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Las gafas de la plenitud. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 5, 27-32

EVANGELIO
No he venido a llamar a los justos, sino a tos pecadores a que se conviertan

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: – «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús: – «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les respondió: – «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

Palabra del Señor.

Las gafas de la plenitud.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Me gustaría cada día hacer como Leví (Mateo). Dejar todos mis “negocios” que me tienen paralizado y levantarme. Como decía el Padre Jorge Loring, Dios pone casi todo y yo pongo casi nada, pero Dios no pone casi todo si yo no pongo casi nada.

A mí me gustaría tener el honor de organizarle a Jesús un gran banquete en nuestro hogar y presentarle nuestra alegría, escucha, comprensión… La realidad es que acabo ofreciéndole mi debilidad, mis promesas incumplidas y mi falta de amor.

Hoy nos gustaría hablar especialmente de los juicios, a propósito de la actitud de los fariseos. ¡Cuánto nos gusta opinar sobre los demás!, especialmente sobre nuestro esposo, aunque solo sea en nuestro pensamiento. Para ello aplico mi visión parcial, viciada ya por los prejuicios y adaptada a mis criterios. Lo vemos cada día en nosotros mismos y en matrimonios a los que acompañamos. Tenemos una atracción especial por lo negativo, le damos muchas vueltas… y no valoramos, a veces ni siquiera somos capaces de ver lo positivo.

Lo que nos aleja de la santidad de la inocencia originaria, tal como nos explica San Juan Pablo II, cuando hombre y mujer se miraban desnudos y no sentían vergüenza, cuando se miraban tal como Dios los había creado, veían la plenitud de la verdad y la belleza que había en el otro. Ese es el problema, no soy capaz de ver toda la belleza de la verdad de mi esposo. Le juzgo con des-precio, porque le infra-valoro. El pecado nos ciega, nos hace in-videntes.

Pero hoy tenemos una buena noticia para todos los esposos. El Señor ha venido a sanar a los enfermos, a los pecadores. Él puede purificar mi mirada y mostrarme la incomparable hermosura que ha puesto en mi esposo. A nosotros nos la ha mostrado, un poquito… Y tiene una belleza impresionante. Pídele al Señor en tu oración las gafas de la plenitud.

Oramos:
Madre, pídele al Señor que nos enseñe a ver la verdad en plenitud. No queremos aferrarnos a nuestro mostrador de impuestos, queremos levantarnos, alzar la cabeza e intentarlo de nuevo. Vamos a organizar un banquete para Vosotros, dedicaremos todo este tiempo a los preparativos, para saciar vuestra sed de amor. Alabado sea Dios que nos da tantas oportunidades. Bendito sea que nos entrega tanta belleza en nuestro matrimonio y en nuestro esposo.

Pilas cuaresmales. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-15

EVANGELIO
Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús, preguntándole: – «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: – «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunaran».

Palabra del Señor.

Pilas cuaresmales.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Desde antes de ayer, están disponibles las pilas cuaresmales. ¡Son recargables! Tienen coste económico: las limosnas y también requieren de un esfuerzo personal y conyugal. El tiempo de carga son 40 días, pero luego son luz de luz, y alimentan el espíritu de una manera impresionante.

40 días anduvo Jesús por el desierto antes de comenzar su vida pública. Dios quiere que vivamos también un ayuno siendo hijos que formamos parte del Hijo. Eso significa seguir a Jesús, haciendo lo que Él hace, para dejarnos “cristificar” por el Espíritu Santo.

Para ello necesitamos un tratamiento de choque contra la obesidad mórbida de nuestro yo, ese incorregible que lo asimila todo para sí, acumula para sí, quiere acaparar todas las atenciones… ¿Quién no tiene un yo así? “…el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo” (Mensaje del Papa Francisco para la cuaresma 2016). Todos tenemos que adelgazar el yo interior para que crezca Cristo en nosotros, Luz de Luz.

Esto requiere de un autodominio de nuestros impulsos y poner orden en nuestros deseos. Es necesario el ayuno de nuestras apetencias, de ciertas cosas que en sí no son malas, pero nos sirven para educar y hacer crecer la voluntad, es fundamental. Este esfuerzo nos ayudará a tener dominio para callar una palabra desagradable o un gesto feo, para poder renunciar a mi plan por agradar a mi esposo, poder renunciar a mis criterios por los de Dios, etc.

Estamos tan lejos de Dios… Los discípulos no decidían dónde ir, ni a qué hora… Lo decidía el Esposo (que está con ellos), Cristo. En nuestra vocación conyugal tenemos la suerte de contar con un esposo que continuamente me da la oportunidad de renunciar a mi gran enemigo: el Yo. Cada vez que por ejemplo él/ella quiere la puerta abierta y yo cerrada ¡Bendito sea el Señor!.

Estos días, el ayuno del yo nos acerca a Jesús, y nos acerca a nuestro esposo. Esta semana, oferta: Recarga tu matrimonio, dos por uno.

Oración:
Madre es verdad que me cuesta negarle a mi Yo sus gustos… Gracias por mi esposo, me ayuda a acercarme a Jesús, no permitas que escuche la tentación de verle como un chino en el zapato. Grábame Madre esto en mi corazón con el fuego del Espíritu Santo. Mi esposo me ayuda al mejor ayuno para llegar al Esposo.

Sentirnos “ValoraDios”. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 1-6.16-18

EVANGELIO
Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.

Sentirnos “ValoraDios”.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Solemos valorarnos más por lo que hacemos que por lo que somos, y ese es el error. Dios nos valora por lo que somos. Lo que hacemos puede alejarnos o acercarnos a Él, pero Él nos ama por nosotros mismos, tal como somos. Él dejaría las 99 ovejas justas por ir a buscar la perdida, por lo tanto, la oveja perdida no tiene menos valor para Él que las demás.

Pues bien, con esa manía de valorar y sentirnos valorados por lo que hacemos, nos convertimos en auténticos “gorrilleros”, palabra inventada por nosotros que como se puede deducir fácilmente, se refiere a aquél que siempre que hace algo pasa la gorrilla para recibir una felicitación, un agradecimiento o arrancarte un gesto de cariño.

Hay diferentes tipos de gorrilleros:

  • Los cuentacuentos: Son esos que constantemente están diciendo lo mucho que han hecho. ¡Todo el día sin parar!.
  • Los titiriteros: Esos que dedican mucho tiempo ensayando o trabajando en algo para impresionar al personal.
  • Los teatreros: Que no hacen nada, pero basta que les mires para que parezca que hacen mucho.
  • Los justicieros: Esos que, basta que hagan algo para restregártelo por la cara y exigirte que lo hagas tú.
  • Los alma en pena: Que se lamentan una y otra vez de sus desgracias para que se compadezcan de ellos.
  • Los caza recompensas: Los que te cuentan lo que han hecho por ti esperando una sustanciosa compensación.
  • Etc.

Al final, todos buscamos ser valorados. Cuántos esposos hay que no se sienten valorados por sus cónyuges. Es como un mal endémico que afecta a todos (o casi). Y el origen del problema viene de pretender ser valorado o valorar por lo que hacemos. Nuestros actos los juzga Dios, ni siquiera yo, sólo Él. A mí me toca comprender quién soy y quién eres, algo que sabemos por revelación. Así podré presentarme y actuar como lo que soy y tratarte también a ti según esa enorme dignidad que Dios nos ha dado. Si hiciéramos esto, otro gallo cantaría.

Hoy comenzamos la cuaresma. Aprovechemos para trabajar esto y, en lugar de buscar sentirnos valorados, persigamos sentirnos “ValoraDios” 🙂 .

Madre:
Tú nos lo enseñas en el Magníficat: Tu alma proclama la grandeza del Señor, y no la tuya. Es Él quien mira tu humillación, y no te importa la opinión de la gente. Las felicitaciones te vienen por lo que Dios hace, y se alegra Tu espíritu en Dios, porque es en Él donde encuentras tu plenitud.
Toda nuestra enorme dignidad, nos viene de Dios. Alabado sea por siempre, por su generosidad infinita.

La epidemia del Espíritu. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 53-56

EVANGELIO
Los que lo tocaban se curaban

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

Palabra del Señor.

La epidemia del Espíritu.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Dios se involucra, se mete en nuestras miserias, se acerca a nuestras heridas y las cura con sus manos, y para tener manos se hizo hombre. Es un trabajo de Jesús, personal… Dios no nos salva solo por un decreto o una ley; nos salva con ternura, con caricias, nos salva con su vida, por nosotros”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2013, en Santa Marta).

Como hay enfermedades que se contagian, también el pecado se contagia y si llego mal a mi casa, enturbio el ambiente. Pero si es Cristo quien reina, la fuerza del amor, puede más, porque el bien también se contagia: La alegría, la generosidad, el servicio….

Jesús se hizo hombre para tener manos y poder tocarnos, pero hoy Jesús me deja Su Espíritu porque quiere utilizar mis manos, mis ojos, mis gestos para poder llegar a ti. Quizás no pueda curarte una enfermedad física, pero seguro que sí puedo sonreírte, acariciarte con ternura, tener un gesto de cariño contigo, un detalle que sé que te gusta… Cosas sencillas, que parecen inútiles, pero que a los ojos de Dios, tienen un valor inmenso y curan muchas enfermedades del alma, curan las heridas del desamor.

El bien se contagia, el amor de Cristo se contagia. Tenemos que transmitir el virus de Su amor a nuestro esposo para así contagiar al resto de la familia. Esposos, comencemos la epidemia del Espíritu de Dios, contagiémoslo en casa para que llegue al cole, al trabajo, al vecindario…

Oración:
Madre, que con mis manos, mis gestos, mi mirada… cure a mi esposo y le de todo el cariño que Jesús le quiere dar. Que transmita también Su cariño a mis hijos y Su misericordia a todos los que Él quiera transmitírsela.

Creed a mis obras. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 5, 1 -11

EVANGELIO
Dejándolo todo, lo siguieron
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 1 -11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: – «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: – «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: – «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: – «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.

Creed a mis obras.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En Jn 10,38 el Señor dice: …si no me creéis a mí, creed a mis obras…

Cuántas veces hemos bregado, con esfuerzo e interés, por superar algún defecto personal, algún problema con nuestro esposo, etc. Solemos confesarnos de lo mismo una y otra vez. Pero no hemos logrado buenos resultados y eso nos desanima, y nos hace tirar la toalla, verlo como algo imposible. Le decimos al Señor: He estado bregando toda la noche (referida a un tiempo oscuro y de dolor) y no hemos conseguido nada.

La mayoría de las veces el problema viene de que quiero ser yo quien controle mis debilidades y que se resuelvan como consecuencia de mi esfuerzo. Causa-efecto. Es probable que el Señor quiera hacernos ver que no somos merecedores de los resultados que esperamos, demasiado nos ha dado ya. Tenemos que aceptar nuestra pequeñez y pedirle al Señor que sea Él quien lo arregle, cuando Él quiera.

Mientras, es importante decir como Simón Pedro: “por tu Palabra, lo volveré a intentar”. Lo importante es la docilidad al Espíritu y la fidelidad ante la dificultad. La verdadera perfección no está en el resultado de las cosas, sino con el amor con que se hacen.

No importa el resultado, lo que importa es nuestra confianza en el Señor, Él ve en nuestro corazón el amor con el que se vuelve a intentar una y otra vez, que se persevera a pesar del daño recibido, que la caña cascada no la quebramos, sino que el amor nunca se echa atrás, nunca se arrepiente de amar, ni aparta a nadie, “todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca”.

Cuando por fin si Dios quiere vemos los frutos, cuando nos dejamos sorprender por Jesús, constatando el milagro de Su amor y Su misericordia por mí, es cuando no puedo más que alabarle: Porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú, Señor. Entonces reconozco que no ha sido mérito mío, sino obra de Dios. Entonces, el deseo de dejarlo todo por Él invade mi ser, dejar todo aquello que me separa del amor y seguir al Maestro del Amor.

Oración:
Madre, Tú sabes cuántas veces he pedido por la sanación de mis defectos, con los que hiero a mi esposo y a mí mismo/a. Ese orgullo que me impide ser dócil al Espíritu y que me haga uno con él/ella. En el fondo me cuesta admitir mis imperfecciones. Hoy no te pido que me sanes, te pido que me des fuerza para seguir luchando. No merezco más de lo que ya me has dado y alabo a Dios por lo que tengo. Si me quieres así, así quiero ser. Señor, cuando Tú quieras, como Tú quieras, donde Tú quieras. Ahí quiero estar.