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Embotados. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 10-17

EVANGELIO
A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 10-17
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Por qué les hablas en parábolas?»
Él les contestó:
-«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
«Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure».
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos, porque oyen.
En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

Embotados.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cuando te acostumbras a comer con mucha sal, tu paladar pierde sensibilidad hacia los sabores. Lo mismo ocurre con el picante. Podríamos decir algo así como que tienes el sentido del gusto embotado.
Tenemos los sentidos embotados, de tanta información que recibimos. Los tenemos acostumbrados a sensaciones fuertes y hemos perdido la sensibilidad del corazón. Con tantos efectos especiales, ya no percibimos la suavidad de una brisa. El problema es que Dios se deja sentir en la brisa y no en los huracanes, en el silencio, y no en las explosiones virulentas.

El exceso de información que percibimos no deja hueco a la esencia de la Palabra. Nuestros ojos ya no ven ni nuestros oídos oyen. Oímos y no entendemos. Está embotado el corazón de este pueblo.

Hay que iniciar el camino del retiro, del desprendimiento, de la oración en silencio, de saborear cada detalle. Sustituir la atracción por el tono satírico y burlesco de los programas del corazón, por disfrutar con cada sonrisa de mi esposo. Cambiar las películas de súper héroes por admirarme con los esfuerzos de mi esposo de cada día. Reemplazar el glamour del éxito y el poder por la belleza y la sencillez de pedirnos perdón por habernos herido. La atracción por los cuerpos artificialmente esculpidos por la hermosura de un cuerpo desgastado por la entrega cotidiana, por la grandeza de la maternidad…

¿No nos habla Dios a través de todos estos momentos?

Madre:
Son dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Limpia mi corazón para verle en mi esposo. Para verle en cada circunstancia de mi vida conyugal y familiar. Yo me comprometo a poner de mi parte y seguir desprendiéndome, haciendo silencio, orando, contemplando a mi esposo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.