Jesús ha venido a injertar la vida divina en el centro de la vida cotidiana de los hombres. Nuestro testamento es de vida eterna, nada de lo caduco vale, sólo la renuncia a mí mismo para entregarme a mi esposa/o para mayor gloria de Dios.
EVANGELIO
Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado . Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».
Palabra del Señor.
Nota: Próximas misiones
- Anuncio en Valladolid: Viernes 25 de mayo, a las 20h en el Centro de Espiritualidad del Corazón de Jesús. Calle del Santuario, 26, 47002 Valladolid.
- Retiro en Madrid: 8, 9 y 10 de junio. Para informarte pincha aquí: https://wp.me/p6AdRz-FX
- Retiro en Córdoba: 29 y 30 de junio y 1 de julio.
Testamento para la eternidad.
Hoy el Señor nos hace partícipe de la Oración Sacerdotal que pronunció en la última cena. Es algo así como su testamento. El resumen de su vida. Lo que se lleva y lo que nos deja.
Jesús ha venido a injertar la vida divina en el centro de la vida cotidiana de los hombres. Es así como glorifica al Padre. La gloria de Dios se convierte en el dinamismo del mundo. Desde entonces hay un nuevo mundo en que Dios y su gloria serán todo en todos.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Tendero: Buenas tardes. ¿Qué desea?
Juan: Deseo hacer testamento.
Tendero: ¿Sabe Vd. que aquí el testamento es el de la vida eterna?
Juan: Ah no. ¿Eso en qué consiste?
Tendero: Pues en que no puede Vd. dejarle nada caduco a nadie. Todo lo que deje, tiene que ser para la eternidad. Lo demás, simplemente no existe.
Juan: Bien. A ver, a ver… A mi esposa le dejo una vida confortable.
Tendero: Perdone Vd. la vida se acaba, es finita. No sirve.
Juan: Bueno, pues le dejo mi esfuerzo en el trabajo.
Tendero: Oiga Vd. ¿Me toma el pelo? El esfuerzo en su trabajo forma parte del pasado ¿Cree Vd. que se lo van a estar agradeciendo para toda la eternidad?
Juan: Bueno, pero yo lo hice por amor.
Tendero: Ah! Bien! Empezamos a entendernos. Pero lo siento. No vale.
Juan: ¿Por qué?
Tendero: Porque realmente lo hizo por triunfar Vd. y por ganar más dinero. Ninguna de esas dos cosas son eternas. Lo siento.
Juan: Bueno, empezaré mejor por mis hijos. La educación. Eso sí ¿No?
Tendero: ¿Con qué fin le dio Vd. la educación?
Juan: Pues para que tuviesen un buen puesto el día de mañana.
Tendero: ¿Lo ve? No se entera Vd. Eso tampoco es eterno. Mire, no tengo todo el día. Deje pasar al siguiente mientras lo piensa. ¡Siguiente!.
David: Buenas tardes. Yo venía a traer mi renuncia a mí mismo para entregarme a mi esposa.
Tendero. ¿Con qué fin lo hizo Vd.?
David: Para mayor gloria de Dios.
Tendero: Uf! No sé si tendremos un maletero lo suficientemente grande para guardar todo su legado.
Juan: ¡Adiós! (corriendo)
Tendero: ¡Eh! ¿A dónde va?
Juan: ¡A cambiar mi vida! Vuelvo en unos años…
Madre,
Pensar en que el Señor ha compartido conmigo la gloria de Dios. ¿Qué más puedo pedirle a la vida?. Es como bañarse en el inmenso mar cuando uno está tremendamente acalorado. Es un alivio, una gozada. Gracias Señor por tu generosidad. Pagaste un alto precio, pero bendito seas por siempre. Amén.