Archivo por días: 28 febrero, 2016

Tan pequeños y tan duros de corazón. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 4, 24-30

EVANGELIO
Jesús, al igual que Elías y Elíseo, no fue enviado solo a los judíos

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
Habiendo llegado Jesús a Nazaret , le dijo al pueblo en la sinagoga: – «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor.

Tan pequeños y tan duros de corazón.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

A Dios no le podemos abarcar. No podemos controlar sus designios ni debemos intentarlo. A veces queremos que Él haga nuestra voluntad, o nos creemos con derecho a recibir algo: La sanación de una herida, que nos libre de un pecado en el que solemos caer, un paso más en nuestro camino de perfección, frutos de nuestro esfuerzo, etc. Somos tan vanidosos… 93.000 millones de años luz es el tamaño del universo visible, el que ha creado Dios; hay más de 1 millón de estrellas por cada grano de arena que hay en toda la Tierra. ¿Qué tamaño tenemos nosotros dentro de esa inmensidad para creernos tan importantes? Lo único que nos hace grandes es que Dios nos ha creado a Su imagen por pura gracia, en nuestra relación de comunión.

Es la dureza de corazón la que nos impide acoger la voluntad de Dios. Es la que hace que me resista a reconocer que Dios reside en mi esposo y que me quiere decir muchas cosas a través de él/ella, de su manera de ser, de sus virtudes y sus defectos… y es probable que yo le vea como un gentil, como alguien que está más lejos de Dios que yo, y no acepto la voluntad de Dios o la intervención de Dios en mi vida a través de él/ella.

Sin embargo, me conozco a mí mismo a través de mi relación con mi esposo, y mi camino hacia la santidad (hacia Dios) tiene un nombre, el de mi esposo. Así lo ha querido Dios todopoderoso.

Madre:
Qué pequeños somos y cuánto nos valora Dios. Qué torpes somos y qué paciencia tiene con nosotros. Hoy pedimos más fuerte que nunca en el Padrenuestro, que se haga Su voluntad en el cielo y en la tierra. Bendito y alabado sea por siempre.