Archivo por días: 25 mayo, 2014

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Jn 15,26-16,4a

Esposos, no tambaleéis

Nosotros damos testimonio de Cristo porque el Espíritu Santo, Espíritu de la verdad, ha cambiado nuestro matrimonio y lo ha hecho nuevo.

El Espíritu Santo no es una fuerza o una influencia, sino una persona con la que podemos tener una relación. Él habita en nuestro interior y en la intimidad de nuestro matrimonio. Nos enseña a vencer al mundo como Cristo lo venció.

Jesucristo habló en muchas ocasiones de persecuciones. Dirigió nuestra atención al sufrimiento que íbamos a vivir por ellas y nos advierte para que estemos preparados. Vivimos en un mundo hostil a Cristo, a nuestra fe. Sufrimos constantes ataques que pueden hacer tambalear nuestra fidelidad a Dios.

También, cuando nuestros criterios empiezan a ser los del Espíritu, chocamos con los criterios del mundo. Puede que se burle de nosotros nuestra suegra, nuestro cuñado, nuestro padre o nuestra hermana, nuestro compañero de trabajo… puede que perdamos la posibilidad de acceder a un puesto mejor, puede que nos den la espalda como los “raritos” o los “iluminados”. Puede que no nos dejen anunciar el Evangelio porque molesta. Porque de eso sólo se puede hablar en la intimidad… El Señor nos advierte, que no tambaleemos. ¿Por qué nos hace esta advertencia Jesús? Velad y orad para no caer en tentación.

Aunque hay cruz, también hay mucha felicidad: La dicha espiritual. La presencia del Espíritu Santo no evita el odio y la persecución, pero nos da la fortaleza para que la superemos. No tengamos miedo, el Espíritu de la verdad está con nosotros. También estas dificultades sirven para unir el matrimonio. Apoyarnos el uno al otro en el dolor, consolida un amor que es más fuerte que la muerte.

No hemos visto cara a cara a Cristo, pero sí hemos visto sus obras en nuestro matrimonio.

Oramos con el salmo: Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Jn 14,15-21

Una nueva dignidad

Según dice S. Juan Pablo II en sus catequesis sobre el amor humano (11-02-81): Dios nos entrega como parte del cuerpo de Cristo al que pertenecemos y templos de su Espíritu. Este impresionante don, nos eleva a la categoría de hijos de Dios.

En respuesta a ese don, tenemos una tarea: El respeto con que nos debemos mirar los esposos. La admiración. Descalzarnos ante nuestro esposo (en genérico), porque es terreno sagrado. Tratar su cuerpo y su persona como algo sagrado, como templo del Espíritu, y tratar nuestro cuerpo también como algo que no nos pertenece, porque es de Dios. Es un templo que no se puede profanar.

Dice también S. Juan Pablo II (Catequesis 24-11-82): “Cristo… asigna como tarea a cada hombre la dignidad de cada mujer; y simultáneamente… asigna también a cada mujer la dignidad de cada hombre” ¡Impresionante belleza y tremenda responsabilidad!

Este don engrandece también el acto conyugal, la entrega de los cuerpos. Los esposos se unen en alabanza y en oración a Dios. Se entregan el uno al otro para no hacer más que una sola carne, un solo corazón y una sola alma. Se entregan el uno al otro su promesa, su intimidad, su voluntad… y la misma Gracia de Dios que nos dignifica, como ministros el uno del otro. ¿Cómo describirlo?.

Señor, realmente te revelas a nosotros si te amamos y guardamos tus mandamientos. Ven Espíritu Santo, continúa siempre con nosotros, Espíritu de la verdad.