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Amores que salvan. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 18-26

EVANGELIO
Mi hija acaba de morir, pero ven tú y vivirá

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
-«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
-«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
-«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor.

Amores que salvan.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Acudir al Señor con fe, es la clave para la sanación, aunque nos parezca que nuestra relación está muerta y estemos convencidos de que ya no hay nada que hacer. A veces se ríen de nosotros cuando en determinadas situaciones proponemos sanar la relación a base de oración y ayuno, pero nosotros hemos visto auténticos milagros.

Si mi esposo no reacciona, no avanza en nuestro camino hacia la caridad conyugal, no debo tirar la toalla. Primero he de reconocer que yo puedo hacer mucho por amarle más y segundo debo acudir al Señor.

Dice el Papa en Amoris Laetitia:
“240 … Cuando la relación entre los cónyuges no funciona bien, antes de tomar decisiones importantes conviene asegurarse de que cada uno haya hecho ese camino de curación de la propia historia. Eso exige reconocer la necesidad de sanar, pedir con insistencia la gracia de perdonar y de perdonarse, aceptar ayuda, buscar motivaciones positivas y volver a intentarlo una y otra vez. Cada uno tiene que ser muy sincero consigo mismo para reconocer que su modo de vivir el amor tiene estas inmadureces. Por más que parezca evidente que toda la culpa es del otro, nunca es posible superar una crisis esperando que sólo cambie el otro. También hay que preguntarse por las cosas que uno mismo podría madurar o sanar para favorecer la superación del conflicto”.

Los esposos tenemos tendencia a mirar a nuestro cónyuge para ver si nos ama o no. Si mi esposo no me ama lo suficiente, es el momento de amarle yo más y aumentar mi fe en nuestra relación, sostenida por el Espíritu Santo por la gracia recibida en nuestro Sacramento. ¿Tú le amas no? Pues sigue amándole, permanece en el amor del Señor, por él/ella. Jesús siempre está pronto para curar, siempre se compadece, es el Dios que da ánimo y esperanza. Por eso, no mires a tu esposo para juzgar sus actos, mira al Señor y sigue amando a tu esposo más y más. El amor siempre salva.

Madre:
Tú presenciaste el amor que nos tiene tu Hijo. Tú sabes bien que hay un Amor que salva. Ayúdanos a unirnos cada vez más a Él para que nos amemos con Su amor redentor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se necesitan 36 matrimonios. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 1-9

EVANGELIO
Descansará sobre ellos vuestra paz.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
– «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El reino de Dios. ha llegado a vosotros»».

Palabra del Señor.

Se necesitan 36 matrimonios.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“La mies es abundante y los obreros pocos”. Cada vez hay más familias sufriendo en silencio. Hogares a punto de romperse, otros que se mantienen juntos por los hijos y por guardar las apariencias, otros que viven una relación tibia basada en los pactos, que no les convence en absoluto…

Nos habla de ello el Papa en Amoris Laetitia, refiriéndose a estas situaciones como “Un sendero de sufrimiento y de sangre:
19. El idilio que manifiesta el Salmo 128 no niega una realidad amarga que marca todas las Sagradas Escrituras. Es la presencia del dolor, del mal, de la violencia que rompen la vida de la familia y su íntima comunión de vida y de amor. Por algo el discurso de Cristo sobre el matrimonio (cf. Mt 19,3-9) está inserto dentro de una disputa sobre el divorcio. La Palabra de Dios es testimonio constante de esta dimensión oscura que se abre ya en los inicios cuando, con el pecado, la relación de amor y de pureza entre el varón y la mujer se transforma en un dominio: «Tendrás ansia de tu marido, y él te dominará» (Gn 3,16).
20. Es un sendero de sufrimiento y de sangre que atraviesa muchas páginas de la Biblia, a partir de la violencia fratricida de Caín sobre Abel y de los distintos litigios entre los hijos y entre las esposas de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, llegando luego a las tragedias que llenan de sangre a la familia de David, hasta las múltiples dificultades familiares que surcan la narración de Tobías o la amarga confesión de Job abandonado: «Ha alejado de mí a mis parientes, mis conocidos me tienen por extraño […] Hasta mi vida repugna a mi esposa, doy asco a mis propios hermanos» (Jb 19,13.17)”.

Nos conmueve tan tremendo sufrimiento entre los matrimonios y familias. El Señor nos transmite el dolor que comparte con ellos. ¿Qué vamos a hacer? ¡Ser Sus testigos!. La Virgen quiere que seamos matrimonios coherentes, que hagamos lo que Él nos dice. Ser esposos en el Esposo, amarnos como Él nos ama, para que cuando nos vean, crean que Él ha sido enviado por el Padre para salvarnos. Y entonces le sigan a Él y se conviertan también en testigos Suyos para mayor gloria de Dios.

Ese es Su plan. El Señor quiere enviar otros 36 matrimonios, otros 72 de dos en dos. ¿Te apuntas a salvar familias?.

Madre:
Reina del matrimonio y la familia, gracias por Tu ProyectoAmorConyugal. Ruega al Señor por nosotros.

Un roto peor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-17

EVANGELIO
¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercan a Jesús, preguntándole:
-« ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
-« ¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?
Llegará días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres; se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan».

Palabra del Señor.

Un roto peor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

A este Evangelio hace referencia San Juan Pablo II, para que caigamos en la cuenta de que Cristo se reconoce a sí mismo como el Esposo, y su unión con la Iglesia es una auténtica boda. El medio que Dios Padre elige para redimir al mundo es que su Hijo único se despose con la humanidad. ¿Qué tendrá el matrimonio que es tan grande para Dios?. A ti y a mí nos toca descubrirlo.

Pero nadie echa vino nuevo en odres viejos. No podemos entender la verdad del matrimonio, si no estamos dispuestos a construirlo desde cero. No es compatible el matrimonio como Dios lo pensó con los parámetros de este mundo. Santa Teresa hablaba de “una determinada determinación”. Una vez que nos convertimos y buscamos el camino hacia Dios, no deberíamos mirar atrás.

Es necesario romper con nuestro orgullo, con nuestra antigua manera de mirarnos, con nuestra antigua verdad, para fiarnos de Cristo. Confiar en Él y simplemente hacer lo que nos dice. Porque si no, como los odres, podemos reventar.

Hoy le pedimos al Señor cosas que no están muy de moda, porque no son de este mundo: Señor, que tengamos el valor de no defendernos, de obedecernos, de comprender sin corregir, de someternos, de confesarnos nuestras debilidades o de pedir al esposo que me diga en qué podría haber mejorado hoy.

Danos Señor la humildad que nos falta para para no hacer “un roto peor” en nuestra comunión.

Amarle tanto como merece. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO
No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
-«Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
-« ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
-«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificio»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Palabra del Señor.

Amarle tanto como merece.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El valor del don de mi esposo, no se mide por mi “criterio” o mi “juicio”, sino por el amor que Dios le tiene.

Cristo nos revela cómo Él recibe el don del Padre y cómo se entiende a sí mismo como un don del Padre en su entrega. ¿Cuál es el don que recibe Cristo del Padre? Cada uno de nosotros: “Los que me diste” (Jn 17,6). Cristo nos muestra el valor que tiene ese don del Padre, porque nos amó hasta el extremo. Su amor llega hasta el extremo porque no se vuelve atrás ni siquiera ante aquello que parece denigrar la dignidad del hombre. Sigue recibiéndole como don del Padre incluso en medio de su pecado, a la vista de su desprecio del otro y del su odio. Pues “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10) (Llamados al Amor)

Así nos demuestra, que el hecho de que el hombre peque, no implica que Dios deje de amarle. Dios le sigue amando de igual manera, incluso podría parecernos que más, porque le ve necesitado (Como se observa en la parábola del hijo pródigo o la oveja perdida). Por eso, la dignidad de una persona, su valor para Dios, no se reduce con el pecado. Y Dios sigue enviándole dones para recuperar a esa persona. Envía sus profetas, a sus discípulos para que les comuniquen la buena noticia. Más aún, les envía a su Hijo único: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

¿Cómo miramos nosotros a aquellos que están lejos de Dios? ¿Cómo miramos al esposo que peca y hace cosas que nos desagradan y nos duelen porque van en contra de la voluntad de Dios?. Los esposos tenemos que seguir mirándonos con la dignidad infinita que tenemos equivalente al amor infinito que Dios nos tiene. Mi esposo es un don de Dios para mí, porque Dios le ama por sí mismo, independientemente de lo que haya hecho. Merece Su misericordia. Merece que Cristo coma con él/ella, se haga hombre por amor a él/ella, viva una vida por amor a él/ella, sea insultado por amor a él/ella, sea golpeado por amor a él/ella, sea juzgado injustamente por amor a él/ella, ridiculizado por amor a él/ella y crucificado y muerto por amor a él/ella. Esto demuestra la enorme dignidad que tiene. El enorme don de Dios que él/ella es para Cristo y debe serlo para nosotros.

Repetimos: No podemos mirar al esposo desde el valor que nosotros le concedemos, sino por el valor y la dignidad que Dios le ha concedido por puro amor.

Quizás seamos nosotros la tabla de salvación que Dios le envía. ¿Voy a ser también yo un don de Dios para mi esposo? O voy a rechazarlo porque desde mi punto de vista no se merece nada. ¿Se merece también que, como Cristo fue entregado por el Padre para su salvación, Dios me entregue hoy a mí como colaborador de ese plan de salvación?.
Al fin y al cabo Cristo es un inocente, mientras que yo, soy un pecador.

María:
Mi esposo es Tu hijo. Cuánto te debe doler cada vez que le rechazo o le juzgo. Cuánto desearías que yo fuese canal de la gracia de Dios para él/ella. Ayúdame a descubrir el valor que tiene para vosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Ganar desde el banquillo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 1-8

EVANGELIO
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En eso le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
-«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados».
Algunos de los escribas se dijeron:
-«Éste blasfema».
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
-«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate- y echa a andar»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados – entonces dice al paralítico -: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa»».
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor.

Ganar desde el banquillo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este Evangelio nos enseña que más importante que nuestra fortaleza o debilidad, es nuestra confianza en Dios. El único que salió curado de aquella reunión, fue el paralítico. Bendita parálisis que mereció tal Sanador ¿No os parece?.

Normalmente nos preocupa nuestra debilidad. No soportamos vernos imperfectos, impedidos, siervos inútiles. No soportamos meter la pata y que otros nos vean, porque nos parece que no estamos siendo testigos del Señor. Pero hay dos maneras de ser testigos: Una, la que a todos nos gustaría: actuando heroicamente porque es Dios quien actúa en nosotros. La otra es que, a pesar de todo nuestro pecado: Envidias, egoísmos, orgullo, vanidad, pereza… Dios nos perdona. El paralítico fue un medio para dar testimonio de Cristo, porque todo el mundo vio cómo Cristo le perdonaba sus pecados. Lo presentaron ante todos como pecador (en aquella época las enfermedades se consideraban provocadas por el pecado) y salió justificado, y todo el mundo alababa a Dios y no a él.

En una ocasión, Mons. Munilla contaba que, a un chaval le preguntó delante de sus compañeros: ¿Qué prefieres, perder un partido por tres a uno, pero habiendo metido tú ese gol, o ganarlo por tres a uno y haber estado todo el partido en el banquillo? El chaval, honestamente respondió: Perderlo y haber sido yo el autor del gol. A veces, tristemente, prefiero ganar yo, aunque sea a costa de que pierda nuestro matrimonio.

Dios es el autor de nuestro matrimonio. Todo es Suyo. Estamos en sus manos, y a veces, como a Abraham con su hijo Isaac, nos pide que entreguemos lo que más queremos. Muchas veces, en nuestra relación, nos tocará ganar el partido por haber estado en el banquillo. Que no nos preocupe tanto nuestra debilidad, sino nuestra fe.

María:
Que proclame mi alma la grandeza del Señor, y no la mía. Que se alegre mi espíritu en Dios y no en mis éxitos. Y que pueda ver en mí la humillación de Su esclavo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.