Archivo por meses: abril 2015

Con la misma intensidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 31-36

EVANGELIO
El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor.

Con la misma intensidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor viene de lo alto y está por encima de todos. A veces estamos tan acostumbrados a Su humildad y Su cercanía que despreciamos Su grandeza. Alguno puede pensar que no es su caso, pero si realmente tomamos conciencia de la grandeza del Altísimo, sería nuestra prioridad en la vida fuera cual fuera la situación. El Dios Altísimo captaría toda nuestra atención, curiosidad, deseos, trabajos… Todo estaría ordenado hacia Él.

En paralelo, al no tomar en consideración a Dios en toda su inmensidad y grandeza, tampoco nos tomamos en serio su voluntad. Y por tanto, la minusvaloración de nuestra unión conyugal (lo que Dios ha unido), es una consecuencia de no admitir la grandeza de Dios.

Así nos dice el Papa Francisco en su catequesis del 15/04/15: “si la crisis de fe en el Padre no estará también relacionada con la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer”. Efectivamente, porque una cosa lleva a la otra. No podemos espiritualizar nuestra fe y pensar que amamos a Dios a quien no vemos y no amamos a nuestro esposo al que vemos. Es imposible. Y viceversa, no podemos amar a nuestro esposo, con la dignidad que merece, si no reconocemos a Dios, que es quien le da tal dignidad. Amamos a Dios en la misma intensidad con que amemos a nuestro esposo, y esa es la verdad por mucho que sintamos emociones diferentes en con uno y con el otro.

“Cuando el hombre y la mujer colaboran juntos con el designio divino, la tierra se llena de armonía y confianza” (Continúa el Papa) No podemos reconstruir la paz en el mundo, no podemos recuperar el paraíso que Dios creó para nosotros, si no colaboramos juntos los esposos, en hacer aquello para lo que el Altísimo nos ha creado. Y así, “redescubrir la belleza del diseño creador de Dios, que imprime también su imagen en el vínculo del hombre y la mujer” (termina diciendo el Pontífice), es nuestro camino para vivir un verdadero y hermoso matrimonio. Y este es el camino que perseguimos en Proyecto Amor Conyugal.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Sin guardarse nada. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 16-21

EVANGELIO
Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-21
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor.

Sin guardarse nada.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”

Señor, ¿qué hay en mí que todavía no es tuyo? O lo que es lo mismo, ¿Qué hay en mí que todavía no es de mi esposo?.

Tú Padre, no te guardas nada. Lo más preciado, lo más amado, también nos lo entregas. Nos diste toda la creación, me diste a mí mismo, me diste a mi esposo y por me diste lo último que te quedaba, a Tu Hijo único. Ser auténtico implica la totalidad. Yo no amo auténticamente a mi esposo si no la amo con todo, si no le entrego todo.

Este es el mensaje que viniste a traernos. El que crea en ti, vivirá eternamente. El que crea en Tu Eucaristía, en Tu manera de entregarte, ese encontrará una vida mejor, la del Espíritu, un lugar mejor, el Reino de los cielos y un Padre y un Hermano mejores, Tú y tu Hijo.

“el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.” De Santa Teresa de Jesús: «Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno lo dan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden. »

¿Qué hay en mí que aún me guardo para mí? Que me impide ser libre, ser un esposo auténtico…

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Cuando hablar no convence. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 5a. 7b-l 5

EVANGELIO
Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 5a. 7b-l 5
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
Nicodemo le preguntó:
– «¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
– « Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»

Palabra del Señor.

Cuando hablar no convence.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“De lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto, damos testimonio”.
Nicodemo, que se consideraba maestro de Israel, hablaba de lo que no había experimentado, y no entendía. Creía saber, pero no podía dar testimonio de la verdad.

No hace mucho, fuimos a una charla que daba una mujer sobre la vida espiritual. Desde que empezó a hablar, nos puso en montones de situaciones que para todos eran conocidas. Dificultades por las que pasamos casi todos. Eso le situaba ya en una posición de autoridad, porque había vivido las experiencias de los allí presentes. Después, dio un montón de recetas para cada caso. Había allí mucha gente apuntando cada una de ellas con mucho interés.

Al terminar su charla, estuvimos hablando con ella, y nos contó que estaba viviendo una etapa de crisis en su vida porque estaba divorciada y su hija también estaba viviendo una crisis emocional, así que se iban las dos a la India a ver si se encontraban a sí mismas. Para nosotros, conocer sus circunstancias, hizo que dejásemos de creer en el montón de recetas que acababa de darnos. Si a ella no le habían servido, ¿A quién le iban a servir?. “Por sus frutos los conoceréis”, dice Jesús. Como dice San Juan Pablo en su catequesis del 6 de febrero de 1980, un esposo se encuentra a sí mismo cuando es acogido como un don de Dios y cuando se entrega como tal.

Por ese motivo, nuestro Dios es el único que se hace hombre. Es el único que se abaja a nuestra miseria para experimentarla y poder dar testimonio. Él es el único Dios que puede dar testimonio del cielo y de la tierra, porque ha experimentado lo que es ser verdadero Dios y verdadero hombre.

En el matrimonio, no siempre el diálogo es la solución. Podemos hablar cada uno de lo que sabemos, pero cada uno tiene una experiencia diferente. Si intentamos convencernos el uno al otro, lo más probable es que salgamos cada uno cargados con más argumentos que cuando empezamos, para continuar cada uno con su creencia inicial. Tiene mucho más valor y ayuda mucho más, dar testimonio.

Si quieres convertir a tu esposo, sigue a Cristo hasta que Él te cambie, y tu esposo creerá. Si quieres que tu esposo aprenda lo que es el amor verdadero y que el egoísmo no conduce a nada bueno, entrégate sinceramente a él sin mirar lo que hace o deja de hacer y entonces creerá. Eso es dar testimonio.

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Hacerlo todo nuevo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 3, 1-8

EVANGELIO
El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
– «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.»
Jesús le contestó:
– «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.»
Nicodemo le pregunta:
– «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? »
Jesús le contestó:
– «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»

Palabra del Señor.

Hacerlo todo nuevo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nacer del Espíritu, significa, primero bautizarse para recibirlo. Es el momento de la muerte del hombre viejo y el nacimiento del hombre nuevo como hijo de Dios.
A partir de ese momento, consagramos nuestra vida a Dios. Todo lo hacemos por Él, porque formamos parte de Él. En realidad, es Él quien se entrega a través de mí, pero es tan bueno que quiere que yo me sienta partícipe de Su obra.

En realidad, es Dios quien se entrega a mi esposo a través de mí, pero quiere que yo participe de Su don con mi “sí”. Yo le pertenezco, pero Él me pide que colabore con mi consentimiento. Esto es dejarse llevar por el Espíritu. ¿Dónde me llevará? No lo sé. Es lo de menos. Lo que sé es que es Él quien me lleva y eso me basta. Todo lo que me pone en la vida, son medios para hacer Su voluntad.

Cualquier iniciativa que nazca de la carne, dará frutos de carne, es decir, frutos caducos y contrarios al Espíritu. Cualquier cosa que haga intentando seguir Su voluntad, dará frutos del Espíritu, es decir, eternos. Son tesoros en el cielo.

Del Papa Francisco: “…los primeros cristianos, cuando ‘aún no se llamaban así’. Tenían un solo corazón y una sola alma. …el único que puede hacer esto es el Espíritu. Esta es obra del Espíritu. La Iglesia la hace el Espíritu. El Espíritu hace unidad. El Espíritu nos empuja hacia el testimonio. El Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza y hace que tú cuides de los pobres. Que el Espíritu Santo nos ayude a caminar en este camino de renacidos por la fuerza del Bautismo.” (Cf Homilía de S.S. Francisco, 29 de abril de 2014, en Santa Marta).

El Espíritu siempre une y siempre acude en socorro del débil y del necesitado. Preguntémonos qué hay en mí, que no nace del Espíritu.

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El Espíritu de la paz. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 20, 19-31

EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
– «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
– «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó:
– «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
– «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás:
– «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás:
– «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo:
– «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor.

 

El Espíritu de la paz.
Para recibir al Espíritu Santo, primero tenemos que recibir la paz del Señor. La paz se consigue luchando por amar. La paz se consigue con esfuerzo. Jesús nos la entrega mostrando sus llagas. Nosotros no nos salvamos por nuestros méritos, así que lo segundo que necesitamos es estar abiertos a la gracia del Espíritu, creyendo en Él y recibiéndole con el alma limpia por el sacramento de la confesión.

No esperemos nada especial hoy. Ya sabemos que Dios no está en los grandes e impresionantes eventos, sino que está en la brisa, como le mostró a Elías. El Espíritu va actuando poco a poco en nosotros y por tanto en nuestro matrimonio, ya que nos tiene que llevar a la comunión (o no sería una acción de Dios que nos lleva a la santidad).

¿Y cuáles son los frutos que iremos recibiendo por el Espíritu en nuestro matrimonio?
Gálatas 5,22-23 … el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad (amabilidad), bondad, fe (fidelidad), mansedumbre, templanza (dominio propio).

Sí! El Espíritu hace esto con nuestro matrimonio. Va a aumentar nuestro amor verdadero, y sentiremos el gozo de estar construyendo una comunión. Sentiremos esa paz interior por estar luchando y entregando la vida por seguir a Cristo. Eso hará que cambien nuestras prioridades y se pasen las prisas y los agobios. Nos trataremos con más amabilidad y delicadeza. Buscaremos el bien, y actuaremos siempre buscando el bien para el otro. Nuestra intimidad con Dios irá creciendo y cada vez percibiremos más los frutos del Espíritu, sus obras en nosotros, y esto hará que aumente nuestra fe. Como estaremos “obsesionados” con el amor que Dios nos tiene, no nos importará lo que piensen los demás o lo que digan de nosotros y no necesitaremos defendernos de nadie, porque solo nos importará lo que Dios ve, que está en nuestro interior. Y el mundo ya no nos dominará, ni los deseos, ni la concupiscencia, sino que sólo actuaremos por amor y para amar.

Esto es el cielo, hermanos esposos. Y está en nuestra mano poder vivir un anticipo aquí en la Tierra. Es el Espíritu quien lo hace posible.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/