Para construir mi matrimonio tengo que renunciar a mí y a todo lo mío. Dios no puede crear una unión de dos si cada uno sigue con lo que tenía y era antes de casarse. Es el precio de la libertad, el amor y la felicidad, de ser discípulo de Cristo.
El secreto de Alberto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 14, 25-33
2 respuestas