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El cielo abierto. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 3, 13-17

EVANGELIO
Se bautizó Jesús y vio que el Espíritu de Dios se posaba sobre él
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 3, 13-17

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
Jesús le contestó:
«Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una luz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Palabra del Señor.

El cielo abierto.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Se celebra la fiesta del bautismo de Jesús.
A propósito del Evangelio de hoy, nos comenta Raúl Hasbún Z. que el bautismo de Jesús destaca porque al salir del agua los cielos se abrieron, el Espíritu Santo bajó sobre él en figura de paloma… Los cielos, el Paraíso en que Dios se paseaba y entretenía familiarmente con el Hombre, estaban cerrados desde el pecado de Adán. … maestra del Espíritu Santo, la creación y su rey, el Hombre, estaba dolorosamente frustrada: el Espíritu es vida, comunión y libertad, trilogía santa que el pecado de Adán había sustituido por una triple maldición: muerte, división, esclavitud.

Por el bautismo de Jesús, se reabren los cielos y desciende el Espíritu Santo sobre nosotros. No podremos nunca agradecer suficientemente el don recibido por el Bautismo. San Juan Pablo II, cuando volvió a Polonia después de ser nombrado Papa, se arrodilló y oró ante la pila bautismal donde fue bautizado en 1920. Después la besó.

Y es que, la triple maldición que podía haber condenado al fracaso mi vida y mi relación matrimonial, por
– la muerte que me va corroyendo poco a poco y hace frágil mi salud,
– por la división que genera una oposición entre ambos, que centra la relación en el rencor, en la venganza, en la exigencia al otro… Todo lo que me impediría cualquier posibilidad de construir un amor recíproco con mi esposo,
– y por la esclavitud que me ataría a mis caprichos, a mis deseos desordenados…

Por el bautismo, se nos da el poder del Espíritu, capaz de hacer que nuestro matrimonio
– dé vida a hijos de Dios, para ser Sus herederos eternamente, y dé vida espiritual a nuestro alrededor
– que en él construya una comunión de personas, la posibilidad de aprender el uno del otro, pedirnos ayuda porque tú eres quien más me conoce y quien mejor me puede ayudar, y fuiste creado para ello,
– y que me haga libre, como decía San Juan Pablo, “libres de la libertad del don”, que seamos nuestros propios dueños y tengamos la oportunidad de donarnos libremente el uno al otro, y construir una intimidad común. Experimentar el amor verdadero.

Gracias, gracias, gracias, Señor por el don del bautismo. Has reabierto las puertas del cielo para mí. Me has entregado tu Espíritu para que me acompañe, me guíe, me reconstruya desde dentro. Comparto el mismo Espíritu que Tú. Señor, que no desperdicie ni un ápice de este gran don por el que me haces hijo de Dios para toda la eternidad. Amén.

El “alma” del autor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 1-18

EVANGELIO
El Verbo hizo carne
Comienzo del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.

El “alma” del autor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cuando queremos conocer algo a fondo, investigamos sobre su origen. Si se trata de un vino, lo primero es conocer su denominación de origen, y a partir de ahí, la uva, el tiempo en barrica… Si se trata de una palabra, buscamos si procede del latín o del griego, su etimología, que explica su significado y su forma. Si se trata de un cuadro, y conocemos el autor, encontraremos explicación sobre su estilo, la época en que fue pintado, las costumbres, el estado de ánimo del pintor cuando lo creó… digamos que descubrimos un poco del “alma” del pintor mirando su obra.

Qué importante es conocer nuestro origen, para conocernos a nosotros mismos. Al principio, sólo estaba el Verbo y el Verbo era Dios y estaba junto a Dios. Del Creador procedemos y fuimos creados por razón de Su Hijo, y eso explica muchas cosas, eso nos define, nos condiciona en todo. Y hay mucho de Dios en mí, porque Él me hizo. Y hay mucho de Dios en mi esposo, porque también le hizo a él/ella. Y hay mucho de Dios en nuestro matrimonio, porque también Él lo ideó, y cuando nos creó, pensó en el uno para el otro. Sí, nuestro cuadro tiene un pintor, y en él expresó quién es Él, cuáles son Sus motivaciones, su manera de vivir, su Espíritu.

Y todo eso está inscrito en nosotros, tal como fuimos creados, hombre y mujer, familia, relacionales en ese dar y recibir, dependientes de Él necesariamente por nuestra limitación, diferentes por nuestra sexualidad y nuestros dones. ¿Qué querrá Dios de todo esto? Si fuésemos capaces de apartar el pecado de nuestro corazón, veríamos a Dios en todo y en todos. Esto es lo que trata de hacer San Juan Pablo II en su Teología del Cuerpo. Observa al hombre, desde ahí, descubre más sobre su Creador y conociendo más al Creador, llega a un conocimiento más profundo del hombre, de quién soy, de mi vocación. Es como un círculo de conocimiento que se realimenta y profundiza más y más. Es nuestro itinerario de Amor Conyugal.

Si no hacemos esto, estamos perdidos, desorientados. Necesitamos encontrar la Verdad, nuestra verdad, para encontrar el sentido de mi vida. Necesitamos volver al principio de nuestra creación para descubrir lo que Dios puso en nosotros y para qué lo puso. Puede que mi “cuadro” ya no refleje mucho el “alma” del Autor, pero puedo restaurarlo poco a poco, con paciencia, con esfuerzo y con ayuda. Alabado sea el Señor.

Madre:
Te pido que me ayudes a centrar mi mirada en lo que Dios ha puesto en mi esposo. Es verdad que tiene mucho de Dios, puesto que es obra Suya. Normalmente tiendo a mirarle con unos ojos muy humanos, con prejuicios o juicios. En este año que empieza, te pido que cambies mi manera de mirarle para ver a Dios en él/ella. Por Jesucristo nuestro Señor. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Amén.

Espada de doble filo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 2, 22-35

EVANGELIO
Luz para alumbrar a las naciones
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción – y a ti misma una espada te traspasará el alma – para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Palabra del Señor.

El harakiri conyugal.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Muchos relacionan lo que Simeón profetizó aquel día a nuestra Madre “Una espada te traspasará el alma”, con el momento de la crucifixión. Sin embargo, algunos amplían el significado del símbolo de la “espada” al Evangelio en sí mismo. De hecho, tanto en el AT como en el NT, se hace referencia al Evangelio como una espada de doble filo. Una espada que penetra en lo más profundo de nosotros separando el gozo y el dolor. Así fue la vida de la Santísima Virgen. Experimentando momentos de mucho gozo y otros de un dolor tan desgarrador como presenciar la crucifixión de Cristo.

Aquel Niño iba a ser signo de contradicción. Para los que no le aceptan es causa de tropiezo, se revelan y caen. Los que lo acogen son levantados, liberados, divinizados. Sin duda el Evangelio es como una espada que atraviesa el alma. ¿Lo siento así?: Dichosos los que lloran y los perseguidos, amad a vuestros enemigos, el que quiera salvar su vida la perderá, los últimos serán los primeros, servir y no ser servido… El Evangelio se clava en nuestra carne mundana y la hace sangrar.

El Evangelio del sacramento del Matrimonio, también es como una espada de doble filo que se clava en el alma del esposo. Por un lado está impregnada de amor, y por el otro, de dolor. Y… o me la clavo entera o no penetra en lo más profundo de mí. Esto suena a harakiri conyugal, pero, lejos de ser un suicidio, saca a la luz la Vida que está en nosotros. Aplicar el Evangelio a mi relación matrimonial, duele, y sin embargo, es una experiencia de un gozo y de una plenitud maravillosa, capaz de poner “de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”. Si clavamos la espada del Evangelio en nuestra una sola alma de esposos, descubriremos los “pensamientos” del corazón de mi esposo y los míos propios, porque el Evangelio «revela-escudriña los pensamientos del corazón». ¿Quién no quiere estar presente en los pensamientos del corazón de su esposo? ¿Quién no quiere escudriñar los pensamientos de su propio corazón?.

Como le gustaba repetir a San Juan Pablo II, la frase aquella del concilio: Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre.

Madre,
Ahí estás Tú, que no necesitabas purificación alguna, cumpliendo la ley de Moisés. Contemplo Tu apuesta decidida por cumplir la ley de Dios, por ser fiel a Dios, aunque no comprendieses muchas cosas. Ni siquiera te limitabas a hacerlas y ya está, sino que las guardabas meditándolas en Tu Corazón, intentando llegar al espíritu de la ley. Quiero yo también que esa espada de la Palabra me atraviese el alma. Quiero llegar hasta el final en mi misión conyugal, hasta lo profundo del amor y de la verdad. Y mientras, como Simeón, aguardo el consuelo de la promesa del encuentro con el Señor, para poder descansar en paz.

Poco glamour y mucha coherencia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 17-22

EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».

Palabra del Señor.

Poco glamour y mucha coherencia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Es un Evangelio muy impactante, justo el día después del nacimiento del Niño Dios. El Señor nos advierte de que no es todo tan bonito, existe el mal en las personas. No va a ser fácil.

Hoy el Evangelio nos habla de la acción del Espíritu Santo en nosotros.
Si dejo inundar mi corazón por el Espíritu Santo, entonces Él dará testimonio del poder de Dios a través de mí. Hablamos del Espíritu Santo como abogado defensor. Su labor es continuar la obra de salvación de Cristo intentando salvar de Satanás a todos los hombres.

En la primera lectura vemos cómo actúa a través de San Esteban, el “protomártir”, el primer mártir. Así, lleno del Espíritu Santo (como dice la Lectura) da testimonio del poder de Cristo, con una sabiduría que sus oponentes no eran capaces de rebatir y la fuerza suficiente para morir por amor a Dios. (Hasta aquí, reflexión extraída de la catequesis de S. Juan Pablo II 24-5-89)

Ante esto, ¿Quién va a defender a mi esposo del mal? Mi ayuda no consiste en argumentar desde mi inteligencia y mis criterios para convencerle, consiste en llenarme del Espíritu Santo, para dar testimonio del poder de Dios a través de mí y que así crea. Lo malo es que, normalmente no creemos por el testimonio que damos en las situaciones cómodas y agradables. Es necesario dar testimonio en las dificultades: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” Hablamos de la indisolubilidad, estar dispuesto a someterse por amor, humillarse, ser perseguido, es necesario estar dispuesto a dar mi vida por la conversión de mi esposo, de mis hijos, de los matrimonios. Es la moneda del amor que en este mundo no se entiende. Por eso, aun así, no me puedo fiar de la respuesta de la gente. Puede ser que se abalancen contra mí y me apedreen con sus críticas, ridiculizándome, mofándose, llamándome “iluminado”, aprovechando mis errores para restregarme mi fe por la cara… Es heroico y sólo soy capaz de mantener la paz si, como Esteban, miro al cielo desde lo más profundo de mi corazón, del encuentro con el Espíritu, a través de la oración, de los sacramentos… Él me mostrará la gloria de Dios. Eso me dará las fuerzas necesarias para dar testimonio de Él.

“Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”.

Madre,
Ayer el nacimiento de tu Hijo, y hoy el martirio de San Esteban. Qué contraste. Pero a eso ha venido nuestro Señor, a demostrarnos que nos ama hasta el extremo. Hay poco glamour, pero mucha coherencia. Dame fuerzas para ser Su testigo, testigo del amor verdadero para mayor Gloria de Dios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Preparad el camino. Comentario del Evangelio para matrimonios: Mateo 17, 10-13

EVANGELIO
Elías ya ha venido y no lo reconocieron
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 10-13

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

Palabra del Señor.

Preparad el camino.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Juan el Bautista, fue el instrumento de Dios para preparar la primera venida del Mesías. ¿Cómo voy a colaborar yo para preparar el camino del Señor en su segunda venida?

Sí, hoy también en nuestro matrimonio tenemos que ser un poco de Elías y preparar nuestros corazones para la llegada del Señor. ¿Cómo? Elías, fue el profeta que en el monte Horeb había buscado a Dios en el huracán, en el temblor de tierra, en el fuego. Pero Dios no estaba presente en todo eso. Elías descubrió que Dios le hablaba en la brisa suave (cf. 1 R 19, 11-18). ¿No se presenta así también la figura humilde del Niño Jesús en medio del silencio y la sencillez?

El ángel, cuando le anuncia a Zacarías la venida de Juan, le describe su misión. Nos centramos en la parte fundamental del mensaje: “para hacer volver los corazones …de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lc. 1,17) Los prudentes son los que reflexionan sobre lo que es bueno y conveniente, porque buscan la justicia, es decir el cumplimento de la ley, en este caso, de la ley de Dios, la que no permite que unos perjudiquen a otros, sino al contrario, que se amen.

Hoy leíamos en una catequesis de San Juan Pablo II, que en el matrimonio la mujer es la que tiene más ese deseo de comunión, quizás por su sensibilidad, pero que el hombre es el custodio de preservar ese equilibrio de la donación mutua. Cuando un esposo intenta dominar al otro o aprovecharse de él/ella para beneficio propio, en lugar de donarse al otro, que es para lo que fuimos creados, de alguna forma autoriza al otro a que le intente utilizar también. En cierto modo es como ir contra mí mismo. Se abre así, una escalada al servicio del dominio mutuo. Es un error que la mujer intente forzar al hombre a que la quiera a base de chantaje emocional, pero también lo es que el hombre se centre en sí mismo y no en su mujer para darle el amor y las atenciones que necesita. Es en estas cosas donde encontraremos a Dios.

Seamos esposos prudentes en favor de la justicia, y preparemos nuestros corazones para la venida del Señor. Este adviento, no hay rebajas en el amor.

Madre,
Tú sí que preparaste bien tu Corazón inmaculado para la venida del Señor a tu seno. Admiro tu actitud, siempre prudente y justa. Es tan hermoso tenerte como modelo… Alabado sea el Señor por todos los dones que te entregó. Amén.