Archivo de la etiqueta: Juan Pablo II

Un esposo despreciado en su casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 1-6

EVANGELIO
No desprecian a un profeta más que en su tierra

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
– «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? .»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía:
– «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor.

Un esposo despreciado en su casa.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Tendemos a idealizar lo que no conocemos y a despreciar lo conocido: ¡Este es hijo de _______ (su padre) y de _________ (su madre)! Piensan los esposos el uno del otro.. Y así nos miramos, como seres humanos caducos, frágiles y llenos de defectos. La gente del pueblo de Jesús, veía su sabiduría, veía las obras de sus manos, pero como sabían de donde procedía y conocían la realidad de su carne mortal que necesita trabajar para vivir, no acababan de reconocer al Hijo de Dios.

A nosotros nos ocurre igual. Cuando, tal como nos explica San Juan Pablo II, Dios crea a la mujer sacándola del costado del hombre y el hombre despierta del sueño en que Dios le hizo caer, al ver a la mujer, se produce la más grandiosa fiesta de la humanidad, la mayor alegría jamás experimentada por el hombre: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!. ¿Qué ha pasado para que marido y mujer ya no nos veamos así?. ¿Cómo miro a la única persona del mundo que me ha entregado toda su vida, toda su intimidad? Y por tanto ¿Cómo miro a la persona que más me ama del mundo?.

Hemos perdido la capacidad de la que hablaba el Papa de “participar de la mirada del Creador”. Hemos perdido la capacidad de mirar en el esposo la belleza y la grandeza de la creación de Dios, de mirar su filiación divina, de ver en él/ella mi ayuda adecuada, mi auxilio representando al auxilio de Dios (Como dice bellísimamente en el catecismo). Hemos dejado de compartir nuestro corazón. Vivimos en la misma casa, pero hemos distanciado nuestros corazones y nos estamos perdiendo la verdad del esposo.

El problema está, en que, como sigamos mirándonos así, el Señor no va a poder hacer ningún milagro en nuestro matrimonio.

La medicina: Oremos a Dios juntos y pidámosle que nos muestre (a nosotros nos la ha mostrado), la belleza y la grandeza del esposo. Es su hijo/a, heredero de toda la grandeza Divina para toda la eternidad, es templo de Espíritu Santo y todo el cielo reside en su interior.

Descálzate, esposo, porque estás ante terreno sagrado. Y verás que Dios puede hacer grandes cosas en tu matrimonio.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Un roto peor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 14-17

EVANGELIO
¿Es que pueden guardar luto, mientras el novio está con ellos?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 14-17
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole:
-« ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
-« ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.»

Palabra del Señor.

Un roto peor.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

A este Evangelio hace referencia San Juan Pablo II, para que caigamos en la cuenta de que Cristo se reconoce a sí mismo como el Esposo, y su unión con la Iglesia es una auténtica boda. El medio que Dios Padre elige para redimir al mundo es que su Hijo único se despose con la humanidad. ¿Qué tendrá el matrimonio que es tan grande para Dios?. A ti y a mí nos toca descubrirlo.

Pero nadie echa vino nuevo en odres viejos. No podemos entender la verdad del matrimonio, si no estamos dispuestos a construirlo desde cero. No es compatible el matrimonio como Dios lo pensó con los parámetros de este mundo. Santa Teresa hablaba de “una determinada determinación”. Una vez que nos convertimos y buscamos el camino hacia Dios, no deberíamos mirar atrás.

Es necesario romper con nuestro orgullo, con nuestra antigua manera de mirarnos, con nuestra antigua verdad, para fiarnos de Cristo. Confiar en Él y simplemente hacer lo que nos dice. Porque si no, como los odres, podemos reventar.

Hoy le pedimos al Señor cosas que no están muy de moda, porque no son de este mundo: Señor, que tengamos el valor de no defendernos, de obedecernos, de comprender sin corregir, de someternos, de confesarnos nuestras debilidades o de pedir al esposo que me diga en qué podría haber mejorado hoy.

Danos Señor la humildad que nos falta para para no hacer “un roto peor” en nuestra comunión.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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La gran pregunta: ¿Quién soy? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 16, 13-19

EVANGELIO

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor.

La gran pregunta: ¿Quién soy?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿Quién es Jesús? ¿Qué es lo que le define? Pedro responde con dos datos: Su procedencia (Hijo de Dios) y su misión o vocación al amor: El mesías.
¿Quién eres tú? Medítalo antes de seguir leyendo, según estos dos mismos parámetros.

Nosotros diríamos que somos hijos de ____ y ____ (nuestros padres), porque de ellos procedemos como cocreadores de Dios que son, hemos heredado su naturaleza, y a su amor debemos nuestra existencia. Este “deber nuestra existencia a otros”, nos recuerda que ellos también deben su procedencia a nuestros abuelos y ellos a su vez a nuestros bisabuelos… en una cadena que acaba apuntando a Dios como Origen último de todo. Es decir, como nuestro Origen último. Y por el bautismo, debemos nuestra existencia como hijos de Dios a Cristo.

En definitiva, y retomando el hilo sobre quién soy según los parámetros que definen a Cristo, somos hijos de Dios (Nuestro renacer en Cristo por el bautismo) y esposos (Nuestra misión o vocación al amor). ¿Qué pasa entonces si rechazamos a Dios? ¿Y si además rompemos nuestro compromiso matrimonial? ¿Qué quedaría de nuestra identidad?.

Ante la respuesta de Pedro, Jesús le dice: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.” ¡Efectivamente! Así es. ¿Cómo saber quiénes somos? Nos lo revela nuestro Padre que está en el cielo. Por Su revelación a través de Cristo, sabemos que somos hijos de Dios y esposos. En el lenguaje de San Juan Pablo II en las Catequesis del Amor Humano, nos estaríamos refiriendo a las experiencias de la Soledad Originaria y la Unión Originaria, las que tendríamos que revivir en profundidad ante la presencia de Dios.

La consecuencia para el que acoge esta revelación: “Tú eres piedra”. El que acoge esta revelación, está cimentado sobre roca. Es libre, sabe quién es, cuáles son sus prioridades, en función de qué tiene que tomar todas sus decisiones (Su fe y su misión de esposos). Y sus decisiones son firmes, tienen un rumbo claro. Y su misión dura toda la vida; “el poder del infierno no la derrotará” y será su incentivo hasta el final. Como a Pedro, es el Espíritu de Dios quien nos revela nuestra vocación, y como a Pedro, es Cristo quien nos entrega las llaves de nuestra Iglesia doméstica (familia) y del reino de Dios en nuestro corazón, cuando aceptamos con fe nuestra vocación.

Señor, concédenos que por tu revelación, nos reconozcamos como hijos de Dios, destinados a entregarnos por amor como esposos, y así construyamos una familia sobre roca y demos testimonio de Ti y de tu Iglesia.

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Tres tesoros para el matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 5-17

EVANGELIO
Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
-«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. »
Jesús le contestó:
-«Voy yo a curarlo. »
Pero el centurión le replicó:
-«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: «Ve» y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
-«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac: y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo:
-«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.»
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

Palabra del Señor.

Tres tesoros para el matrimonio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Si purificamos nuestra mirada podremos ver la sobreabundancia de Dios en nuestro esposo y nuestro matrimonio, puesto que el Demonio la quiere ocultar a nuestros ojos haciendo que nos centremos en lo negativo, o en aquello que nos falta o nos molesta. Y además el Demonio nos lo exagera: De ahí vienen frases que alguna vez nos sorprenderemos pronunciando, como: “Es que estás todo el día enfadado…” o “No paras de reprocharme…” o “Nunca me has comprendido…”, etc. Esos “todo, no paras, nunca…”, esa absolutización del mal, eso es lo que el demonio pretende. Un mal más absoluto que el bien. El dios del mal.

Hoy el centurión nos da tres lecciones que vamos a necesitar para contar con la sanación de Jesús en nuestro matrimonio.

La primera es la oración de intercesión: Qué importante es rezar por nuestro esposo. Deberíamos hacerlo todos los días ¿Lo haces tú?.
¿Por qué es tan importante? Desde el mismo día en que nos casamos, ambos somos ministros de la gracia de Dios para el esposo. Somos quien Dios ha elegido para transmitirle la gracia a nuestro esposo. Si el ministro de dichas gracias no ora por su esposo, estamos desaprovechando muchos grandes dones que Dios le quiere conceder.

La segunda lección es la fe y la tercera es la humildad. Las mencionamos juntas porque juntas van. A mayor humildad, mayor fe. La humildad es andar en verdad, decía Santa Teresa. Consiste en reconocer quién es Dios y quién soy yo, y esto nos lleva necesariamente a la fe. Humildad es recuperar la inocencia originaria de reconocer que todo nos lo ha dado Dios, todo es don de Dios. De otra forma nos estamos adueñando de algo que no es nuestro, y eso es vanidad, creer que alguno de los dones que nos ha dado Dios nos pertenece y podemos utilizarlos a nuestro antojo o en nuestro propio beneficio.

San Juan Pablo II dice a este respecto referido a la relación hombre-mujer después de la ruptura con Dios: -. No tratan de fundar su amor en el Amor, que sí posee la dimensión absoluta. Ni siquiera sospechan esa exigencia, porque les ciega no tanto la fuerza del sentimiento cuanto al falta de humildad. Es la falta de humildad ante lo que el amor debe ser en su verdadera esencia (Taller del Orfebre 98).

Es la falta de humildad, ante Dios como esencia del Amor, la que impide a los matrimonios amarse de verdad.

En la medida en que los esposos sepamos reconocernos como don de Dios, reconocer como don Suyo a nuestros hijos, a nuestras familias, nuestro trabajo… cada circunstancia de que vivimos en nuestra relación, iremos creciendo en la humildad y en la fe. Veremos a Dios en todo y en todos. Veremos todo lo bello y lo bueno de Dios y de nuestra relación querida por Él.

Si además, como el Centurión, oramos el uno por el otro y Jesús viene a casa, aunque no seamos dignos, pero se comprometió con nosotros en nuestro matrimonio.

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Dormir sin miedo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 35-41

EVANGELIO
¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: -«Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: -«¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: -«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: -« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen! »

Palabra del Señor.

Dormir sin miedo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Remar mar adentro y es una travesía, maravillosa. Casarse, es una travesía impresionantemente bella. Tiene días movidos y días de verdadera tempestad en los que podríamos decirle a Jesús ¿no te importa que nos hundamos?. La causa primera de todo conflicto es la semilla del pecado y la angustia, en medio del desorden de una vida desordenada.

Pero Jesús vence al mar, símbolo del caos. En Él actúa un poder creador, ¡Es el Jesús vencedor! Si le seguimos, una vez terminada la primera travesía que nos debate entre Dios y el mundo, podemos estar en el mundo sin ser del mundo. Es tan intensa la huella que Dios deja, que ya no se borra nunca. Ni color con un viaje inolvidable, es verdaderamente un nacimiento nuevo. Esa travesía nos hace crecer en sabiduría y en gracia ante Dios y la gracia de Dios nos transforma la vida: la mirada, el corazón, los pensamientos, las prioridades… Entonces si se puede decir: nadie ni nada me separará del amor de Dios.

Es todo un misterio que Jesús pudiese estar dormido en medio de tal tempestad. Tenía fe y no miedo. Vemos también la vida de muchos santos, que no tienen miedo a la muerte, o vemos a los apóstoles que salen sin miedo a predicar una y otra vez a pesar de las amenazas, de la cárcel, de los latigazos. Es la presencia del Espíritu la que da semejante paz. Hoy con este Evangelio se revela el misterio del Reino presente en el poder que Jesús ejerce a favor de nosotros, los matrimonios que le seguimos.

No tenemos nada que temer con Jesús. Podemos dormir, porque confiamos plenamente en Él, como Él dormía por la confianza en el Padre. Él tiene poder sobre la materia, sobre todo aquello que existe, no sólo reina en el cielo.

“Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta.” (Sta. Teresa de Jesús)

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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