Archivo por días: 22 enero, 2016

Loco por ti. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 3, 20-21

EVANGELIO
Su familia decía que estaba fuera de sí

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús llega a casa con sus discípulos y de nuevo se junta tanta gente que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Palabra del Señor.

Loco por ti.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Jesús no trae neutralidad, esta paz no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús… requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide; lo sabemos, divide incluso las relaciones más cercanas. Pero atención: no es Jesús quien divide. …Y al final, gracias a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana.” (S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013)

En el matrimonio, es esta resistencia a renunciar a los propios criterios e intereses, la que nos mantiene en jaque y desde luego, lejos de avanzar en ese impresionante camino hacia la mutua comunión. No acaba de entrarnos en la cabeza que hemos sido creados el uno para el otro. Por supuesto que puede sonar a locura, porque estos son los criterios de Dios, y no los nuestros, pero todos tenemos experiencia de que con nuestros criterios no vamos a ningún sitio.

Leamos lo que dice San Juan Pablo II comentando el Cantar de los Cantares en su catequesis del 30 de mayo de 1984: ‘Esta conciencia de la recíproca pertenencia resuena sobre todo en boca de la esposa… Cuando la esposa dice: «Mi amado es mío», quiere decir, al mismo tiempo: es aquel a quien me entrego yo misma, y por esto dice: «y yo soy suya» (Ct 2,16). Los adjetivos: «mío» y «mía» afirman aquí toda la profundidad de esa entrega, que corresponde a la verdad interior de la persona’.

En el “yo soy suyo/a” descubrimos una entrega profunda y sincera, en la que no cabe lugar a dudas. Son frases que se escuchan más a menudo de novios, cuando nos reconocíamos “locos de amor”. En términos parecidos, se expresa Jesús en su relación con el Padre: “todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío” (Juan 17,10), “Él Padre está en mí y yo estoy en el Padre” (Jn 10,38)… Sorprendente, pero así se nos muestra la relación Trinitaria que es nuestro modelo para el matrimonio.

Señor, tus criterios no son los nuestros. Tus caminos no son nuestros caminos. ¿Cuántos errores tenemos que cometer para llegar a entender la verdad?
No hay matrimonio más cuerdo que aquel en el que ambos, están “locos” el uno por el otro.

Por nuestra pequeña fidelidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 3, 13-19

EVANGELIO
Llamó a los que quiso para que estuvieran con él

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.
E instituyo doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar demonios:
Simón, a quien puso de nombre Pedro, Santiago el de Zebedeo y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.

Palabra del Señor.

Por nuestra pequeña fidelidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El estilo de Dios es siempre contar con nosotros en todo lo que hace. La obra salvadora de Dios se apoyaría en aquellos 12 hombres, que serían los cimientos de la Iglesia. Lo que sembró Jesús en aquel monte, ha llegado hasta nosotros y nuestro corazón. De generación en generación, pasando por mil vicisitudes, quizás a través del testimonio de varios mártires, muchos fieles de Dios, la fe y el mensaje del Evangelio han llegado hasta nosotros. Qué milagro tan hermoso, obra del Espíritu Santo. Aquellas doce semillas serían más fuertes que todo el Imperio Romano, que parecía invencible en aquel momento. Todo un imperio que acabó rindiéndose porque Jesús un día eligió a Su “ejército” de doce hombres con muy poco poder e influencia en su época.

En mi alma ha sido sembrada le fe, como herencia de la fe que un día sembró Jesús. La misma fe que Él proclamó.

Hoy Jesús nos sube al monte de la oración, y renueva nuestra elección. Nos llamó por nuestro nombre para ser hijos de Dios, sacerdotes, profetas y reyes por el bautismo. Y la misión que nos encomendó es la de ser Sus testigos como matrimonio. Me eligió a mí para mi esposo y a mi esposo para mí, y nos entregó el uno al otro, y nos envió a este servicio mutuo, a nuestra familia, a la Iglesia y a la sociedad.

Nadie más puede cumplir esta misión que me ha encomendado. Nadie más puede ser esposo de mi esposo ni padre de mis hijos… Si no lo hacemos nosotros, se quedará sin hacer y se quedará sin construir el Reino de Dios en nuestro hogar y en nuestro entorno. Podemos traicionarle como Judas o decirle sí. Apoyándose en 12 hombres, Dios creó la Iglesia Universal ¿Qué tiene previsto hacer con nuestro sí de esposos?

¿Cuáles serán las enormes consecuencias de nuestra pequeña fidelidad? De generación en generación… Lo que Él quiere hacer a través de nuestro sí de esposos es más grande de lo que nos podamos imaginar. Algo que nos supera en mucho.

Oración:
Madre, que como Tú podamos alabar a Dios con el Magníficat: “Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”. Acógenos en tus brazos para que no se detenga la obra de Dios por nuestra resistencia, sino que con nuestra pequeña fidelidad Él haga algo grande por nosotros, en nuestros hijos, en nuestras familias, en nuestro entorno. Que hagamos de nuestro matrimonio una nueva semilla del Reino de Dios para este mundo. Por Jesucristo nuestro Señor, amén.