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Con María. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Jn 21, 20-25

EVANGELIO
Éste es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: – «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: – «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

Palabra del Señor.

Con María.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Estamos en la conclusión del Evangelio de Juan. Él dice que si contase todo lo que hizo Jesús, no cabrían los libros en el mundo.
Jesús estuvo en aquella época intercediendo por todos y amando a todos. Hoy no es diferente, porque Él mismo dijo que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos.

La cuestión es ¿Nos damos cuenta de la presencia de Jesús en nuestra vida matrimonial? Si la respuesta es no, es porque estamos demasiado pendientes de nosotros mismos, lo que nos llevará a quejarnos constantemente y a que todo nos parezca poco. Lo pasaremos mal porque las cosas no salen como queremos, por lo que dicen de nosotros, por los gestos de falta de cariño, o simplemente, porque no hay gestos… Pedro se preocupa por Juan. Cristo le acaba de anunciar su muerte y él, se preocupa por Juan. Pedro ha dejado de mirarse a sí mismo, Y Cristo le dice que no se preocupe por él, ya le cuidará el Señor.

El Evangelio de Juan está lleno de detalles porque María estaba con él. Ella se quedó en casa del discípulo amado, y seguro que le enseñó a descifrar muchas cosas de la vida de Jesús. Si viésemos y escribiésemos todas las cosas que Jesús hace en nuestro matrimonio, no cabría lo escrito ni en todo el mundo.

Vivamos hoy sábado, día de la Santísima Virgen y víspera de Pentecostés, atentos a María, y pidámosle que nos muestre todos los detalles en los que está el Señor en el día de hoy: Esa alegría de los hijos, el gesto cariñoso del esposo, la posibilidad de darme en muchos momentos y hacerle un poquito más feliz, hacer un hogar acogedor… María seguro que guardaría todas estas cosas en su corazón.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Esposo ¿Me amas? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 21, 15-19

EVANGELIO
Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
– «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: – «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.»
Jesús le dice: – «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: – «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: – «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: – «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: – «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: – «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: – «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: – «Sígueme.»

Palabra del Señor.

Esposo ¿Me amas?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Antes de sus tres negaciones, Pedro estaba totalmente convencido de que amaba a Cristo hasta dar la vida. Esa confianza en su propia fortaleza le pierde, y Cristo le advierte de lo que iba a ocurrir después.

En el Evangelio de hoy, el Señor le pregunta a Pedro si le ama, después de la experiencia de su infidelidad. Observamos el comentario de Crisóstomo:

Crisóstomo, ut supra. ‘Después de la tercera pregunta, se turba. Por lo que sigue: «Pedro se contristó porque le preguntó por tercera vez: ¿Me amas?» Temiendo que sucediera otra vez como antes que, pareciéndole amar al Señor, no le ame y sea reprendido como lo fue primero cuando se consideraba muy fuerte, se ampara al mismo Cristo. Por eso sigue: «Y le dice: Señor, tú que sabes todas las cosas»; esto es, lo más secreto del corazón, presente y futuro.’

¿Estamos seguros de que amamos a nuestro/a esposo/a? ¿Estamos seguros de la fortaleza de nuestro amor? Es tal la dependencia que tenemos del don de fortaleza del Espíritu Santo, que no podemos ni tan siquiera afirmar que amamos y mucho menos que amaremos. ¡Qué pequeños y débiles somos!

Señor, como te dijo Pedro, Tú sabes todas las cosas, Tú conoces lo más secreto de nuestro corazón presente y futuro. Si nos has encomendado la misión del matrimonio, es porque antes nos diste la fortaleza para vivirlo según tu voluntad. Nos encomendamos a tu Santísima Madre, para que nos muestre el camino de la santidad como esposos y padres.

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Uno “completamente”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 17, 20-26

EVANGELIO
Que sean completamente uno

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
– «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor.

Uno “completamente”.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy acaba la oración sacerdotal del Señor que no va dirigida sólo a los sacerdotes, sino a todos sus discípulos. Es impresionante. Escalofriante.
Qué generosidad la del Señor al compartir con nosotros esta oración íntima de Él al Padre. Nos preguntamos ¿Por qué lo haría? ¿Qué intención tenía en compartirla? Sin duda que conociésemos también esa intimidad y esa comunión entre ellos. Cuál es su voluntad, qué le mueve, qué le “preocupa”… y esto nos viene muy bien a los esposos, que debemos ser imagen de la misma comunión que viven entre Ellos.

Troceamos la oración de Jesús y vemos que se explica por sí misma.

– “Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos”: San Agustín, ut supra. ‘En lo que quiso designar como suyos… a los que nacidos mucho después de la muerte de ellos (sus discípulos) hemos creído en Cristo.’ Es decir, que Cristo realiza esta oración por nuestros esposos, por ti y por mí.

– “para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti”: Misión especialmente importante en el matrimonio, que ambos seamos uno. ¿Y cómo debemos interpretar esa unión? ¿Qué modelo tenemos? El del Padre con el Hijo: “como tú en mí y yo en ti”. Yo en mi esposo y mi esposo en mí. Observemos pues las oraciones, de Cristo al Padre, su obediencia, hace todo lo que le agrada, no hace nada por su cuenta… Es el tipo de unión sobre la que debemos aprender.

– “Que ellos también lo sean en nosotros”: San Agustín, ut supra: ‘Añadió, pues: «En nosotros» para que conozcamos que esto se nos concede, no por nuestros méritos, sino por una fidelísima caridad de la gracia de Dios’. San Agustín, De Trin. 3, 9. ‘O bien, porque no pueden ser en sí mismo una misma cosa los que están separados por diversas pasiones de voluptuosidad, concupiscencia e inmundicia de pecados. Por tanto, deben purificarse por el Mediador (Cristo), para que sean una cosa con Él.’ El amor de es el que nos une “Lo que Dios ha unido”.

– “para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.”: Esposos ¿Queremos comunicar la gloria de Dios al mundo? Siendo completamente uno, estaremos evangelizando de verdad. No necesitaremos muchas palabras, ni con nuestros hijos, ni con el mundo.

Y acaba con la gloria de la promesa para la vida eterna:

– También les di a ellos la gloria que me diste… para que sean completamente uno

Alabamos al Señor con el Salmo: Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

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Para que sean uno. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 17, 11b-19

EVANGELIO
Que sean uno, como nosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
– «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo.
Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

Palabra del Señor.

Para que sean uno.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dice San Agustín: ‘»Para que sean uno, así como nosotros somos uno»: para que a la manera que el Padre y el Hijo son uno, no sólo en la igualdad de sustancia, sino que también de voluntad, así ellos, entre los que el Hijo es mediador con Dios, sean uno, no tanto porque ellos son de la misma naturaleza, cuanto por el vínculo del amor.’

Los esposos somos uno por el vínculo del amor, que no es un sentimiento, sino una cuestión de voluntad y la mediación de Dios. Cristo, como Hombre, le pide esto al Padre Dios. Es ésta su última petición antes de su hora. Que vivamos ¡La unidad de la Santísima Trinidad!

Se trata de vivir en comunión conyugal con Dios, pues mientras más unidos vivamos a Él, más podremos aumentar la unidad entre nosotros los esposos. La verdadera comunión con mi esposo, no depende de la simpatía, de los gustos de ambos, las afinidades o diferencias, no del diálogo o el respeto que se valora tanto hoy en día, sino de la propia conversión interior, de la santidad recibida y por tanto, de la oración. De ahí surgirá todo lo anterior: Afinidades, diálogo…

Y continúa San Agustín más adelante: ‘queda expresado cuál sea este gozo, cuando dice: «Para que sean uno como uno somos nosotros»: «he aquí su gozo»’
He aquí el gozo del Señor, porque será nuestro gozo.

La primera consecuencia de la pureza a la que tenemos que volver para llegar a esta unión, es el dominio de uno mismo. Se podría definir como una vigilancia ante todo lo que podría hacer peligrar el amor. Gracias a este dominio propio, escribe también San Agustín en sus Confesiones: ‘somos juntados y reducidos a la unidad, de la que nos habíamos apartado…’

Hay algo dentro de nosotros que nos mueve a desear la verdad. Nadie querría voluntariamente vivir una vida falsa por muy divertida que ésta fuese. Agradecemos la hermosa oración del Señor al Padre: “por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad”. Que vivamos consagrados a un verdadero matrimonio según la misión de esposos que se nos ha encomendado.

Cristo, el gran mediador entre nosotros y el Padre, reza mirando al cielo por nosotros. Padre Santo guárdanos en Tu Nombre, porque nos entregaste en las manos de Cristo para que nos custodiara y no nos perdiéramos. Hemos acogido cada día Tu Palabra en nuestros corazones. Guárdanos del mal, Padre, y conságranos en la Verdad, la Verdad de quién sois y quiénes somos, la verdad de mi esposo y mi verdad.

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Ha llegado la hora. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 17, 1-11a

EVANGELIO
Padre, glorifica a tu Hijo

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 1-11a
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
– «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste.
Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste.
Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo.
Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra.
Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos.
Si, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado.
Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

Palabra del Señor.

Ha llegado la hora.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Ha llegado la hora de responder al infinito Amor de Jesús.

Cristo comparte hasta tal punto su vida con nosotros que hace de «nuestra vida sea vivida desde la suya» ¡Dios mío Y Señor mio! Con tantas torpezas por nuestra parte, resistencias, cegueras… Pero el Señor lo hace posible.

El escribe una historia de Amor a lo largo de la vida, un Proyecto de Amor y todo en clave ascendente, en el Evangelio vemos a Jesús, subir hacia Jerusalén.
¿Quién subirá al monte santo? Los que siguiendo las huellas de Jesús nos dejamos coger de su Santa mano para que nos lleve A Jerusalén a la cima del Amor, a las afueras del mundo, al lugar llamado Gólgota (calvario). Es la hora del amor y la entrega por la salvación. La hora de la cruz.

No ha habido santo sin cruz, pues en un mundo herido por el pecado, no hay amor sin cruz, ni existe carne divinizada si en la cruz no se deja clavar.

Pues bien esposos casados en Cristo, también en nuestro matrimonio tiene que ser así. Es el momento de la oportunidad para madurar en el amor, en la santidad. Muchos aman a Jesús cuando los consuela, pero pocos lo aman en el huerto o en la cruz, pocos aman a Jesús porque amándole a Él, a su persona en cualquier situación: en un desprecio de esos que nos hacemos los esposos, en un dolor de esos que nos causamos, en esos momentos que necesitamos del otro y lo que recibimos es la carencia, ceguera, callada por respuesta…

En cada una de estas ocasiones en la carne o en el corazón que suceden en nuestro matrimonio, esto es lo que Cristo llama “en ellos he sido glorificado”. Este el momento de mirar al cielo y decir: Jesús, a mí no me pasa nada ¿y a Ti? Es el momento de consolar a Jesús y no buscar ser consolado, el momento de contemplarle en la Cruz donde se entregó hasta el extremo por mí, por recibir de Él nuestro matrimonio.

¡Es nuestro momento esposos! Padre glorifica nuestro matrimonio para que les des vida eterna a todos los que nos has dado. No se trata de hacer cosas, sino del amor que se pone en lo que se hace.

Que todos crean que, a pesar de que somos pecadores, nuestro matrimonio ha salido de Ti. Es lo que Dios quiere hacer con nosotros, y lo hace por la unión con Cristo en su Cruz. Si de verdad quiero abrazar a Cristo, tengo que dejarme colgar en su Cruz, si de verdad queremos abrazar el amor de comunión de la Santísima Trinidad, tenemos que dejarnos clavar en la Cruz de la mano de María y renovando nuestra promesa.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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