Archivo de la etiqueta: proyecto amor

¿Falso muro o eslabón? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 15, 9-11

EVANGELIO
Permaneced en mi amor, para que vuestra alegría llegue a plenitud

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.»

Palabra del Señor.

¿Falso muro o eslabón?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. »
¿Qué quiere decirnos Jesús? Imaginemos una roca gigantesca, a la que hemos puesto una enorme argolla y a la que enganchamos un eslabón, y a ese otro, y a ese otro… Es la cadena del amor. Todo amor, procede del Padre. El Padre ama al Hijo y con ese mismo amor, el Hijo nos ama a nosotros. Pero Cristo nos dice: “permaneced en mi amor” guardando mis mandamientos. El mandamiento que nos dio fue precisamente “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Ahí, Cristo, da continuidad a la cadena del amor.

Como el Padre ama al Hijo, el Hijo me ama a mí, y como el Hijo me ama a mí, amo yo a mi esposa, y como nos amamos nosotros, amamos a nuestros hijos, y como ellos han sido amados por nosotros, amarán a sus esposos y ambos a sus hijos… Es la cadena del amor.

Pero nuestro papel, puede ser el del falso muro. El que busca que le amen como él quiere. Ahí termina la cadena. O el que pretende inventar una manera mejor de amar que la de Dios, ese inicia una cadena falsa. Son falsos muros, que paran la cadena del amor o inician una cadena de desamor.

¿Quieres ser un eslabón del amor de Dios? No inventes. Acoge la verdad del matrimonio y entrégate con el amor que Cristo te ha dado en tu Sacramento. Entonces, no te vanagloriarás de tus actos de amor, porque sabrás que eres un mero transmisor. Entonces tu amor será desinteresado.

Como dice San Juan Pablo II (Catequesis 13 de febrero de 1980): “Si el hombre y la mujer dejan de ser recíprocamente don desinteresado, como lo eran el uno para el otro en el misterio de la creación, entonces se dan cuenta de que «están desnudos» (cf. Gén 3). Y entonces nacerá en sus corazones la vergüenza de esa desnudez…”

Pedimos a la Santísima Virgen María, que nuestras alianzas conyugales sean dos hermosos eslabones de la cadena del amor, aferrada fuertemente a Dios.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Paz en la tormenta. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 27-31a

EVANGELIO
Mi paz os doy

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 27-31a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago.»

Palabra del Señor.

Paz en la tormenta.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La paz de Cristo es paz interior, calma en medio de la tormenta. Serenidad cuando todo a nuestro alrededor parece que se viene abajo. Es momento de dirigir nuestra mirada al Padre porque confiamos en Él. La paz de Dios, no es la del mundo sino que es fruto de acoger la voluntad del Padre, y muchas veces es una pequeña cruz o una gran cruz. En nuestra vida matrimonial vivimos muchos pequeños “Getsemaníes” a los que debemos responder con ese “Hágase tu voluntad y no la mía”. Solo el que se deja crucificar y carga con su cruz, consigue en su lucha contra el hombre viejo la paz originaria de una vida de amistad con Dios.

San Juan Pablo II en su catequesis del 02/01/80 dice refiriéndose a la mirada entre Adán y Eva antes del pecado: “Al verse recíprocamente, como a través del misterio mismo de la creación, varón y mujer se ven a sí mismos aún más plenamente… se ven y se conocen a sí mismos con toda la paz de la mirada interior, que crea precisamente la plenitud de la intimidad de las personas.”

Al mirar a nuestro esposo desde la mirada del Creador, la paz de la mirada interior nos une en una nueva intimidad entre ambos. Dios mira nuestro corazón. Si fuésemos capaces de mirar el corazón de nuestro esposo en plena tormenta, viviríamos la situación con la paz que Dios nos da. Cristo habita en nosotros y desde dentro nos empuja hacia lo alto, hacia el Padre. Dejémonos atraer por el Padre en el Espíritu Santo, acogiendo sus dones como fruto del Don que su presencia engendra en nuestro interior y escuchando qué nos quiere decir, qué quiere de esta cruz que permite sin ninguna duda para un bien mayor.

¡Qué lección tan admirable nos da hoy Jesucristo! Unas horas antes de ser crucificado, estaba deseoso de darnos paz. ¿Qué hago yo cuando veo venir la tempestad? No tiemble tu corazón ni tengas miedo, nos dice hoy Jesús.

Por tanto, dos formas de mirar: Desde el juicio de nuestros criterios o desde lo que en nuestro interior nos inspira el Espíritu del Padre de esa creatura que es nuestro esposo.
Visto desde fuera todo es una gran confusión, incomprensión, dolor, agitación… y todo esto lleva a una cadena de fatalidades: Críticas, dudas, ofensas…
Es necesario que participemos de la mirada del Padre que mira al que traspasaron. La mirada del Creador al Salvador, porque tras el dolor, hay algo mucho más grande. La resurrección. Preguntémosle al Padre: ¿Qué quieres de mí en esto? Entonces le escuchamos, aceptamos su voluntad y (cuando pase la tormenta), nuestro corazón se llenará de gozo y paz. Todo estará cumplido.

María Reina de la Familia, ruega por nosotros. Espíritu Santo transfórmanos.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Esposos en la Vid o en el fuego. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 15, 1-8

EVANGELIO
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor.

Esposos en la Vid o en el fuego.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

«Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí» dice San Pablo. «permaneced en mí, y yo en vosotros» nos dice hoy el Señor.

Los esposos también debemos permanecer el uno en el otro. Son las leyes del amor. Sin embargo, nuestros criterios pueden estar equivocados y nuestras tendencias pueden ser contrarias al bien común. Por eso necesitamos un camino y una verdad que nos lleve a la Vida.

Señor, debes ser Tú quien vivas en nosotros, no siendo nosotros con nuestros criterios, sino con los Tuyos. Señor, que yo mengüe para que Tú crezcas para dar vida al nosotros, a ser una sola carne, un solo corazón, una sola alma. Siendo tu Palabra la que reine en nuestra vida, podremos aspirar a ser uno entre nosotros y contigo.

Incorporamos aquí un texto de San Agustín (Comentarios al evangelio de San Juan 81):
“Considerad una y mil veces las siguientes palabras de la Verdad: Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos. El que está en mí y yo en él, ése dará mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15,5). Y para evitar que alguno pudiera pensar que el sarmiento puede producir algún fruto, aunque escaso, después de haber dicho que quien permanece en él dará mucho fruto, no dice: «porque sin mi podéis hacer poco», sino: sin mí no podéis hacer nada. … Y si el sarmiento da poco fruto, el agricultor lo poda para que lo dé más abundante; pero, si no permanece unido a la vid, no podrá producir fruto alguno. … continúa diciendo: El que no permanezca en mí será echado fuera, como el sarmiento, y se secará, lo cogerán y lo arrojarán al fuego y en él arderá (Jn 15,6). Los sarmientos son tanto más despreciables fuera de la vid cuanto más gloriosos unidos a ella. … El sarmiento ha de estar en uno de esos dos lugares: o en la vid o en el fuego; si no está en la vid estará en el fuego. Permanezca, pues, en la vid para librarse del fuego.”

Y continúa después: “cuando sus palabras (de Cristo) están sólo en la memoria, sin reflejarse en nuestro modo de vivir, somos como el sarmiento separado de la vid.”

Señor, damos poco fruto y entendemos que sigue siendo tiempo de poda. Pero tenemos que vivirla con esperanza y alegría, con confianza en Ti, porque sabemos que quieres lo mejor para nuestra familia y que crezcamos y demos más fruto.
Pues sin Ti Señor, nuestra familia sería un fracaso personal, familiar y social. Sin Ti, no podemos hacer nada, no podemos vivir un amor de comunión. Nuestra familia tiene mucho que decirte, mucho por lo que pedirte perdón, tiene mucho por lo que alabarte y darte gracias.

Concluye San Agustín: “En cuanto estamos unidos a Cristo queremos unas cosas y en cuanto estamos aún en este mundo queremos otras. Por el hecho de vivir en este mundo, a veces nos viene la idea de pedir algo cuyo daño desconocemos. … Permaneciendo, pues, en él y reteniendo en nosotros sus palabras, pediremos cuanto queramos, y todo nos será concedido.”

Te pedimos por nuestras familias, Señor, para que permanezcamos unidos a Ti. Que como María, guardemos todas Tus cosas en nuestro corazón.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Un encuentro dentro del esposo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 7-14

EVANGELIO
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 7-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice:
– «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica:
– «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.»

Palabra del Señor.

Un encuentro dentro del esposo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces? Algunos matrimonios se dicen el uno al otro: ¡Tantos años juntos y no me conoces!

En la sagrada Escritura conocer significa amar. Amar es estar en el otro, la presencia del amado en el amante. Así, cuando salimos de nosotros mismos para estar en el corazón de Jesús, de lo que diría, le gustaría, haría… Él nos lleva al corazón de nuestro esposo, a conocerle interesándome por lo que le gustaría, haría…

Hoy también Jesús te pregunta: ¿No crees que yo estoy en tu esposo y tu esposo en mí? Por lo tanto si tu corazón permanece en Jesús lo que digas, no lo dirás por cuenta propia y será Jesús el que haga sus obras. Si tu esposo no cree en Jesús, es que no ve sus obras en ti, quien ama a Jesús hace las obras de Jesús, y aún mayores, porque Jesús ama al Padre y desea que su gloria sea mostrada.

Dios contiene una gloria infinita y la posee toda, nosotros no podemos darle nada, nosotros podemos irradiar algo de su gloria con obras buenas, toda obra buena muestra la gloria de Dios. Cada vez que tus obras son egoístas, causan enfado, amargura… Tu corazón está en ti y no en Jesús, en darle gusto como único espectador. Cada vez que sirvas a tu esposo con alegría, generosidad, cariño… Le transmites la gloria de Dios a él y a vuestros hijos.

Dice S. Juan Pablo II (Catequesis 24-11-82): “Cristo… asigna como tarea a cada hombre la dignidad de cada mujer; y simultáneamente… asigna también a cada mujer la dignidad de cada hombre” ¡Impresionante belleza y tremenda responsabilidad!

Buceé dentro de ti, y allí me encontré con Dios.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Cuando no hay donde agarrarse. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 14, 1-6

EVANGELIO
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice:
– «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
– «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

Palabra del Señor.

Cuando no hay donde agarrarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Mientras tengamos soluciones, las soluciones serán nuestras y no de Dios. Cuando el dolor y la angustia se apoderan de nosotros, estamos listos para la fe.

Los esposos, tenemos la suerte de poder compartir también el dolor “en las penas”, aunque muchas veces cometemos el enorme error de aislarnos o de abandonar al otro en su sufrimiento. Debemos luchar juntos contra el dolor con todas nuestras fuerzas, contra el nuestro y contra el de nuestro esposo. Jesús nos invita a ello. A Él le desgarra el dolor de los demás, Él sufrió tremendamente en Getsemaní: “Mi alma está triste hasta la muerte” decía. Debemos afrontar el dolor y no darle la espalda, es el momento de seguir a Jesús y decir con Él, Padre, no podemos con esto, no lo entendemos, si es posible líbranos de esta situación, pero que se haga tu voluntad y no la nuestra.

Dice San Pablo: Rom 5, 3-5: “Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado “.

Esposos, el Señor nos dice: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.” Porque Él nos tiene preparado un sitio, y eso nos da la esperanza. Como decíamos al principio, mientras nosotros tengamos soluciones, serán las nuestras y no las de Dios. Cuando ya no nos quede ninguna solución, es el momento para la esperanza. Para esperar en Dios. Entonces vendrá a nosotros Su respuesta.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/