Archivo por días: 29 febrero, 2016

Restituir la comunión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 18, 21-35

EVANGELIO
Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: – «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: – «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: -«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.» Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: – «Págame lo que me debes.» El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: -«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.» Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: «¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor.

Restituir la comunión.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este pasaje sobre el perdón, precede a aquel en el que Cristo les habla a los fariseos sobre la indisolubilidad del matrimonio. ¿Casualidad?.

Si en tu matrimonio hay heridas y hay dolor, no te preocupes. Dios nos da una segunda oportunidad… y una tercera… y una cuarta… etc. Esperamos que vosotros también os las deis. Por mucho que las cosas se hayan enredado, es posible enderezarlas orientándolas hacia lo alto. Los casos perdidos se convierten entonces en trayecto, doloroso sí, pero necesario para conquistar una meta. La comunión que nos da la dignidad y para la que hemos sido creados.

Según hemos podido leer en algún foro, la cifra que le debía aquel siervo a su señor (10.000 talentos) eran de unos 3.500 millones de euros. Mientras que 100 denarios podrían equivaler a 160€. El Señor quiso utilizar estas cifras para representar la diferencia tan abismal que existe entre nuestra deuda con Dios y la mayor deuda que pueda tener alguien conmigo.

El perdón no es una opción, es una obligación. La deuda que puedan tener conmigo es parte de una deuda mucho mayor que tengo yo con Dios. Es Cristo quien la pagó por mí y por mi esposo, y todo lo que nos hayamos hecho, está perdonado. Por el Sacramento de la confesión, Dios nos lo perdona todo en virtud de la entrega redentora de Su Hijo.

Pero hoy queríamos hablar de pedirnos perdón en el matrimonio. Lo primero que sorprende es que pedir perdón no es un acto rápido, sino que es un proceso, que requiere de 5 pasos. Son los mismos cinco que hay que realizar para pedir perdón a Dios, es decir, para el sacramento de la confesión:
– Examen de conciencia: Analizar todos los condicionantes, sentimientos, afectos, circunstancias… que me llevaron a hacer daño a mi esposo.
– Dolor de corazón: Ponerme en su lugar y entender cuánto daño le he producido, aunque haya sido sin querer.
– Propósito de la enmienda: Diseñar un plan, para evitar que vuelva a producirle ese dolor por causa de mi falta de amor.
– Pedirle perdón al esposo (en la confesión será “decir los pecados al confesor”): Ya estoy listo para acercarme a mi esposo y contárselo todo. Qué pasó para que cayera en la tentación (sin excusas), cuánto reconozco el dolor que le he causado y qué plan me he trazado para no volver a hacerlo más.
– Cumplir la penitencia: Es decir, cumplir el plan de acción que me he trazado para no volver a hacerle ese daño.

Qué distinto es pedir perdón de esta manera ¿No os parece?. No somos capaces de amarnos perfectamente, pero sí lo somos de amarnos pidiéndonos perdón y perdonándonos. Que cada acto de perdón demuestre nuestro amor y restituya la comunión que habíamos perdido por hacernos daño.

Madre:
Bendito Hijo, que se entregó por nosotros para darnos el don perfecto: el perdón. Quiero amar a mi esposo perdonándole. Quiero amarle pidiéndole perdón. Quiero que nuestro matrimonio se llene de la gracia del perdón de Cristo en la cruz. Alabado sea por siempre.