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Con-Iugum. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 28-30

EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor.

Con-Iugum.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Cónyuges” significa originariamente “unidos por un yugo”. “Con” = Unidos y “yuges” = Iugum (yugo).

A nosotros en principio nos suena fatal, esto de que el matrimonio sea un hombre y una mujer unidos por un yugo. Parece como si estuviéramos castigados, atados el uno al otro para soportar una carga.

Con la mirada puesta en el Evangelio, vamos a intentar ver esta imagen desde Dios:

1.- El yugo es el de Cristo, y no otro: “Cargad con mi yugo”… “mi yugo es llevadero”. Bueno, esto ya nos consuela, si viene de Cristo, no debe ser tan malo… La respuesta debe ser, con mansedumbre, responderle: no sé lo que me espera, pero si viene de Ti, “Sí quiero”. Hay que ser valientes y lanzarse, elegir decididamente por el bien. El matrimonio me ayuda a salir de mí mismo, es un remedio contra la concupiscencia. Es un verdadero itinerario de santificación.
2.- Está hecho de madera, como la Cruz de Cristo. Todo lo que sea asemejarse a Él, a su camino, bien está. Es la cruz la que une a Cristo con su Esposa, y es por esta misma cruz, por la que nos unimos los esposos.
3.- Se ajustaba al cuello de cada buey. Tenemos que tener la confianza de que el Señor ha medido nuestras fuerzas. No nos pone una carga que no vayamos a poder soportar o que no sea necesario que experimentemos. La confianza en Él es la que nos da la paz. Saber que en todas las circunstancias y concretamente en las dificultades, estamos en sus manos. Él lo permite para hacernos crecer, para que nos purifique el fuego del Espíritu y lleguemos al amor. Vivirlo como una oportunidad para purificarnos. Esta confianza sin límites en la bondad y fidelidad de Dios es el camino de santidad, decía Santa Teresita. Dios no espera que seamos perfectos, sino que nos fiemos de Él totalmente.
4.- Tenía un solo punto de apoyo. La “carga” es repartida entre los dos, no desaparece, pero se hace más ligera. Un dispositivo de compensación. Era habitual unir un buey más joven e inexperto con uno de más experiencia para que le ayudase a seguir el camino. En el matrimonio, unas veces es uno el que tiene que guiar y otras veces es el otro, según la experiencia, la sabiduría, los dones… que nos haya dado Dios a cada uno.
5.- Se solía utilizar para arar la tierra: En el surco que hacemos entre los dos, es donde Dios siembra y genera vida.

Señor, el yugo es tuyo. El Sacramento del Matrimonio que nos une, es tuyo. Con él quieres labrar la tierra, quieres dar vida, hacer nuestro esfuerzo y trabajo, fecundos. Aquí estamos para hacer Tu voluntad. Qué maravilla poder participar de Tu obra. He aquí los esclavos de la Esclava del Señor.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Para saborear. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 11, 25-27

EVANGELIO
Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

Palabra del Señor.

Para saborear.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Parece ser que Dios esconde cosas. Y también parece que el propio Evangelio, esconde tres palabras que nos aclararían su significado:
Releamos la frase añadiendo esas palabra (entre paréntesis) y veremos cómo el texto cobra más sentido:
“Te doy gracias Padre porque has escondido estas cosas a los (que se creen) sabios y entendidos”. Cristo habla aquí de la sabiduría de Dios, que es un don del Espíritu Santo: El don de Sabiduría. Cristo nos enseña que es un don recibido del Padre y no algo conseguido por nuestra inteligencia o nuestra voluntad. Se trata de participar del conocimiento del Padre, Su plan, Su voluntad, o sea, la felicidad, la plenitud, la Verdad con mayúsculas.

Hay muchos esposos que creen saber mucho, porque saben de política, de negocios, de moda, de estética, de arte, de la vida… pero no son felices. Hay otra sabiduría que es la que orienta hacia la felicidad, el proyecto de Dios, y tenemos la experiencia de encontrarla a veces en personas muy sencillas, incultas…

Es la Sabiduría que da Dios. Es un don, que no entrega a los que se creen sabios. Por tanto, el primer requisito para obtenerlo es creer que Dios nos lo ha dado todo a través de Cristo (que nos lo ha querido revelar).

Es ver todo lo creado a la luz de Dios. Hay un salmo que dice “por Tu luz vemos la luz. Con la mirada de Dios el cristiano aprecia y mide las decisiones cotidianas “subespecie eternitatis” (a la luz de la eternidad). Esclarece los misterios según el plan de Dios, y unos misterios iluminan a otros, todos iluminados a la luz de la Santísima Trinidad. Misterio Fontal (la fuete de todos los misterios).

Así debemos mirarnos los esposos para reconocernos. Desde ahí debemos mirar nuestro matrimonios, nuestra vocación, el plan de Dios para los esposos. Hay tres tipos de sabiduría: La filosófica, obtenida a la luz de la razón; la sabiduría teológica, reflexionando racionalmente sobre la revelación de Dios; y el don de la Sabiduría al que nos referimos hoy, que es una sabiduría mística, que no procede de la razón, sino por experiencia de las cosas divinas: Por la vía del amor y de la oración. Es una sabiduría experimental, que se saborea. Dios la comunica a sus amigos, los creyentes que viven en gracia de Dios. Éstos reciben siempre el don de sabiduría en modo menor: La rectitud de juicio necesaria para ordenar la propia vida a la salvación eterna. Ayuda a aceptar la cruz o vencer las grandes tentaciones. El don de Espíritu Santo que interviene de modo eficaz, que trae consigo los 7 dones en un grado menor.

El modo mayor del plan de sabiduría se produce cuando un alma vive abrasada por el amor de Dios. Adquiere una certeza de que en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman. Sumerge el alma en el don de la Paz divina. Nada turba esa paz. Les caracteriza una grandeza de ánimo. Son felices y generosos. Sabiduría significa saborear, “gustad y ved qué bueno es el Señor”.

El don de sabiduría nos va transformando gradualmente y se va participando de esa paz. Aporta un conocimiento “instintivo” o por “connaturalidad” (como le llaman los teólogos), por semejanza en el ser, que modifica la manera de conocer, a través del amor Divino. Nacen nuevas tendencias, nuevos gustos: Por la humildad, por la castidad, por la sencillez, por la repulsión a la mentira o a los pecados en general…

Así, por la experiencia del amor y de la participación de las cosas de Dios, conocemos la verdad de nuestro matrimonio, o la belleza de nuestro esposo. Una experiencia indescriptible, profunda y en la que va saboreando la Verdad cada vez más.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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Las batallas de tu casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 34-11, 1

EVANGELIO
No he venido sembrar paz, sino espadas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 34-11, 1
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro. »
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor.

Las batallas de tu casa.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cuando no reina el Señor en nuestro matrimonio y en nuestra familia, si no que reinamos nosotros mismos, vienen los conflictos. Queremos tener razón, imponer nuestros criterios y entonces los enemigos de cada uno son los de su propia casa: El esposo de la esposa, el hermano del hermano, el hijo del padre y padre del hijo… Cristo ha venido a enfrentarnos contra todo aquello que no es amor, para que centremos nuestra mirada en el Amor.

El desorden del pecado, la concupiscencia nos hace sordos a la llamada del amor. Nos presenta el cuerpo como lugar de placer o de dominio sobre el otro. El remedio es un proceso de sanación, el itinerario de Caná, que decía el Papa Francisco. El sacramento del matrimonio introduce a los esposos en este proceso que ayuda a reintegrar todos los impulsos y deseos desordenados. San Juan Pablo II hablaba de una mutua educación entre el hombre y la mujer ¡Qué hermosa imagen del matrimonio!. En esta educación entra la totalidad de la persona y su vocación al amor.

Así, cuando reinas Tú, Señor nos animas a perder o entregar nuestra vida, es decir, a ser buenos esposos. Renunciamos a nuestros egoísmos, intereses propios, nuestras humanas razones… por amar como Tú a mi esposo, así reina Tu Paz en nuestro matrimonio. Una vida que sólo merece la pena vivirla cuando se entrega, porque el que no coge su cruz y te sigue, no es digno de Ti.

Señor, por amor a Ti, recibo a mi esposo en lo que me dice, en lo que hace, en lo que es, porque sé que en nuestra unión reinas Tú. El que recibe al esposo que Tú le has dado, te recibe a Ti y recibe al que te ha enviado.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:

Oración a la Santa Familia

Testificar con la mansedumbre. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 16-23

EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 16-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.
Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

Testificar con la mansedumbre.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La vida del cristiano siempre ha sido, es y será, vivir como ovejas en medio de lobos. ¡Qué imagen tan expresiva!. Donde el Cristiano ha dado siempre el mayor testimonio ha sido precisamente permitiendo que los lobos le devoren, por entender que ha sido enviado a ellos por Cristo.

San Gregorio nos da una clave para este Evangelio:
Porque aquel que ejerce el ministerio de la predicación no debe hacer el mal, sino sufrirlo, a fin de aplacar con su mansedumbre el furor de aquellos que se ensañan con él y para que vean que a pesar de estar cubiertos de otras heridas, curan las de los pecadores.

Del mal también puede surgir la vida. Aprovechando el pecado de Judas y de los sumos sacerdotes, Dios construye la redención. Frente a San Esteban, el protomartir, Dios provoca la conversión de San Pablo y de otros muchos.

Este Evangelio nos da muchas claves sobre el sufrimiento con el mal del prójimo y específicamente el de nuestro esposo:

1º Entender que he sido enviado por Dios como oveja en medio de lobos: Es Dios quien me envía a vivir esa experiencia con el mal, y Él quiere expresamente que esté ahí y no huya, porque es ahí donde quiere dar testimonio de Él a través de mí.

2º Ser sagaces: no ir poniendo la confianza en que el otro cambiará y se volverá oveja y me tratará bien, sino poniendo la confianza en Dios que quiere esa situación para sacar bien del mal, para que sea testimonio Suyo. Que mi corazón se vaya asemejando al de Dios que ama en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Que actúe como Cristo en su Pasión y que sea medio de Redención.

3ª Tenemos que ser sencillos, es decir, no ir dando lecciones. No damos testimonio corrigiendo a los demás, sino dejándonos devorar por ellos en nombre de Dios. Tampoco darle vueltas a los encontronazos con los demás ni antes, ni después. No pensemos lo que vamos a decir y qué vamos hacer o cómo. No elijas el momento, cuando llegue, será el Espíritu Santo quien actúe. Porque es Dios quien debe actuar y no nosotros. Si pensamos y planificamos, nuestra reacción será defendernos, no entregarnos.

 

Nosotros también podemos colaborar con la conversión y la redención de nuestro esposo. Es nuestro principal cometido. El cómo, lo explica muy bien San Gregorio: con la mansedumbre. El mismo consejo que nos dio Cristo: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Es inimaginable la fuerza que tiene esta actitud co-redentora en el matrimonio.

¿Quieres convertir a tu esposo? Corrígele menos, déjate convertir por el Espíritu, y no hagas el mal sino súfrelo unido a Cristo por amor a él/ella.

Oremos con San Francisco:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

El mal necesita ser sanado. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 38-42

EVANGELIO
Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.»

Palabra del Señor.

El mal necesita ser sanado.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy nos dice cosas muy concretas para nuestra relación matrimonial:

“No hagáis frente al que os agravia” o sea, al que nos hace mal. Como dice San Agustín (de sermone Domini, 1, 19): “… la paz perfecta quita toda venganza desde su principio.” Ésta es la paz que Cristo nos da después de resucitado, la paz perfecta. Si no respondemos al mal que nos pueda hacer nuestro esposo, viviremos la paz en nuestro corazón y en nuestra relación.

San Gregorio Magno, Moralia, 31, 13. “Más debemos temer por los ladrones, que sentir la pérdida de las cosas terrenas. Cuando se pierde la paz del corazón respecto del prójimo por una cosa terrena, se evidencia que amamos al prójimo menos que a las cosas.”
Más importante es nuestro esposo que el motivo del agravio o el enfado, que serán cosas terrenas, pasajeras, que no permanecen. Y por tanto tienen un valor inmensamente inferior al valor de nuestro esposo y de nuestra comunión.

Cuando recibo mal de mi esposo es porque éste tiene un mal (quizás la carencia del amor de Dios), y da lo que tiene, su limitación y debilidad humanas. Por eso necesita recibir bien. Necesita recibir amor, no lo olvides. La debilidad a veces se expresa con el grito de dolor. Si tu esposo te necesita en su debilidad, no huyas, dale tu corazón, tu escucha, tu comprensión, tu servicio. Acompáñale aunque te suponga dolor (te quiero en las penas). “La caña cascada lo la quebrará”.

Este Evangelio habla de la mansedumbre: Bienaventurados los mansos. Como dice Chércoles: ‘Porque tenemos poder caemos en la tentación de usar la agresividad para imponerme o defender mis derechos. Pero la dicha está en recuperar al otro: “mansedumbre”, poniéndome a su servicio.’

La mansedumbre es una actitud de donación, excelente oportunidad para ser sacramentos de la verdad y el amor, con la ayuda de Dios.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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