivamos a través de nuestra unión y de nuestra familia. ¿Cómo podemos ser tan tozudos? Señor, ya no te fallaremos más, te lo aseguramos, danos la fuerza y la perseverancia. Amén.
Patricia: Perdón Señor. Amén.
Madre,
Parece que el Señor ya no sabe cómo decirnos que nos tomemos en serio nuestra fe y nuestra vocación. Tú nos has mandado Madre, a llevar a muchos la buena noticia del matrimonio. Te pedimos por todos los que no la acogen tal como Dios quiere. Tened en cuenta lo que sufren, Madre. Te pedimos por su conversión. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.