
La llamada de Dios es personal. Una llamada a un plan exclusivo y grandioso que me llena el alma de alegría y de gozo. Qué importante es renovar esa llamada, mantener la ilusión, responder con un amor verdadero, profundo, como Dios quiere.

La llamada de Dios es personal. Una llamada a un plan exclusivo y grandioso que me llena el alma de alegría y de gozo. Qué importante es renovar esa llamada, mantener la ilusión, responder con un amor verdadero, profundo, como Dios quiere.