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Re-capacitar. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 21, 28-32

EVANGELIO
Vino Juan, y los pecadores le creyeron
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
– «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.» Él le contestó: «No quiero.» Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor». Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

Palabra del Señor.

Re-capacitar.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Recapacitar… no suena a palabra “moderna”. Y sin embargo, podríamos decir que etimológicamente vendría a significar volver a capacitar. Es como si hubiésemos perdido ciertas capacidades y mediante un acto, las recuperásemos. ¿No es esto lo que ocurre cuando reflexionamos sobre nuestros actos?.

Tras el pecado en el paraíso, Dios pregunta a Adán y a Eva por separado “¿Qué has hecho?”. Ambos intentan negar su responsabilidad en el acto, culpando a otro. Lo mismo ocurre en el caso de Caín. Después de asesinar a su hermano, Dios le pregunta ¿Qué has hecho? Y Caín responde ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?. Y ante la falta de autoacusación, Yahvé desenmascara su pecado.

¿Qué buscaba Dios en aquella conversación con nuestros primeros antepasados? ¿Acaso no esperaba que recapacitasen?. ¿No hizo lo mismo Jesús con Pedro cuando le preguntó 3 veces si le amaba? Efectivamente, el pecado me ciega, me desorienta, y la única manera de recuperar las capacidades que Dios me ha dado, la pureza en la mirada, el sentido del buen gusto, el equilibrio interior, mi alegría… es recapacitar, como hace en el Evangelio el primero de los dos hijos. Reconocer mi error, reconocer que he negado a Dios y sus leyes y el bien que ha puesto en mis manos, y estar dispuesto a reconducir mis acciones, a pedir perdón y volver a empezar de nuevo.

También para ayudar a mi esposo, es mucho mejor hacerle una pregunta que le ayude a recapacitar, que corregirle directamente dando por supuesta su intencionalidad. Al menos, eso es lo que hace el Maestro.

Madre,
Que cada vez que haga daño a mi esposo, en lugar de excusarme, adopte la actitud de recapacitar, pedir perdón y recuperar plenamente mis capacidades de esposo, para volver a dar lo que Dios espera de mí. Así, tomaremos la delantera en el camino del amor. Que mis propósitos no se queden en meras intenciones, sino que sea tozudo en esto del amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Autoridad recibida. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 21, 23-27

EVANGELIO

El bautismo de Juan ¿de dónde venía?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 23-27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les replicó:
– «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
Ellos se pusieron a deliberar:
«Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué no le habéis creído?» Si le decimos «de los hombres», tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos»
Él, por su parte, les dijo:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Palabra del Señor.

Autoridad recibida.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En el terreno religioso, la autoridad en tiempos de Jesús venía de la Ley de Moisés y de los escribas y fariseos que se apoyaban en ella.
La autoridad se recibía de otro maestro que confirmaba el conocimiento de la ley y la coherencia con la misma. Jesús muchas veces discutía dicha ley, incluso a veces parecía ir en contra. Por tanto ¿de dónde recibía Jesús esa autoridad? Enseñaba abiertamente y era capaz de soportar la enorme presión social que recibía ¿Qué o quién le daba la autoridad a Jesús?

La respuesta está en su relación con Dios. La fuente de su autoridad es la experiencia de amor con Dios, y es la relación que debemos conocer si queremos entender todo lo que está detrás de las enseñanzas y la vida de Jesús, y si queremos llegar a la fuente de esa autoridad.

De esta manera, conociendo dicha fuente de autoridad, de donde recibo yo la mía, me afianzo sobre roca y afianzo mi matrimonio sobre roca. Conociendo el amor entre el Padre y el Hijo, conociendo el amor que me tiene Cristo en el Espíritu Santo, y aplicándolo en mi matrimonio, es como recibiré la autoridad para afianzar mis creencias, establecer un camino certero y que mis creencias y mis principios no se tambaleen ante cualquier dificultad o desavenencia.

Sorprende la sabiduría de Jesús. Cómo confronta a la persona con la verdad. Jesús no impone, enseña haciendo pensar: Si ellos reconocen a Juan como el precursor, reconocerán a Jesús como el Mesías. Pero ellos responden no siendo fieles a la verdad, ellos no son libres, les preocupa la gente: “tememos a la gente porque todos tienen a Juan por profeta”.

Cuando la verdad está en mí, me da igual lo que piensen los otros. “La verdad os hará libres” (Jn 8, 32), dice el Señor.

Madre,
Ayúdanos a emplear la autoridad que nos habéis dado a través de la Iglesia a ser esposos y padres, nunca abusando ni buscando nuestros propios intereses sino a ejemplo de Jesús que empleó su autoridad divina no para dominar, sino para servir.
Que nuestra vida se desarrolle en la contemplación del misterio de Jesús de quien viene toda autoridad y todo bien. Señor, muéstranos tu Corazón para mantenernos abiertos a descubrir Tu Misterio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Necesidad de paciencia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 2-11

EVANGELIO
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle.
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí! ».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
«Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti».
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

Palabra del Señor.

Necesidad de paciencia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las lecturas de hoy me invitan a la paciencia. Quiero todo para ya, resultados ¡Ya! Y eso no va a ser así.
Juan, el hombre más grande nacido de mujer, pregunta porque tiene dudas. No ve en Jesús los resultados que él esperaba del Mesías. ¿Esperaba un conquistador? ¿Una demostración impresionante del poder de Dios quizás?

Decía Monseñor Munilla el otro día que la impaciencia es enemiga de la santidad. Fue la causa de la infidelidad de Eva. Quería ser como Dios, y estaba llamada a ello, pero no quería esperar. Tenía que ser cuando ella determinase: ¡Ya!.

¿Veo resultados en mi matrimonio como consecuencia de mi esfuerzo? Eso no importa ¿Lo estoy trabajando a pesar de las dificultades? Eso es lo que importa. Porque ¿Dónde busco mi felicidad? En la comodidad de los palacios o en el desierto, rodeado de adversidades. A los profetas de Dios se les busca en el desierto, no en los palacios, porque la paciencia en las dificultades, es clave en el camino hacia Dios.

Veamos algunos textos de las Escrituras sobre la paciencia:
El amor es paciente. 1Co 13,4.
. . . Tenéis necesidad de paciencia para que, cumpliendo la voluntad de Dios, alcancéis la promesa. He 10,36.
Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas. Lc 21,19.
. . . Que nadie se inquiete por estas tribulaciones. Bien sabéis que para eso estamos. 1Th 3,3.
Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Ved cómo el labrador, con la esperanza de los preciosos frutos de la tierra, aguarda con paciencia las lluvias tempranas y las tardías. St. 5,7.
. . . Nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia; la paciencia, una virtud probada; y la virtud probada, la esperanza. Rm 5,3-4.
Mejor que el fuerte es el paciente, y el que sabe dominarse vale más que el que conquista una ciudad. Pr 16,32.
El hombre magnánimo espera su tiempo, pero al fin triunfa. Si 1,29.
Hijo mío, si te das al servicio de Dios, prepara tu ánimo a la tentación. Ten recto corazón y soporta con paciencia, y no te impacientes en el tiempo del infortunio [. . . ], ten buen ánimo en las vicisitudes de la prueba. Pues el oro se prueba en el fuego, y los hombres gratos a Dios, en el crisol de la tribulación. Si 2,1-5.

Acabamos con una frase de San Juan Pablo II: “Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la duración […]. Es fácil ser coherente por un día, o por algunos días […]. Sólo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dura a lo largo de toda la vida”

Y esta es la fidelidad a la que hemos sido llamados.

Llegará el día, sí, ¡Llegará! En que nos encontremos ante el Señor, y por Su misericordia seamos aceptados en Su reino para siempre. Allí estaremos tú y yo, y podremos hacernos una seña recordando este momento. Entonces, se acabaron las dificultades, los dolores, los sufrimientos, las tristezas, la muerte… Nuestra sed insaciable de comunión, será colmada. Esposos, preparémonos para la gloria, en las tribulaciones, con paciencia, ahora que todavía podemos.

Madre:
Bendito sea nuestro Señor, que ha subido al Padre para prepararnos un sitio. Ansiamos el momento de Su venida, encontrarnos frente a Él y postrarnos a Sus pies. Ansiamos el momento del gran Abrazo. Alabado sea nuestro Señor misericordioso que nos ama y nos salva por sus méritos. Amén.

Preparad el camino. Comentario del Evangelio para matrimonios: Mateo 17, 10-13

EVANGELIO
Elías ya ha venido y no lo reconocieron
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 10-13

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

Palabra del Señor.

Preparad el camino.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Juan el Bautista, fue el instrumento de Dios para preparar la primera venida del Mesías. ¿Cómo voy a colaborar yo para preparar el camino del Señor en su segunda venida?

Sí, hoy también en nuestro matrimonio tenemos que ser un poco de Elías y preparar nuestros corazones para la llegada del Señor. ¿Cómo? Elías, fue el profeta que en el monte Horeb había buscado a Dios en el huracán, en el temblor de tierra, en el fuego. Pero Dios no estaba presente en todo eso. Elías descubrió que Dios le hablaba en la brisa suave (cf. 1 R 19, 11-18). ¿No se presenta así también la figura humilde del Niño Jesús en medio del silencio y la sencillez?

El ángel, cuando le anuncia a Zacarías la venida de Juan, le describe su misión. Nos centramos en la parte fundamental del mensaje: “para hacer volver los corazones …de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lc. 1,17) Los prudentes son los que reflexionan sobre lo que es bueno y conveniente, porque buscan la justicia, es decir el cumplimento de la ley, en este caso, de la ley de Dios, la que no permite que unos perjudiquen a otros, sino al contrario, que se amen.

Hoy leíamos en una catequesis de San Juan Pablo II, que en el matrimonio la mujer es la que tiene más ese deseo de comunión, quizás por su sensibilidad, pero que el hombre es el custodio de preservar ese equilibrio de la donación mutua. Cuando un esposo intenta dominar al otro o aprovecharse de él/ella para beneficio propio, en lugar de donarse al otro, que es para lo que fuimos creados, de alguna forma autoriza al otro a que le intente utilizar también. En cierto modo es como ir contra mí mismo. Se abre así, una escalada al servicio del dominio mutuo. Es un error que la mujer intente forzar al hombre a que la quiera a base de chantaje emocional, pero también lo es que el hombre se centre en sí mismo y no en su mujer para darle el amor y las atenciones que necesita. Es en estas cosas donde encontraremos a Dios.

Seamos esposos prudentes en favor de la justicia, y preparemos nuestros corazones para la venida del Señor. Este adviento, no hay rebajas en el amor.

Madre,
Tú sí que preparaste bien tu Corazón inmaculado para la venida del Señor a tu seno. Admiro tu actitud, siempre prudente y justa. Es tan hermoso tenerte como modelo… Alabado sea el Señor por todos los dones que te entregó. Amén.

Quejas y más quejas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 16-19

EVANGELIO
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
«Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado».
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor.

Quejas y más quejas.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos compara a unos niños que no responden al llamado en ninguna de sus formas, ya sea de manera alegre: «hemos tocado la flauta, y no bailáis» o de manera apesadumbrada: «hemos entonado lamentaciones y no lloráis». Es el rechazo a la voz de Dios.

Yo puedo pensar que ya he aceptado al Señor y que estoy respondiéndole… Pero hoy vamos a profundizar un poco más.

Además de la relación que mantengo con mi esposo, de cuya calidad depende mi felicidad, existe también una relación conmigo mismo, un diálogo permanente en mi interior. Ese diálogo puede ser estéril o fecundo. Un mundo interior sano generará un diálogo enriquecedor, recogiendo todas las consideraciones valiosas. Pero si tengo un mundo interior oscuro y pobre, el diálogo se convertirá en una repetición de problemas, transformándose en una especie de espiral que me hunde dañando mi afectividad. Esa amargura y decepción, me hace sentirme incomprendido, rechazado, despreciado. Suelen se quejas relacionadas con elogiables actitudes de uno mismo como escribe Henri J.M.Nouwen, y cuanto mayor es mi entrega, más me pregunto por qué mi esposo no me lo reconoce o no se entrega como yo. Puedo llegar a un punto en que si hay alguna respuesta positiva por su parte, sospecharé de si tendrá una segunda intención… Es tremendo hasta dónde lleva esta oscura espiral de la queja interior.

La espiral se realimenta cuando mis lamentos para inspirar pena en la esperanza de recibir alguna respuesta satisfactoria, conducen a un mayor rechazo por parte de mi esposo, que está haciendo un esfuerzo agotador para convivir conmigo, porque en todo veo desaires o menosprecios, y lo que consigo con esos lamentos “esperanzadores” es el efecto contrario del esperado.

Cuando me centro en la queja, pierdo la alegría en lugar de invitar a la alegría.

Qué distinta, la actitud de María, que guardaba todas esas cosas en Su Corazón. Eso sí que es una actitud de madurez interior. ¿Qué querrá Dios de esto? ¿Qué riqueza me aporta? ¿Cómo me puede ayudar? ¿Cómo puedo ayudar?. Gratitud, es la respuesta. El resentimiento no puede convivir con la gratitud. Elijo buscar los motivos de agradecimiento en cualquier situación.

«Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras» La mía, dependerá también de mi respuesta en todas estas situaciones, si respondo con agradecimiento y alabanzas a las llamadas que Dios me hace a toque de flauta y respondo también a Su llamada en las situaciones duras y complicadas.

Madre,
No quiero juzgar la vida con mi mirada, solo la oración me habla de la verdad, de lo que Dios quiere que haga en cada situación… mirando lo aparentemente malo en vez de buscar constantemente la voluntad de Dios. Ayúdame a madurar en mi fe, mi amor y mi entrega. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.