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Quejas y más quejas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 16-19

EVANGELIO
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
«Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado».
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor.

Quejas y más quejas.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos compara a unos niños que no responden al llamado en ninguna de sus formas, ya sea de manera alegre: «hemos tocado la flauta, y no bailáis» o de manera apesadumbrada: «hemos entonado lamentaciones y no lloráis». Es el rechazo a la voz de Dios.

Yo puedo pensar que ya he aceptado al Señor y que estoy respondiéndole… Pero hoy vamos a profundizar un poco más.

Además de la relación que mantengo con mi esposo, de cuya calidad depende mi felicidad, existe también una relación conmigo mismo, un diálogo permanente en mi interior. Ese diálogo puede ser estéril o fecundo. Un mundo interior sano generará un diálogo enriquecedor, recogiendo todas las consideraciones valiosas. Pero si tengo un mundo interior oscuro y pobre, el diálogo se convertirá en una repetición de problemas, transformándose en una especie de espiral que me hunde dañando mi afectividad. Esa amargura y decepción, me hace sentirme incomprendido, rechazado, despreciado. Suelen se quejas relacionadas con elogiables actitudes de uno mismo como escribe Henri J.M.Nouwen, y cuanto mayor es mi entrega, más me pregunto por qué mi esposo no me lo reconoce o no se entrega como yo. Puedo llegar a un punto en que si hay alguna respuesta positiva por su parte, sospecharé de si tendrá una segunda intención… Es tremendo hasta dónde lleva esta oscura espiral de la queja interior.

La espiral se realimenta cuando mis lamentos para inspirar pena en la esperanza de recibir alguna respuesta satisfactoria, conducen a un mayor rechazo por parte de mi esposo, que está haciendo un esfuerzo agotador para convivir conmigo, porque en todo veo desaires o menosprecios, y lo que consigo con esos lamentos “esperanzadores” es el efecto contrario del esperado.

Cuando me centro en la queja, pierdo la alegría en lugar de invitar a la alegría.

Qué distinta, la actitud de María, que guardaba todas esas cosas en Su Corazón. Eso sí que es una actitud de madurez interior. ¿Qué querrá Dios de esto? ¿Qué riqueza me aporta? ¿Cómo me puede ayudar? ¿Cómo puedo ayudar?. Gratitud, es la respuesta. El resentimiento no puede convivir con la gratitud. Elijo buscar los motivos de agradecimiento en cualquier situación.

«Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras» La mía, dependerá también de mi respuesta en todas estas situaciones, si respondo con agradecimiento y alabanzas a las llamadas que Dios me hace a toque de flauta y respondo también a Su llamada en las situaciones duras y complicadas.

Madre,
No quiero juzgar la vida con mi mirada, solo la oración me habla de la verdad, de lo que Dios quiere que haga en cada situación… mirando lo aparentemente malo en vez de buscar constantemente la voluntad de Dios. Ayúdame a madurar en mi fe, mi amor y mi entrega. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Un “sí” poco calculado. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1.26-38

EVANGELIO
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1.26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaba estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

Un “sí” poco calculado.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Celebramos hoy el día de la Inmaculada Concepción de María. ¿Qué contemplamos? La pureza que Dios, por su gracia y en virtud de los méritos de Cristo, concede a la Santísima Virgen. Contemplando a María, vemos lo que Dios quería para cada uno de nosotros: Que fuésemos santos e irreprochables, sin mancha ni arruga alguna. Y es lo que sigue queriendo para nosotros, y algún día, por su gracia, alcanzaremos.

Nos fijamos en María, esa sencilla y bellísima mujer que se encuentra en lo más alto de la Iglesia y como dice el Concilio Vaticano II, por estar más alto, es la que está más cerca de nosotros. Qué hermoso don de Dios, habernos entregado tan maravillosa Madre. Nosotros solemos dar gracias a Dios por Ella todos los días después del rosario.

Y contemplamos hoy en el Evangelio el misterio de la Anunciación. Lo que nos llama la atención es que María dice “sí”, sin ningún tipo de cálculo ni valoración de las consecuencias que aquella propuesta del ángel le acarrearían. ¿Cómo sacar aquel Niño adelante? ¿Cómo explicar su embarazo? ¿Cómo quedaría ante José? ¿Qué pasaría con su reputación? La verdad es que la historia era muy difícilmente creíble…

La cosa no queda ahí, y tuvo que mantener a base de fe aquellas promesas del ángel, durante toda Su vida: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Después de aquella descripción, vivir junto a aquel Niño pobre hasta los 30 años y después todas aquellas experiencias en las que le llamaban loco, los jefes le despreciaban y le criticaban constantemente… Todo se sostenía en Ella a base de pura fe en Dios.

Pues imaginemos así nuestro matrimonio. Nos casamos con un plan de vida maravilloso. Nos íbamos a querer mucho, construiríamos un hogar, donde ella sería la reina de la casa y él pasa a ser cabeza de familia. Y así, un montón de planes. Pero comienza la vida y nos enfrentamos a innumerables experiencias que no esperábamos. Ambos cambiamos, no tenemos tiempo el uno para el otro, los niños adorables aquellos se convierten en un reto diario… ¿Quién se esperaba todo esto? Nuestro “sí” tampoco estaba muy calculado. Si lo sé, no me caso, que diría alguno.

Pero como a María, debe sostenernos la fe, la fe en el Señor. Es Su plan, Él reinará en nuestro matrimonio si le somos fieles. Sí, Dios quiere hacernos santos e irreprochables, y lo va a hacer. Y “Su reino no tendrá fin”.

Señor,
Gracias por concedernos una Madre así. Realmente está cerca, muy cerca de nosotros, y se preocupa para que nuestro Proyecto de Amor nos lleve al culmen de nuestra vida, a lo más alto. Alabado seas y bendito seas por tan hermoso don.

Con mansedumbre y humildad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 28-30

EVANGELIO
Venid a mí todos los que estáis cansados
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
– «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

Con mansedumbre y humildad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cansados, agobiados, exhaustos de tanto trabajo… Como dice el Salmo 126, “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” Y eso es lo que nos pasa. Estamos cansados de trabajar para nada. Y andamos cargados, como un buey, oprimidos por las leyes de la auto exigencia o las exigencias de otros. Jesús me dice “venid a mí” para que Él dé los frutos. La carga se hace ligera cuando nuestro trabajo tiene un sentido y da fruto.

El Señor nos exhorta a aprender de Él en dos aspectos: La mansedumbre y la humildad. La primera es contraria a la soberbia, y la segunda contraria al orgullo. En realidad, ser manso es tener una actitud humilde. Hoy vamos a aplicar estas dos actitudes a un hecho muy concreto: La mutua corrección en el matrimonio. Nos parece la situación idónea puesto que uno puede estar cansado de tanto decirle al esposo las mismas cosas (sin ningún resultado), y el otro puede estar agobiado de recibir siempre las mismas correcciones (como quien lleva una pesada carga). ¿No os parece que la escena encaja perfectamente con el Evangelio?

Los fariseos, tal como les decía el propio Cristo, cargaban al pueblo con cargas pesadas que ellos mismos no eran capaces de llevar. Es un intento de sometimiento, un dominio. Es la corrección con resentimiento: Repitiendo mi sentimiento de dolor antiguo. Es el dominio mutuo que viene del pecado y que sustituye a la mutua donación. Y es que, para corregir con amor, hace falta un corazón muy humilde, es decir, hace falta hacer presente a Cristo porque yo, no soy digno. Cuando corrijo con amor desde el Evangelio, siento alivio, porque me he preocupado por mi esposo y le he amado en ese acto. Es más un rescate, que una corrección, como decíamos con la parábola de la oveja perdida.

El que es corregido, necesita ser manso. La mansedumbre es una humilde sumisión a Dios, los mansos son los que se dejan llevar por la voluntad Divina. Los que se dejan enseñar y moldear. Lejos de ser una especie de sometimiento del débil, la mansedumbre es un fruto del Espíritu y es signo de la presencia de la Sabiduría de lo alto. Al final si soy manso seré bienaventurado porque Dios promete que “poseerán la tierra” Sí, la tierra entera.

Cuánto bien nos haríamos corrigiéndonos con humildad y acogiendo las correcciones con mansedumbre. Podríamos ejercer realmente de ayuda adecuada el uno del otro.

Madre,
Aprender de Cristo, que es manso y humilde. Qué pocas veces se pone como ejemplo, y esta vez nos lo dice explícitamente: “Aprended de mí”. Él es mi Maestro, Camino, Verdad y Vida. Qué lujo, tener tal Maestro, el Hijo de Dios. Él me marca el rumbo, la dirección correcta. Él tiene palabras de Vida eterna. Alabado sea por siempre. Amén.

Dios ha curado. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 47-51

EVANGELIO
Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal organiza un retiro para matrimonios y familias en Madrid, entre los días 21 y 23 de octubre. Pedimos vuestras oraciones.

Para más información pulsa aquí: http://wp.me/p6AdRz-wY

Dios ha curado.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy celebramos el día de los Arcángeles: Rafael, Gabriel y Miguel, de ahí que el Evangelio del día nos presente el momento en que Jesús hace referencia a los ángeles diciendo: “veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Sí, teniendo fe, veremos el cielo abierto y los ángeles, esos que Dios ha creado para ayudarnos. De los tres que celebramos hoy, nos fijaremos en Rafael, en hebreo Réja-el significa «Dios ha curado» o «medicina de Dios». Es el patrono de los viajeros y de los médicos. Acompañó a Tobías en su viaje a Ragués, en Media, a casa de Ragüel, padre de Sara, la que sería su mujer. Rafael le guio por el camino y le mostró remedios para curar: la hiel, el corazón y el hígado de un pez. Además, la tradición le considera el autor del movimiento de las aguas de las piscinas de Bethesda, donde metían para curarse los enfermos en tiempos de Jesús, cuando éstas se ponían en movimiento.

Pero a nosotros nos gusta reconocerle el mérito de sanar y hacer posible el matrimonio. Sara, la que se convertiría en mujer de Tobías, tenía un demonio llamado Asmodeo, que mataba a todos aquellos que intentaban casarse con ella. Llevaba ya siete maridos muertos. Entonces, Rafael da las instrucciones a Tobías para que su matrimonio se llevara a cabo. Quemó el corazón y el hígado de pez para ahuyentar al demonio y rezaron juntos al Señor, también por indicación de Rafael. Después de bendecir a Dios, dijo Tobías la siguiente oración: “Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad. Y Tobías y Sara se unieron por la gracia de Dios.

¿Es o no Rafael el Arcángel que sana el matrimonio?

Madre:
Nos encomendamos a Rafael para que nos oriente también en el camino para hacer posible nuestro matrimonio y ahuyentar todos los demonios. Seguimos sus instrucciones de rezar juntos con la oración que en su día pronunció Tobías. Damos gracias a Dios por este Arcángel. Bendito sea el Señor por siempre, que tanto nos da para nuestra salvación, gloria a Él por los siglos. Amén.

Ordenad en mí el amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 57-62

EVANGELIO
Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal organiza un retiro para matrimonios y familias en Madrid, entre los días 21 y 23 de octubre. Pedimos vuestras oraciones.

Para más información pulsa aquí: http://wp.me/p6AdRz-wY

Ordenad en mí el amor.

Este Evangelio está perfectamente explicado por San Agustín, así que expondremos sus comentarios.

Hay tres candidatos a seguir a Jesús. El primero que le dice “Te seguiré adonde vayas”, Jesús intenta disuadirlo ¿Por qué? Porque ve en su corazón, y su intención no es limpia, es egoísta y busca su interés. Jesús le responde haciendo alusión a las madrigueras de las zorras y los nidos de los pájaros. San Agustín interpreta las madrigueras de las zorras como escondrijos, que representan la doblez y falsedad de su interlocutor. Y los nidos están en las copas de los árboles, lo que él interpreta como un símbolo del orgullo de aquel que se postulaba para seguirle. Es evidente que un mentiroso y orgulloso, no puede seguir al Señor.

El segundo candidato no dice nada, sin embargo, el Señor le dice “Sígueme”, a lo que él responde que antes debía enterrar a sus muertos. Esto es una obra de piedad, y por tanto, le gusta al Señor, pero le responde “deja que los muertos entierren a sus muertos”. Interpreta San Agustín que viene a decirle: Hay algo más importante que el amor a los padres, y es el amor a Dios. Deja que los infieles entierren a los muertos, tú sígueme.
El último le dice que antes debe despedirse de su familia. Por si ellos tuvieran algo mejor que ofrecerle. Jesús le responde que seguirle es una determinada determinación y no se puede mirar para atrás, o no vales para seguirle.

En esta hermosa explicación, que podéis leer completa en esta dirección http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/13C/ev_Ag.htm San Agustín hace referencia a un texto del Cantar de los Cantares: “Ordenad en mí el amor (Cant 2,4)”. Creo que esta es la clave. Creo que en mi respuesta a la llamada de Dios, es muy importante que ordene en mí el amor: Primero Dios, después mi vocación de esposo, después mis hijos, después otros hijos de Dios y por último, yo. Siguiendo este orden de prioridades, puedo seguir al Señor.

Madre:
Aparta mis dobleces y mi orgullo, ordena mi amor y no dejes que otras cosas me distraigan y vuelva a desordenarlo. Quiero seguir al Señor, Él me ha llamado. Me someto a ti para que Tú me guíes hasta Él. No busco comodidades, ni un sitio donde reclinar la cabeza. Sólo busco recostarme en su pecho, como Juan. Todo por Jesucristo nuestro Señor. Amén.