Archivo por días: 3 enero, 2016

Todo un hogar. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 35-42

EVANGELIO
Vieron dónde vivía y se quedaron con él

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día.
Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús.
Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.

Palabra del Señor.

Todo un hogar.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús convence en la convivencia de su hogar. El cristiano debe convencer en su casa. Es nuestro esposo quien debe confirmarnos que estamos siendo fieles al Evangelio. Son nuestros hijos los que deben ir por ahí diciendo que les gustaría tener un matrimonio como el nuestro, o deseando seguir nuestros pasos porque nuestra vida realmente les convence.

A nosotros por nuestra parte, llegado el momento, nos toca decirles como Juan. No es a nosotros a quien tenéis que seguir, sino a Jesús, que es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Nosotros no somos el camino, sino testigos del que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Un día le seguimos, se dio la vuelta y nos preguntó ¿Qué buscáis?. ¿Dónde vives?, respondimos. Buscamos esa morada Tuya en la que el Padre y Tú sois uno. Jesús nos llevó a percibir pequeñas pinceladas de lo que es Su hogar, Su unión Trinitaria, y nos decidimos a seguirle. Porque la Verdad no puede ser enseñada más que viviéndola, si no, es imposible encontrar la impresionante belleza del amor. Los frutos nacen de allí donde habita Jesús, donde estos dos discípulos se quedaron. Ellos realmente no se quedaron en un lugar, se quedaron en Su corazón y, desde entonces, ese fue su hogar.

Oración:
Madre ayúdanos a que nuestro hogar, sea morada del Amor. Que se vivan las maravillas del Reino que aquí construimos y comunicamos a nuestros hijos, que sepamos apuntarles al verdadero Camino que es Cristo. Porque el verdadero hogar está donde está Jesús.

¿Qué más se puede pedir? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 1-18

EVANGELIO
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

Palabra del Señor.

¿Qué más se puede pedir?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Papa Francisco, comenta sobre la fe: “cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre.” Y Continúa más adelante: “La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro”. (Lumen fidei, n. 4)

Sin embargo, dice el Evangelio que “La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió”. Hay muchos esposos que no quieren saber nada de la Luz y al distanciarnos de ella, se crea entre nosotros una especie de tiniebla que lo oscurece todo. El amor se convierte en un desengaño tras otro y nuestra vida de esposos pasa a ser una auténtica tortura. No podemos dejar de acoger la Palabra cada día. Si nos hemos enfadado, con más motivo, si estamos cansados también… Eso nos hace testigos de la Luz.

Cuando los esposos acogemos la Palabra, Él acampa entre nosotros. Transforma nuestro amor y recibimos una promesa de plenitud que nos ilusiona, abre nuevas ventanas hacia el futuro, nos permite construir nuestra vida sobre una esperanza real y segura. La Palabra es la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, un matrimonio que reza juntos, alumbra a sus hijos. La Palabra llama a la puerta de nuestro corazón y espera que la acojamos, si lo hacemos entra y se queda con nosotros, cada día.

Esposos no desaprovechemos este gigantesco don. Es real ¡Abrámosle la puerta de nuestro corazón de par en par! Porque esposos, hoy nos dice que a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. ¿Qué más se puede pedir?.

Oramos:
Y de manera increíble, la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria en nuestras vidas y en nuestro matrimonio. Pues de Su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.