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Vivir el domingo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 6, 1-5

EVANGELIO

¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 1-5
Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
-«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».
Respondiendo Jesús, les dijo:
« ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
-«El Hijo del hombre es señor del sábado».

Palabra del Señor.

Vivir el domingo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dios nos revela las leyes del amor y nosotros las interpretamos como leyes impuestas, represivas y que coartan la libertad de las personas. Las leyes de Dios son como las balizas que van marcando el rumbo a seguir para construirnos, plenificarnos, estar a gusto y ser felices. La ley del sábado, era uno de los mandamientos principales. Se estableció porque en la época del cautiverio, la gente trabajaba los 7 días de la semana y no tenía tiempo para meditar ni celebrar juntos su fe. Era necesario que tuviesen un día de descanso y lo dedicasen a esto, para no perder la fe, y sin embargo, esta ley del amor, la convierten en un auténtico calvario. Puedes encontrarte un sábado a un judío, esperando en un portal a que llegue alguien para abrirle la puerta porque ellos no pueden ni tan siquiera pulsar el botón del porterillo.

La verdad del mandamiento “santificaras las fiestas”, es que necesitamos tener un tiempo para Dios y un tiempo para alimentar nuestro matrimonio (que también es tiempo para Dios). De lo contrario, Dios lo sabía muy bien, perderemos nuestra fe y se perderá nuestro amor de esposos. La gente dice que entre semana no tienen tiempo, pero ¿Y el domingo?. Recuperemos el espíritu “domingo”. Es uno de los 10 mandamientos principales. ¿Por qué le habrá dado Dios tanta importancia? ¿No será que la tiene?.

Qué hemos hecho de la unión del hombre con la mujer, para que haya pasado de ser una buena noticia, la mayor fiesta de la humanidad (como la llamaba San Juan Pablo II), a ser algo que coarta la libertad, una situación insoportable, y algo casi imposible de mantener para toda la vida. ¿Cómo estoy interpretando la ley del amor en mi matrimonio?

Las leyes de Dios son atemporales, y hoy seguimos necesitando salir un día del mundanal ruido, de la rutina, para reflexionar sobre la Palabra de Dios, sobre nuestra vida, para hablar con nuestro esposo, mirarnos a los ojos…

Señor, ayúdanos a vivir el domingo. Que tampoco nos esclavice, como a los judíos, sino que vivamos con alegría la celebración de nuestra fe y de nuestra vocación al amor conyugal.

¡¡Chapeau!! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 5, 33-39

EVANGELIO
Les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
-«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque , si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: » El añejo es mejor»».

Palabra del Señor.

¡¡Chapeau!!
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos trae la buena nueva del Evangelio, pero su mensaje no consiste en romper con lo revelado por el Padre a través de los profetas, sino en volver al principio y llevarlo a su plenitud.

Cualquier planteamiento «moderno» de tipo rupturista, que desprecia todo lo revelado y que se ha construido durante muchos siglos con el esfuerzo de muchas generaciones, como puede ser el matrimonio y la familia, es como el paño nuevo que lo intentas encajar con el resto de las cosas de la vida, y no cuadra por ningún sitio.

Claro que, el que ha probado el vino añejo, no quiere otra cosa, porque no es comparable ni de lejos. He probado el vino del sacramento del matrimonio, viviéndolo como Dios lo creó y ya no quiero otra cosa. Es verdad que sigo empañándolo con mis orgullos, vanidades y egoísmos, pero lo he probado y sólo puedo descubrirme ante el Señor y decirle: ¡¡Chapeau!! Menuda obra hermosa que has creado para nosotros, los esposos.

Quien saborea, aunque sea parcialmente el amor verdadero, no quiere otra cosa. Qué dolor tan profundo saber de tantos esposos que no luchan y se lo pierden.

Así que, hoy (cuando lo leas será ayer día uno) celebramos con gran gozo nuestro 26 aniversario de bodas. Es día de no ayunar, porque estamos con el Esposo (Cristo), festejando este inmenso don que hemos recibido. No ayunar no significa relajarse y darse gustos, pues para mantenerse junto al Esposo en nuestra vocación conyugal, son necesarios muchos sacrificios y mucha oración, pero mientras estamos con Él un día tan grande como este, sólo podemos celebrarlo y decirle juntos: Alabado seas Señor, por siempre. Gloria a ti Señor.

Madre:
Gracias por guiarnos, por acompañarnos, por amarnos tanto. Como dice el Papa Francisco, contigo, los cristianos no tenemos derecho a sentirnos huérfanos. Gracias Madre.

La sabiduría que no se equivoca. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 5, 1-11

EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

La sabiduría que no se equivoca.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Simón razona humanamente: No hay peces, hemos pasado toda la noche y nada. Cuánto empeño en pensar humanamente: Esto no sale porque… Lo otro no pasara porque… Hoy recibo de Pedro una lección sobre la confianza en el Señor. Y Jesús, ante esa confianza, le responde con generosidad: Primero le hace pescador de hombres, y luego Papa. ¿Pero qué ve Jesús en el corazón de Pedro? Un corazón contrito y humillado, Tú no lo desprecias.

«Nadie debe dudar acerca de la fe, sino creer las cosas de la fe más que las que puede ver; porque la vista del hombre puede engañarse, pero la sabiduría de Dios jamás se equívoca» (Santo Tomás).

Apliquemos esta sabiduría de Santo Tomás a nuestro matrimonio. La esperanza en mi matrimonio, no depende de lo que yo veo, sino de la fe en que Dios me ha puesto ese esposo y ese proyecto de amor por delante. Podría decirle al Señor: Pero si llevo 10 años intentando que mi esposo cambie… Y Jesús ve muy poca fe en mi corazón. Sobreestimo mis fuerzas y olvido la fe en el Señor, que todo lo puede y cuya voluntad es que siga amando a mi esposo con todas mis fuerzas.

La consecuencia es la que vemos en el Evangelio: Si hacemos lo que el Señor nos dice, veremos milagros increíbles.

Madre:
Sigo confiando más en mis fuerzas que en las de Dios. Lo siento, pero tengo que confesarlo, como Pedro. Porque soy un pecador. Esta vez sí que dejaré todo para seguir al Señor. No pensaré en las consecuencias, porque por ahí me entrarán las tentaciones de no hacerlo. Simplemente seguiré a Jesús en mi matrimonio. Él sabrá qué hacer. Bendito seas por siempre, Señor, Tú que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos.

También tengo que… Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 4, 38-44

EVANGELIO
Es necesario que evangelice también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
-«Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo:
-«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Palabra del Señor.

También tengo que…
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy, habla de cuatro temas aparentemente inconexos entre sí. Muestra una jornada habitual de Jesús: La curación de la suegra de Pedro, la curación de los excluidos que le acercaban, Su oración en el desierto y la insistencia de la gente para que se quedara con ellos.

Jesús cura, pero esa no es su misión principal. Seguramente se lo iría revelando el Padre en aquellas oraciones que mantenía en el desierto o en lo alto de un monte. Su misión era por encima de todo anunciar que había llegado el Reino de Dios. Por tanto, lo de curar tenía el objetivo de que la gente se levantase y se pusiese a servir a Dios y a los demás, como hizo la suegra de Pedro. Por eso tenía que marcharse, para continuar proclamando el reino de Dios.

¿Y cuál es nuestra misión principal como esposos y familia? Pues seguir a Jesús, es decir, proclamar el reino de Dios desde nuestra vocación conyugal. No anunciamos nuestra propia doctrina o nuestros pareceres. Al contrario, todo esto lo hemos tenido que dejar atrás para anunciar el Evangelio. Somos enviados y no hablamos por propia iniciativa sino por mandato del Padre que nos ha enviado: Id de dos en dos y proclamad el Evangelio…

“«También tengo que»… este «también tengo que» que pronunciaste con tus palabras me ilumina tanto. En verdad llevaste una vida de ininterrumpida entrega, de inmolación sin tregua, de continuo sacrificio. Contemplo y vuelvo a contemplar tu vida y no veo sino un corazón que nunca supo qué significaba no amar –a no ser que lo experimentase pasivamente, y cuánto dolor no te causó (y te causa). (Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).

Madre:
Introduce este “también tengo que” en mi corazón, para que, enamorado del Señor, esté dispuesto siempre a entregarme más (como Él), en mi matrimonio, en mi familia y en mi apostolado. Que cuando está acabando la jornada no mire mi cansancio, sino que me diga a mí mismo ese “también tengo que”: Dedicarle un rato a mi esposo para cuidar mi matrimonio, dedicarle un rato juntos al Señor y -también tenemos que- sacar tiempo para hablarle a otros de Ti, del Señor, de la misión conyugal. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Autoridad contra el mal. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 4, 31-37

EVANGELIO
Sé quién eres: el Santo de Dios

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
-«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
-«¡Cállate y y sal! de él».
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
-« ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

Palabra del Señor.

Autoridad contra el mal.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Demonio conoce perfectamente a Dios. Reconoce a Jesús inmediatamente, cosa que muchos del pueblo de Israel no eran capaces de hacer. Y el Demonio teme a Dios, porque sabe que no tiene ningún poder ante Él.

Pero ¿Y yo? ¿Tengo fuerza ante el Demonio?. Está claro que él es mucho más inteligente que nosotros y tiene mucho más poder. Pero Dios nos ha hecho libres, y eso significa que me ha dado el poder para decidir (autodeterminación), es decir, que los malos espíritus no pueden hacer nada contra mí si yo no les abro la puerta. Es impresionante saber que cada vez que el mal ha entrado en mí es porque se lo he permitido.

Los demonios lo que hacen es vestirme de bien aquello que destruye el amor, mediante razonamientos. En las tentaciones a Jesús, utilizó textos de la Palabra de Dios, desviando su sentido verdadero. ¿Qué no hará conmigo?.

En mi matrimonio utiliza constantemente argumentos para compararme con mi esposo, para valorar sus acciones, convencerme de mis derechos… Tengo que estar atento a todos estos razonamientos y plantearme si me llevan a amar más a mi esposo o no. Si aportarán un bien común o no. A veces es tan sencillo como esto.

Pero aun así, puede que se me cuele por muchos huecos, distracciones y puede que mis propias debilidades abran la puerta de mi corazón a los malos espíritus a pesar de que soy consciente de que no estoy haciendo lo correcto.

Por eso es tan importante contar con el poder de la Palabra, que transforma el corazón y por lo tanto, la vida. Esa de la que dicen en el Evangelio: -«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Tiene autoridad, porque va en nombre del que le ha enviado; que habla no para lucirse, sino con el corazón porque ama a sus receptores; expresada con convicción porque es consecuencia de una verdad vivida… Es la palabra del Señor, la que leemos juntos los esposos todos los días, la que nos va educando, mostrando la verdad y dando fuerzas, porque nos habla con autoridad.

Madre:
Protégenos del Maligno, instrúyenos en las sendas de Jesús, para que teniendo nuestro corazón abierto a Dios, contemplando al Señor, no nos distraigamos con otras opciones. Para que llenos del Señor no dejemos hueco para el Maligno. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.