Archivo por meses: julio 2017

Implicados en las consecuencias. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 18-26

EVANGELIO

Mi hija acaba de morir. Pero ven tú y vivirá
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla le dijo:
«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:00, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

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Implicados en las consecuencias.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El “castigo” o mejor dicho, la consecuencia que le trajo al hombre el pecado de desobedecer a Dios, fue la muerte, entre otras. Sorprende que el mismo Dios, ese al que hemos negado, rechazado y desobedecido, se haga hombre para morir, vivir las mismas consecuencias que vivimos los pecadores. Es decir, que le despreciamos y Él viene a sufrir con nosotros las consecuencias de nuestro desprecio. Pero no solo eso, sino que además lucha contra las enfermedades y la muerte de la gente de sus contemporáneos. Él asume nuestra muerte y además sana las enfermedades para que ellos no mueran. Y aún hay más: Nos dice frases como “¡Animo hija!” comprendiendo el sufrimiento que estamos padeciendo, una frase llena de ternura y esperanza.

Esta es la lógica de Dios, incomprensible para nosotros. Este es el amor misericordioso que nos debemos los esposos el uno al otro. Es el amor sobreabundante de Cristo.

Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro (El padre): Pepito, es la tercera vez que te digo que lo primero que tienes que hacer cuando te levantas es recoger el cuarto, y te veo jugando y el cuarto sin recoger. Quedamos en que la próxima vez, te quedabas sin piscina, así que hoy no puedes ir a la piscina.
María (La madre): Nosotros también vamos a sufrir las consecuencias de tu desobediencia contigo. Así que, nos vamos a quedar también sin piscina.
Ramón (El hijo mayor): Papá, Mamá, no hace falta que os quedéis. Yo tengo que estudiar, yo me encargo de cuidarle y estar pendiente de él.
María: Muchas gracias por tu generosidad, Ramón, pero no. Hoy queremos hacer este sacrificio tu padre y yo, para que Dios perdone a Pepito por su desobediencia. Así que nos quedaremos ordenando y limpiando la casa.
Pedro: Lo siento, hijo, a todos nos apetecía mucho ir a la piscina, sobre todo con este calor infernal. Pero tienes que entender que la desobediencia es algo muy feo, que te hace mucho daño. Es muy importante que lo comprendas. Nosotros nos sacrificamos por ti, para que veas que también nos unimos a ti y te seguimos queriendo cuando te equivocas. ¡Ánimo hijo! Verás cómo la próxima vez no te olvidas de recoger tu cuarto, porque si no, nos volveremos a quedar todos sin piscina ¿Vale?.
Pepito: Vale, Papi, Mami. Perdón (sollozando).

Madre,

Cuánta misericordia nos hace falta en la familia, cuánto cariño falta entre nosotros. Estoy acostumbrado a ser duro, a jactarme de las consecuencias que sufre el otro cuando me falla. Pero no me implico en esos momentos, no amo, me falta ternura, comprensión. Madre, enséñanos a amar como Él. Hoy sé que me dices: “¡Ánimo hijo!”. Gracias por ser tan paciente con nosotros. Amén.

¿Qué te ha echado el Espíritu? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 25-30

EVANGELIO

Soy manso y humilde de corazón
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:00, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

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¿Qué te ha echado el Espíritu?

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dios no revela sus secretos a los que más estudian, sino a los que más le aman, a los que más abiertos están a recibir el Espíritu Santo. A los que más rezan y crecen en esa intimidad con Él. Después, puede que nos cueste seguirle, porque hay un yugo, hay una carga, pero si la vivimos como nos enseña el Señor en el Evangelio, será mucho más ligera.

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: Todavía hay veces que caemos en incomprensiones, discutimos y nos ofendemos mutuamente.
Pedro: Sí, porque aunque sepamos que el camino es el de la humillación, el de ponerme el último, el de servir y no ser servido, etc., cuesta mucho aplicarlo.
María: Lo que me he dado cuenta en este tiempo, es que, cada vez se acortan más esas crisis. Cada vez dejan menos posos en nosotros, menos heridas. Es como que el Señor lo reconstruye, lo sana, y no deja huella en nosotros.
Pedro: Es el Espíritu, que está en nosotros. Él interviene, nos reconstruye desde dentro, nos redime, nos sana. Yo lo experimento. Sé que Él está en nosotros. Es muy fuerte, es muy grande, y nos devuelve al camino del amor. Por cierto ¿Qué te ha echado el Espíritu a ti, que me tienes loquito? Estoy que se me cae la baba por ti.
María: Me ha echado un poquito de la misericordia de Dios.
Pedro: Pues qué hermosa es la misericordia de Dios.
María: ¿Y a ti. qué te ha echado para que esté loquita por ti?
Pedro: Me ha echado un poquito de la Voluntad de Dios.
María: Pues qué hermosa es la Voluntad de Dios.

Madre,

Qué hermoso es todo cuando nos dejamos conducir por el Espíritu Santo. Él nos muestra los secretos de Dios, nos alivia, nos aconseja… Alabado sea Cristo por enviarnos Su Espíritu. Gloria a Dios.

El subidón que da el Amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-17

EVANGELIO

¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercaron a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

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El subidón que da el Amor.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El sopor, en el Génesis, es ese trance entre que el hombre estaba solo y que renace como la unión de dos, cuando Dios le presenta a Eva, y él la acoge como un don, como una ayuda. Dios los une, y se hacen una sola carne, pero ya no hay vuelta atrás. Ni el hombre, ni la mujer, vuelven a plantearse la vida que tenían cuando estaban solos, sino que ya tienen todos sus pensamientos, deseos e ilusiones puestas en construir esa unión, que está por hacer. A vino nuevo, odres nuevos.

Caná, de hecho, es anuncio y anticipación del don del vino nuevo de la Eucaristía para los esposos. Sacrificio y banquete en el que el Señor nos alcanza, nos renueva y nos transforma. Esa transformación, la experiencia de la entrega del Esposo en la Eucaristía, en cada sacramento, cuando los esposos acogemos la Palabra del Esposo, nos proporciona una alegría en el corazón, una satisfacción, una plenitud… Ese momento donde ambos experimentamos el corazón del otro y juntos el de nuestro Señor, nos hace vivir lo que San Juan Pablo II llamaba la mayor fiesta de la humanidad: Ese experimentar a mi esposo como un don para mí, una ayuda adecuada, carne de mi carne.

Por eso los esposos no podemos estar tristes cuando estamos con Cristo, porque Él es quien da la felicidad con su sola presencia.

Aterrizado a la vida matrimonial:
Llegaron un poco distanciados a la Eucaristía. Pero se confesaron y vivieron juntos con intensidad la celebración de la entrega de Cristo Esposo. Salieron nuevos, ¿No os ha pasado nunca?
Llegaron a casa, se reconciliaron y todo se había sanado. Se había recuperado su comunión. Se entregaron el uno al otro y se hicieron una sola carne, y vivieron una plenitud en su unión que parecía la mayor que habían vivido nunca. Otra vez tenían fuerzas para afrontar juntos cualquier dificultad. Es la alegría del amor nuevo que Cristo promete a los que se consagran a Él. Alabado sea el Señor, que nos restaura y hace el milagro en nosotros. Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los esposos que ama el Señor.

La misión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO
No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio»: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

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La misión.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús practicaba lo que acababa de enseñar en el Sermón de la Montaña, enseñó la acogida a pecadores… Nos habló de la dicha del que sufre por amor, del que llora, del que es misericordioso… Nos muestra la dicha que viene después de acoger el mal, para convertirlo en bien. Y Él mismo lo practica al acoger a leprosos, extranjeros, enfermos, endemoniados, paralíticos, publicanos, en definitiva, pecadores. Jesús viene a sanar lo que está enfermo ¿Cuántas cosas hay enfermas en mi matrimonio y en mí mismo?

En los demás evangelios, este publicano se llama Leví. Aquí su nombre es Mateo, que significa don de Dios o dado por Dios.
También nuestro esposo en su pecado, es un don de Dios para mí y Dios nos lo ha dado para ayudarle a sanarle en lugar de juzgarle y rechazarle. O ¿Acaso soy tan ingenuo de creerme sano y merecer un esposo sano? La tarea está por realizar: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» Los dos lo somos, Señor ten piedad.

El día de nuestra boda, nos prometimos entregarnos el uno al otro y acogernos en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra vida, hasta que la muerte nos separe. Cumplir nuestra promesa es haber entendido nuestra misión de esposos que también nos entregamos y acogemos lo que está enfermo. Y de nosotros depende contar con la gracia de nuestro Sacramento Conyugal, al cumplir nuestra promesa, de amar como ama Cristo, en el mal, y que Él se haga presente en nuestro matrimonio.

Hoy no hay una historia, sino nuestra propia historia. Vamos a hacer un examen de conciencia a la luz de este Evangelio, para ver si estoy siendo un esposo cristiano que sigue a Jesús, en cada una de las actitudes que Él hoy nos enseña:

– ¿Acojo a mi esposo en la lepra del corazón que es el orgullo? Y si me ofende o desprecia ¿Le devuelvo el mal y me defiendo? O me hago vulnerable y le doy paso a Jesús para que Él lo sane.
– ¿Me pongo al servicio de Dios, dando cariño cuando mi esposo está enfermo? ¿O pienso en mí y mi egoísmo me impide comprenderle?
– Cuando mi esposo está como endemoniado, por la ira o malos pensamientos ¿cuál es mi actitud? ¿El enfado, huir… O le intento animar y consolar?
– Cuando mi esposo está paralizado y no se comunica conmigo, ni tiene ningún tipo de iniciativa… ¿Me acerco con amor a preguntarle cómo puedo ayudarle o me quejo y también me distancio?
– Si mi esposo está absorbido por las cosas de este mundo ¿Rezo y ayuno con fe por él y le atraigo con amor, humildad y astucia hacia la belleza de lo eterno?

Hoy Jesús quiere esposos que sigan al Esposo ¿a caso no dio ejemplo? No podemos decir que no sabemos, ni que no podemos
El nos enseñó, El se entregó para hacerlo posible. Solo tengo que creérmelo, esforzarme y contar con Él. Romper también hoy con todo lo que excluye, distancia y divide, en mi matrimonio.

Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza legal. No vale con ir mucho a Misa, rezar… y luego no tener misericordia. Para Dios la misericordia vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de misericordia, y se conmueve ante nuestras faltas (Os 11,8-9).

Madre,
Dame tus entrañas de misericordia para con mi esposo e hijos, como vosotros la tenéis conmigo, que soy pecador. Quiero vivir en el Amor y la Verdad. Ayúdame a vivir el evangelio y sana lo que tengo enfermo que me impide ser misericordioso. Ayúdame Madre a seguir a Jesús, a cumplir mi misión. Estoy muy lejos de amar de verdad, pero dile al Padre y a Jesús que los quiero, que seguiré luchando, y pídele al Espíritu Santo que no me abandone. Por todas las veces que no lo he hecho bien, te ofrezco mi corazón contrito y humillado. Gracias por acogerme en mi pecado.

Pecador, pero le sigo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio»: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

Anuncio Barcelona 19-07-17

Pecador, pero le sigo.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Reconozcámoslo, somos pecadores. Estamos empeñados en demostrar que no lo somos, pero lo somos. Cuando mi esposo me recrimina algo, me suelo defender, y lo que es peor, atacando (Ya dicen que la mejor defensa es el ataque). Obviamente que nuestro esposo es también pecador, y tendré muchas armas contra él/ella. Pero ¿Qué gano no reconociendo mis limitaciones y mi pecado? ¿Soy más grande por ello? Observemos la actitud de los Fariseos que se creían perfectos porque observaban la ley, y la de Mateo, que se reconoce pecador y sigue a Jesús.

Resulta que Dios no habría permitido nuestro pecado si no fuera porque de él se puede sacar un bien mayor, como decía San Agustín y se nos recuerda en el Catecismo. ¿Y cuál es ese bien mayor?: Cristo. Ni más ni menos. Sí, Él viene y come con los que somos pecadores. Viene porque necesitamos que nos sane. Qué bendición recibir la visita del Señor, merece la pena reconocerme humildemente pecador.

Aterrizado a la vida matrimonial:
María: Pedro, creo que estás tomando las decisiones equivocadas. Además, estás irascible y a los niños no les estás educando con cariño, sino de malas formas.
Pedro: Pero bueno, tú quién te crees que eres ¿Doña perfecta? ¿Te crees que tú estás haciendo las cosas con mucha paciencia? Estás demasiado pendiente de mí. Anda, haz examen de conciencia y mírate tú, en lugar de tanto observarme a mí. En lugar de eso, ya podías estar más cariñosa conmigo, que estoy pasando un momento difícil.
María: Eres un soberbio. No se te puede decir nada…
(Después de una buena confesión)
Pedro: Perdona María. Tenías razón. Necesitaba un buen examen de conciencia y una buena confesión. Menos mal que te tengo. El Señor ha venido a mí y me ha perdonado. Ahora perdóname tú, por favor.
María: Este es mi Pedro! Perdóname tú a mí también. No sé qué me ha pasado. Dime por favor qué necesitas para que te ayude en estos momentos de dificultad para ti ¿Vale? Intentaré ser tu ayuda.
Pedro: Necesito gestos de cariño. Que me calman y me reconfortan. Gracias, mi amor.

Madre,
Cuando no reconocemos nuestras debilidades y nuestros pecados, en seguida se producen fisuras en nuestra relación de comunión. Sólo reconociendo nuestros pecados y pidiendo perdón, podemos restablecerla. Merece la pena, es tan hermoso estar unidos… Alabado sea el Señor que nos da la posibilidad de estar entre nosotros cuando le acogemos con humildad. Gloria a Dios.